Cada año envejece diez años

Cada año envejece diez años

Su cuerpo presenta un desgaste físico y muscular propio de una anciana de 112 años. Envejeció su corazón, tiene problemas pulmonares, su piel es reseca, sus pies están  doblados y padece de cataratas.

No se sabe cuánto puede quedarle de vida porque, según los médicos,  todo su sistema caduca de forma acelerada.

Pero quien la escucha hablar, reír y hacer planes para el futuro inmediato, habrá de sorprenderse, de que Yuleydi Féliz Jiménez, de 16 años, esté atrapada en una estructura corporal propia de una anciana. Una enfermedad conocida como Pregoria acaba su cuerpo de manera prematura.

Cada año que pasa para ella es como su viviera 10 años.

Desde el pasado viernes la joven está ingresada en la Clínica Cruz Jiminián, donde, contrario a la medicina que se le aplica a alguien de su edad, se le debe tratar en base a especialidades de la geriatría. La enfermedad genética ya le ha deformado las manos y los pies por la marca de los años en la curvatura.

El envejecimiento acelerado la hace ver plegada y le ha causado problemas en varios órganos.   

Caso raro en la medicina

El doctor Félix Antonio Cruz Jiminián da seguimiento al caso que fue descubierto en ese centro. Dijo que en los últimos tres años hubo que que internarla varias veces. Explica que la ciencia no tiene una explicación para este caso, el que se cree es el primero en el país.

Indicó que Yuleydi presenta una enfermedad rara, de la que sólo se sabe que es genética y que se presenta en la niñez. Cruz Jiminián no esconde el cariño que siente por la joven, al punto que conoce sus gustos en detalle, comenzando por la música reguetonera y la bachata de Frank Reyes.

Resalta que la vejez corporal de Yuleydi no se refleja en su mente, la que le responde con la capacidad de una persona de 16 años, alegre, optimista y con mucha esperanza de vida. 

Zoom

Voz melodiosa

Con una dulzura extraordinaria y una voz propia de cuentos infantiles, Yudeydi entra en todo tipo de conversación, siempre, asegurando que su mayor deseo es curarse y volver a caminar. Su madre Ondina la tiene junto a otra de sus hijas, mientras su padre Luis Eugenio trabaja la tierra y atiende un negocio en el sector Campo de Aviación en Pedernales. Está consciente de mal, aun así, ríe como toda juventud y dice  que muchos  creían que estaría apagada.

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