La protesta se ha vuelto popular y cada quien busca cómo hacer notar su incomodidad con la situación económica. Porque eso es otro asunto, la gente sólo protesta por la situación económica, prácticamente nadie se muestra inconforme con la penosa situación de la educación en un país donde cada día son peores las condiciones de aprendizaje de nuestros jóvenes, encaminándose hacia una especie de oscura noche cultural y sin que nadie se preocupe por tener mejores profesores.
Pues ahí lo tienen. Alguien que según su propia y gráfica declaración era de la «classe» media y este gobierno lo «abuerto» una «mielda», como él mismo lo dice. A poco saldrán más protestatarios a las carreteras, y de seguro muchos habrá muy originales en sus formas de expresar su disgusto con la crisis.
Otros hay que protestan por el transporte, pero nadie ha protestado por las condiciones antihigiénicas de los carros y «voladoras» del transporte público. Nadie ha protestado todavía por la forma caótica, agresiva y hasta asesina con que conducen los choferes de guaguas y camiones. Nadie a exigido que a quienes se les expide una licencia de chofer reúna las mínimas cualidades de decencia que deben exhibir quienes están al frente de un servicio público.
La crisis económica es ya social, y se nota mucho en la desobediencia de la gente frente al cumplimiento de normas y leyes en las calles y carreteras. Ni los agentes de la Policía ni los de Amet actúan cuando los motoristas se cruzan en rojo, corren sin cascos, sin placas y a oscuras, o cuando los choferes de carros públicos bloquean las intersecciones, corren por vías contrarias o prohibidas.
El peor indicio de la crisis es la inobservancia de las leyes, tanto entre los ciudadanos como entre los que tienen que hacer cumplir la ley. Y peor se torna entre ciudadanos que se resisten a que haya orden y prefieren sumarse al caos. Y mucho peor todavía, cuando éstos resultan manipulados por otros cuyas intenciones son peores que las intenciones o hechos de los que están. ¡Que San Ramón nos saque con bien de este parto múltiple!
[b]Un monumento a la chatarra[/b]
En la autopista «6 de Noviembre» sigue el desorden viento en popa. Ahora un negocio de repuestos ha levantado un «monumento a la chatarra» encaramando un destartalado vehículo a pocos metros de la vía. A lo mejor piensa el dueño del sitio que ha «dado un palo» publicitario con semejante violación.
Quién sabe, a lo mejor Miguelito el de Fara es pana del tipo y se ha hecho de la vista gorda, cuando la Secretaría de Obras Públicas ha debido ya realizar un desmantelamiento de todas esas construcciones y timbiriches levantados en franca violación a la ley que establece una protección de 30 metros a cada lado de las carreteras para evitar su ocupación y con ella evitar accidentes y mantener presentable las vías.
Con este «monumento a la chatarra» recién levantado en la «6 de Noviembre» pudiera comenzar una embestida en toda la autopista y en las demás carreteras, aprovechando el caos socio-político natural de nuestras elecciones.
Así que no nos extrañemos si en la autopista Duarte y en Las Américas se aparecen algunas torres en sus orillas levantando gomas, motocicletas, bacinetas, tanques, carretillas, transmisiones completas de camiones, estufas y tanques de gas en una competencia feroz por vender cuanta basura se les ocurra a los comerciantes de carreteras, enemigos jurados de la estética de las vías públicas.
[b]Unas van de cal…[/b]
Para que vean. Me encontré un día con la carretera Mella limpia, aseada, bonita y respirable. Yo no sé a cual de los cien ayuntamientos le corresponde su mantenimiento, pero fue una sorpresa de lo más agradable recorrer un larguísimo tramo sin toparme con acumulaciones de basura y chatarras estacionadas.
Esto es una prueba de que es posible establecer el orden cuando la autoridad lo decide, y cuando ello ocurre debe ser publicitado, aireado, celebrado y agradecido.
Si pudiéramos mantener un ambiente semejante al que encontré ese día en la carretera Mella de seguro que el malestar económico y político que vivimos se sintiera menos.
Pasa igual con las calles de las ciudades. Cuando están limpias, aseadas, libres de obstáculos y debidamente pintadas se siente un ambiente de prosperidad, de avance, de verdadero desarrollo.
De una cosa sí estoy seguro. Con todo y el esfuerzo que puede hacerse para mantener las carreteras en el estado en que vi la carretera Mella, el mejor de los esfuerzos debe ser canalizado hacia la gente, hacia su convencimiento de que no habrá basuras en las carreteras si no las tiramos. Solamente la gente produce basura y tira basura, ningún otro ser lo hace.
Hace varios años, en 1995, iniciamos un movimiento hacia la educación citadina que tenía como objetivo hacer de la Ciudad Colonial un modelo de manejo adecuado de sus calles, trabajando directamente con cada familia y cada persona. Ese trabajo garantizaría una actitud nueva de la gente hacia sus calles, el manejo de los desperdicios, el crecimiento de flores y el hermoseamiento de las casas. El proyecto fue desestimado por el gobierno del PLD, con quienes contábamos.
Felizmente, parece que Roberto Salcedo lo retomó y he oído que ya están utilizando la Ciudad Colonial como modelo. Ojalá puedan mantener ese trabajo y luego moverlo a otros barrios, como era nuestro propósito.
[b]¿E.P.D. por una moto?[/b]
¿Quién descansa en esta tumba de Enriquillo a la orilla de la carretera? ¿Un motorista? ¿Uno que fue arrollado por una moto? ¿Uno que decidió que lo enterraran con todo y moto? ¿O uno a quien se le murió la moto y decidió darle cristiana sepultura?
La tumba con su decorado motociclístico es de lo más llamativa, pues se presta a innúmeras conjeturas en relación con el artilugio pintado en la tapa.
La historia recoge hechos de personas que han decidido ser enterrados con todo y su carro. Recuerdo un estadounidense al que enterraron con todo y un Cadillac, creo que por uno de los años 80. A lo mejor a este lo enterraron con todo y moto, temiendo alguna amenaza del dueño de que si no se cumplía su deseo el vehículo se convertiría en «la moto asesina del pueblo».
Como no teníamos mucho tiempo para averiguaciones de esa naturaleza no nos detuvimos en Enriquillo a preguntar por la tumba en cuestión, pero alguna vez preguntaremos.
A lo mejor alguien que conoce la historia lee esto y se comunica con nosotros, como pasó con alguien que leyó lo de la guácima en la carretera. Por cierto, no he recibido la información que me prometió sobre la guácima y sus beneficios alimenticios, algo que había escrito el profesor Marcano. Lo estoy esperando.