Hoy 
La guerra entre dos sindicatos de transporte por el control de rutas en la línea San Cristóbal-Santo Domingo provocó ayer dos muertos. Es obligación de la autoridad detener y someter a la Justicia a los autores de esas muertes y poner en manos de las instancias correspondientes la responsabilidad que por estos hechos corresponde a los liderazgos de esos grupos choferiles.
La autoridad no puede continuar pasando por alto estos enfrentamientos violentos que han dejado balance sangriento entre transportistas y pasajeros que nada tienen que ver con la disputa.
Extremismos intolerables
En Navarrete, una protesta para demandar obras ha llegado a extremos intolerables. Ayer un cabo policial fue muerto por disparos de fusil hechos, según se afirma, por manifestantes. Cuatro civiles resultaron heridos.
El uso de un arma de guerra en una manifestación de esta naturaleza obliga a desplegar una labor de inteligencia que permita dar con los autores de los disparos. Se trata de un elemento que pone en serio entredicho el verdadero carácter y las motivaciones de la protesta.
Las autoridades tienen que dar respuestas certeras a estos extremos intolerables desde toda óptica.
Que no se tape el sol con un dedo
Las intoxicaciones de estudiantes con el desayuno escolar han tenido por común denominador que las investigaciones jamás determinan responsabilidades.
No ha habido ni siquiera explicaciones creíbles sobre las causas de estos trastornos, a pesar de que la figura del sabotaje, que tendría carácter penal, se ha barajado muchas veces
Esta vez, la Procuraduría General de la República ha decidido indagar las causas de estas intoxicaciones, que en los últimos tiempos han afectado a grupos reducidos de estudiantes.
El país espera que las indagaciones del Ministerio Público arrojen resultados creíbles y pongan al descubierto los intereses que estarían causando estas intoxicaciones.
Es hora de despojarse del temor y hacerle frente a los intereses que motorizan estas prácticas. No se puede continuar tapando el sol con un dedo.
