Cada hombre tiene lo que el otro necesita

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NUEVA YORK.- Los votantes siguen llamando a John Kerry el candidato más elegible, el que tiene más probabilidad de derrotar al Presidente George W. Bush, y se apresuran a citar sus muchas cualidades admirables y heróicas. Pero cuando acudieron a las urnas en la primaria de Wisconsin la semana pasada, muchos parecieron tener las mismas reservas sobre Kerry que Willy Loman tenía sobre su vecino: Les gusta, pero no lo prefieren.

En Wisconsin, como en algunas primarias anteriores, John Edwards se elevó en los sondeos cuando más votantes lo vieron en acción, y las encuestas a la salida de las urnas mostraron que era la primera opción de los votantes que buscaban a un candidato que «se preocupe de personas como yo». Su disposición alegre y actitudes carismáticas lo llevaron a obtener un resultado inesperadamente fuerte.

No fue suficiente para ganar, sin embargo, y pocos esperan que el encanto de Edwards prevalezca. Kerry, después de todo, tiene la experiencia y la fuerza de atracción, por no mencionar una serie de victorias, mientras que la afabilidad de Edwards pudiera fácilmente desgastarse conforme los votantes lo vean más de cerca. Lo que parece fresco y perfecto ahora pudiera parecer ingenuidad e insinceridad después. Pero por ahora, él ha mostrado una brecha de simpatía que podría ser un problema para Kerry aun si gana la candidatura.

«Los votantes encuentran a Kerry distante», dijo Frank Luntz, un encuestador que ha reunido grupos de enfoque para MSNBC entre votantes de las primarias en media decena de estados. «Encuentran a Edwards afable y seductor. Las mujeres realmente lo encuentran sexy. A los hombres les gusta su personalidad».

Edwards ha sido criticado por no tener suficiente experiencia de gobierno, pero una disposición agradable puede superar muchas desventajas. Los intelectuales se burlaban de la sintaxis confusa de Dwight D. Eisenhower, pero eran superados por los votantes que usaban botones de «Me Gusta Ike». La candidatura de Gary Hart en 1988 terminó por su indiscreción sexual, pero Bill Clinton sobrevivió a la suya, gracias en gran parte a su carisma. Al Gore podría haber sido mejor en los debates que George W. Bush, pero el público lo rechazó por sus modales altaneros.

«Una mayoría de los estadounidenses estaba en desacuerdo con las políticas de Ronald Reagan en 1984, pero ganó porque les gustaba personalmente», dijo Luntz, quien ha asesorado a candidatos republicanos. «La gente mira a los candidatos presidenciales en una forma especial porque no pueden deshacerse del presidente. Pueden ignorar a un senador o un gobernador, pero un presidente estará en sus salas durante cuatro años. Como mínimo les tiene que gustar».

Michael Deaver, asesor de imagen de Reagan, dijo que por su buen humor Edwards le recuerda a Reagan, como lo hacía la respuesta de Edwards a las críticas de Kerry.

«Edwards respondió a la declaración negativa de Kerry diciendo: ‘Bueno, no lo pondría de ese modo»’, recordó Deaver. «Así es exactamente como Reagan respondería a una pregunta negativa y le daría un giro positivo».

Daniel Hill, autor de «Body of Truth», un análisis del lenguaje corporal, ha estudiado los estilos de los candidatos rastréando 23 expresiones faciales durante debates televisados. Cuenta, por ejemplo, el número de «sonrisas sociales» usando sólo la boca, «sonrisas genuinas» usando los ojos y la boca y signos de disgusto o enojo.

«Dean consistentemente mostró enojo cerrando fuertemente los labios o manteniendo tensamente su boca ligeramente abierta», dijo Hill de Howard Dean, quien suspendió su campaña la semana pasada. «El otoño pasado, Kerry mostraba signos definidos de desdén y disgusto elevando su labio superior, pero eso ha desaparecido ahora. Está tratando de ser más simpático sonriendo más, pero rara vez puede pasar de la sonrisa social a la sonrisa genuina. Edwards llega ahí mucho más frecuentemente. Transmite más optimismo, y últimamente ha estado añadiendo fuerza de atracción frunciendo el entrecejo para mostrar que siente el dolor del otro Estados Unidos».

Si Edwards gana la contienda del encanto, ¿por qué Kerry está ganando las primarias? La simpatía no lo es todo, especialmente en tiempos de guerra. Richard M. Nixon probó eso en 1968, cuando derrotó al tío favorito de todos, Hubert H. Humphrey. Al igual que a los votantes de entonces les preocupaban la Guerra de Vietnam y la intranquilidad social, a los votantes de hoy les preocupan Irak y el terrorismo, y preferirían a Kerry, un héroe de guerra, aun cuando no le quieran invitar particularmente un par de copas.

Cuando se les pidió a los estadounidenses que describieran a Kerry en una encuesta nacional la semana pasada realizada por el Centro de Investigación Pew, dos de las palabras más comúnes de elogio fueron «bueno» y «calificado», mientras que dos críticas fueron «arrogante» y «falso». Los puntos fuertes de su caracter y experiencia superaron las objeciones a su personalidad, dándole una calificación general favorable-desfavorable de dos a uno. Edwards tuvo la misma calificación favorable.

«La simpatía y el interesarse por la gente siempre han sido factores importantes, pero este año, el principal determinante de los demócratas parece ser la fuerza de superar a Bush», dijo Mandy Grunwald, consultor de medios que asesoró a la campaña del general Wesley Clark. «John Edwards es muy simpático y claro y conecta con la gente, y es posible que pueda redefinir lo que se necesita para derrotar a Bush, pero hasta ahora a los votantes les ha gustado la jactancia de Kerry».

El otoño pasado, cuando la campaña de Kerry parecía condenada al fracaso, trabajó duro para cambiar su imagen distante y su estilo estentóreo desarrollado después de años de pronunciar discursos a una cámara del Senado vacía. Se ganó a los residentes de Iowa a través de una serie de reuniones municipales que le permitieron conversar con los electores, en vez de presentarse sólo a hablar. Sin embargo, algunos viejos hábitos persisten. Inició una reunión en el ayuntamiento de Wausau, Wisconsin, la semana pasada diciendo: «No voy a hablar ante ustedes». Pero luego comenzó un soliloquio que duró 20 minutos.

Edwards, quien aprendió su técnica oral mirando los ojos de los jurados, ha conectado con las audiencias contando los obstáculos que ha superado como hijo de un obrero. «A diferencia de muchos de sus rivales, Edwards es creíble porque su cuerpo, su voz y sus palabras están diciendo lo mismo», dijo Nicholas Boothman, autor de «How to Make People Like You in 90 Seconds or Less» y consultor que entrena a oradores. «Ha dominado la regla fundamental de la oratoria motivacional, que es decir a la audiencia que soy uno de ustedes, he estado peor que ustedes y mírenme dónde estoy ahora, de manera que podemos soñar juntos».

Pero algunos críticos se han preguntado si con el tiempo Edwards parecerá superficial e inexperimentado, y si los votantes creerán que un multimillonario pudiera realmente identificarse con los obreros. «La gente podría empezar a verlo como demasiado pulido y afable», dijo Andrew Kohuy, director del Centro de Investigación Pew. «Su mayor problema es su falta de experiencia y su juventud, que es una ventaja y un problema cuando la gente busca la mano firme de la experiencia».

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