Cual si fuésemos obsesivos sin remedio, cuando nos enfocamos en un tema olvidamos los demás. Que sea relevante o necesario es igual: si al dominicano le coge con una vaina hablará de eso 24/7 e ignorará el resto. El 4%, la sentencia 168-13, el Darío Contreras, la reelección, la regularización y la soberanía son sólo algunos ejemplos: un asunto suplanta al anterior y por ahí nos vamos…

Mientras nos obsesionamos -y perdemos el tiempo destripándonos unos a otros-, dejamos a un lado cosas tan importantes como la inseguridad que vivimos. En Santiago, donde todo parece estar peor, asaltaron a doña Rosita Fadul en la galería de su casa, pero a la gente le importa tanto como el asesinato de dos jóvenes para robarles un celular. Para el jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, la delincuencia es mera percepción; y el presidente Danilo Medina parece esperar que maten a alguien famoso para dignarse a hacer algo.

No sé ustedes pero yo estoy harta. Antes de ayer una amiga contaba en Facebook que fue testigo de un atraco a pleno sol cerca de la Clínica Abreu, es decir, del Palacio de Justicia. Su relato se une al de muchos otros amigos que han sido víctimas, tienen familiares o conocen a alguien que ha sido asaltado. Otros han sido visitados por los ladrones en sus casas o han tenido la desdicha de sentarse en la terraza de restaurantes en los que les han robado.

Los casos se repiten con frecuencia. Para el Gobierno no pasa nada: la prioridad es salvarnos del descrédito internacional y, con tal de lograrlo, da igual que la Patria, la de verdad, sea robada.