Cada funcionario nos cuesta un ojo

Cada funcionario nos cuesta un ojo

Como se titula este artículo, titula así Luis Maria Anson, miembro de la Real Academia Española, un artículo de opinión en el diario El Mundo, del país Vasco, donde hace referencia a lo que le cuesta a cada español sus servidores públicos. La similitud de lo que expone con nuestra realidad me hace reproducir una parte de su entrega de esta semana. Dice que en 1976 los españoles pagaban a 600,000 funcionarios y que ahora a 3.099.500. 

A cada español le cuesta 2,400 euros anuales. Es decir que una familia de cuatro personas se ve obligada a “abonar diez mil euros anuales para que cobren sus sueldos los llamados servidores públicos”. No domino cifras de lo que nos cuesta a cada dominicano cada funcionario del gobierno.  Pero estoy segura de que “bailamos pegados”, guardando las diferencias claras, por tratarse de dos naciones  tan distintas en muchas cosas.

Dice el autor que si a todo eso se añaden las jubilaciones, las dietas, la seguridad social, las vacaciones, la calefacción, el aire acondicionado, la luz, el teléfono, el agua, el mantenimiento de las oficinas, la limpieza y los gastos generales, la cifra asusta. Al igual que en nuestro país, el autor se lamenta de que en España hay muchos funcionarios innecesarios y que para justificarlos se crean infinidad de nuevas trabas burocráticas, que lo que hace treinta años se resolvía con una gestión, precisa ahora de tres o cuatro.

Muchas veces se crean puestos injustificados que, en definitiva, nos cuestan un ojo de la cara.  Con un reducido número de funcionarios públicos (los hay que si funcionan en nuestro país)  se controlaría el gasto publico que, como nunca, se ha disparado y, al parecer, nadie hace nada en este sentido, ni siquiera en tiempo de crisis como la que nos azota.

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