El “Soneto del dulce nombre”, del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, comienza con la siguiente estrofa:
<< Si el mar que por el mundo se derrama/ tuviera tanto amor como agua fría, se llamaría por amor María y no tan solo mar como se llama>>.
Así lo hemos conocido en las lecciones de teoría literaria, en las realizaciones y prácticas de versificaciones que sentimos que el poeta crea con sentimientos y talentos de que ha sido dotado. También los valores y reglas que transitan en la creación poética como el ritmo, la entonación, los elementos sintácticos, el número de sílabas en cada verso o línea etc.
Al analizar cada verso de la estrofa del poeta Bernárdez notamos que, en orden del primero al cuarto verso, la última palabra es una voz /llana/:
Primero: de/rra/ma
Segundo: /frí/a
Tercero: Ma/rí/a
Cuarto: /lla/ma
: /rra/ es la penúltima sílaba de la conjugación del presente de /derramar/: palabra llana.
El adjetivo fr/í/a, con el acento sobre la /í/, disuelve el diptongo í-a. Esta /a/ pasa a ser la sílaba final del adjetivo, mientras que f-r-í, cubre la posición de penúltima (y primera) sílaba; por lo tanto es una palabra llana; pero si se le pinta la tilde, es a causa de que la /a/ final no entra en enlace. Vale decir: no forman diptongo. En consecuencia, el vocablo de finalización frí/a es de acentuación llana.
El tercer lugar, /María/ se encuentra en la misma situación del adjetivo analizado anteriormente, pero María y Fría riman magníficamente. Lo cual es otro tema.
En el cuarto orden, nos encontramos con la expresión /llama/, igual a lo analizado en el paradigma verbal del primer verso de/rr/ama. Como vocablos de más de una sílaba, terminados en vocal (también puede ser en las consonantes /n/ o /s/, no se les marca la tilde.
¿Estos simples recuentos nos llevan a la afirmación de que ningún poema del idioma Castellano sostiene al final de verso o línea una palabra aguda, esdrújula o algo más?
De ninguna manera.
¿Dónde colocaríamos creaciones como éstas, de Manuel Machado, hermano de Antonio, grandes poetas españoles:
Estoy enfermo de /ti,/
de curar no hay esperanza,
que en la sed de este amor loco
tú eres mi sed y mi agua.
El primer verso tendría siete sílabas gramaticales, pero termina en una sílaba aguda: ti: monosílabo tónico. El segundo concluye en espe/ran/za. Cuenta con ocho sílabas, la sílaba final llana. ¿Se nos cae el supuesto? En el tercero se cuentan once sílabas: Si hablamos de números, en esta estrofa no coincide ninguna línea (o verso).
Entonces, ¿por qué aprendimos de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso que “cada verso se cuenta como si terminara en palabra llana? “(Gramática castellana”, segundo curso, Editorial Losada, S.A.., Buenos Aires, 1964).
-Continuará-