Cada mujer debe decidir si evita o vive su tragedia

Cada mujer debe decidir si evita o vive su tragedia

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Cual si fueran gotas de rocío, las palabras caen cada día sobre el estanque. Quedas, se mantienen ahí y ven la vida pasar sin ninguna novedad. Solo una tempestad, si acaso, las puede hacer cambiar.
Esta semana hemos visto claramente que todos somos como ese estanque: nos mantenemos estáticos, aferrándonos a un discurso que nos negamos a variar.
Por ello, somos incapaces de poner el corazón en el alma de esas niñas, jóvenes y mujeres violadas; de esas embarazadas que pueden morir si se les obliga a tener a su bebé o de esas futuras madres que descubren que su bebé viene con tantos problemas que sería una crueldad -para ella y para él- que venga al mundo.
Imaginar lo que debe sentir alguien en cualquiera de esas circunstancias duele. Ponerse en su piel es vivir la agonía de una vida que quedará, de cualquier manera, rota. ¿Acaso alguien piensa que tomar esa decisión es algo fácil? ¿Quiénes somos para decidir qué hará esa niña, adolescente o mujer que tendrá que asumir las consecuencias de interrumpir o no ese embarazo?
Penalizar a quien se niegue a parir en circunstancias adversas es atroz. Por eso hay que agradecer que el presidente Danilo Medina haya observado el Código Penal e introdujera normas para que se regule el aborto terapéutico, de manera que el asunto tampoco pueda festinarse.
Al hacer la observación y poner las reglas claras, Danilo se pone en el lugar de quienes sufren por un embarazo pero también en el de los que temen que se puedan perder vidas alegremente. Así las cosas, queda esperar que los legisladores no vuelvan a fallarnos: déjennos decidir si queremos evitar la tragedia o vivirla.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas