Verde, adelgaza; rojo, baja el colesterol… Todos los tipos de té salen de la misma planta. Su diferenciación procede del periodo de recolección y su tratamiento.
– Té blanco: proviene de los brotes más jóvenes. Se caracteriza por su contenido en antioxidantes. Se llama el té de la belleza.
– Té verde: muy poco fermentado, con propiedades quemagrasas y diuréticas. Ideal para controlar el peso.
– Té rojo: sin cafeína, mejora la alergia, concilia el sueño, reduce el colesterol y grasa en la sangre.
– Té negro: el más rico en taninos y teínas, y el más estimulante.
UNA TAZA DIFERENTE PARA CADA MOMENTO
– Por la mañana: Té negro y fuerte (el llamado breakfast). Ayuda a comenzar una jornada pleno de energía y bien despierto.
– A media mañana: Una taza de té verde ejerce una discreta acción digestiva. Aromatícelo con flores.
– Por la tarde: Té negro aromatizado con bergamota, vainilla o menta. Para concluir bien el día.
– Por la noche: Opte mejor por menos taína (verde, rojo o blanco): son digestivos y relajantes.
ESTIMULANTES DIGESTIVOS Y… ¿QUÉ MÁS?
Una taza de té es, desde luego, una agradable fuente de salud.
Fuente de vitaminas: contiene sobre todo vitaminas , del grupo B (B1, B2, B12) y C.
Y un montón de nutrientes: es rico, además en otros nutrientes imprescindibles como calcio, potasio, magnesio, cobre, níquel, zinc, flúor, clorofila y carotina.
Estimula sin excitar: dos componentes, la taína y el tanino, son grandes estimulantes, pero sin los efectos excitantes de la cafeína o la taurina.
Activa el cerebro: la taína ejerce un efecto beneficioso sobre el cerebro y el sistema nervioso central, estimulando la actividad intelectual y atenuando la sensación de fatiga.
Bueno para el embarazo: su contenido en zinc es indicado para las embarazadas.
—–
PREVENIR ES SALUD