Cadena de la solidaridad

Cadena de la solidaridad

En medio de la convulsionada situación que está viviendo la humanidad, matizada por las secuelas de la guerra contra Irak y las confrontaciones entre grupos y/o naciones; de los actos terroristas que a diario interrumpen la dinámica humana y amenazan a los pueblos y naciones del mundo que en este nuevo milenio siguen luchando por el desarme y por la paz. En medio de la difícil situación en que estamos sobreviviendo los dominicanos, donde ya hasta la espera ha caído en crisis, porque mientras esperamos la aplicación de medidas que se nos prometen encaminadas a posibles soluciones de determinados problemas, como es la devaluación de nuestra moneda y lo relativo a la energía eléctrica, la situación empeora; oír hablar de una cadena de solidaridad es una señal de que el espíritu de servicio, de buena vecindad no ha muerto en medio de este desbarajuste social, económico, político, institucional y moral que nos arropa. La cadena de solidaridad a que nos referimos se había iniciado por diferentes vías, de manera soterrada, y se hizo pública la noche del pasado miércoles 26 de noviembre, cuando el productor de televisión Fredy Beras Goico convocó a su programa «Con Fredy y punto» a una serie de personas de la sociedad civil, diplomática, política y eclesiástica, para unirse en una oración por los damnificados de los dos fenómenos naturales que en menos de un mes han azotado la Región Norte del país.

Le presté atención a esta convocatoria y me dispuse a no perderme el programa del jueves 27, para valorar el espíritu de solidaridad, la vocación de servicio y la despolitización aunque sea por un momento en torno a todo lo que se ha movido en los ultimos meses en aras de buscarle salida a los principales problemas que están contaminando nuestra sociedad. Además, para ver el espíritu de unidad que muestran los líderes políticos que en este momento están confrontados entre sí, con su propio partido y hasta con el pueblo, porque están dirigiendo todas sus energías a sus proyectos particulares y/o grupales. Después de la llamada telefónica del presidente Hipólito Mejía saludando la iniciativa, incluso expresó a Fredy Beras que le gustaría ser como él (en esas acciones); con la presencia de diplomáticos de Naciones Unidas, Francia y Alemania; el primer político en acudir fue el precandidato por el PRD José Rafael Abinader, quien dijo haber visto el desastre cuatro días antes y hecho contacto con algunos barrios afectados; siguieron otras personalidades que demostraron un gran deseo de servir y colaborar. También estuvo entre los primeros el candidato presidencial por el PRSC, Eduardo Estrella. Pero no es esto lo que quiero destacar. Quiérase o no, aunque Fredy aclaró que el gesto no va mezclado con la política y ha reiterado que no se mete en política; en estos momentos de precampaña electoral, en la antesala de unas elecciones presidenciales, es difícil apartar lo político de esta solidaridad, sobre todo, de precandidatos que están mal parados en las encuestas y/o de los que sólo concitan la simpatía en favor de la reelección, que ante esta crisis, jamás será la mayoría.

Lo que quiero destacar de esta cadena de solidaridad y la forma en que se ha respondido a ella, es que cuando se quiere se puede; que la voluntad de servicio está por encima de todo tipo de diferencias; que se ha demostrado el patriotismo que siempre ha caracterizado a los buenos dominicanos que aveces se esconde detrás de la ambición, del egoísmo y de la indiferencia, porque no lo usamos más que a conveniencia. Que todavía somos capaces de actuar como nación; que de verdad nos duele el dolor ajeno; que podemos apartarnos momentáneamente (o cuanto sea necesario) de lo nuestro para dedicarnos a lo de otros; que granito a granito se puede construir un edificio; que como dice una publicidad «juntos somos más»; que en momentos de dificultad sabemos tender una mano a quien lo necesita; y demostramos que tenemos presente el decálogo dejado por Jesucristo a Moisés, sobre todo, en los mandatos «amarás a tu prójimo como a tí mismo» y «no matarás».

Con esta cadena de solidaridad quedó demostrado que no es tan difícil unir voluntades en favor de buscar salidas a las problemáticas que se conjugan en la presente crisis que vive la sociedad dominicana que la tiene casi paralizada. Todos los que participaron de la cadena de solidaridad respondieron a un llamado de su conciencia, de las personas que la iniciaron, del deber, etc., ninguno fue obligado. Ha sido una respuesta masiva, amplia, diversa y plural para atender las necesidades de pobladores de una región del país afectada por fenómenos naturales, que como sabemos, obedecen a respuestas de la propia naturaleza (algunos dirán que de Dios, y es válido). El país completo está afectado por fenómenos sociales, económicos, políticos y de otra naturaleza que obedecen a respuestas del hombre, de sus buenas o malas decisiones; en este caso, diríamos que obedecen a respuestas del presente gobierno sea cual fueren las causas que los han originado. Cabe preguntarse ¿no es más fácil que el mismo hombre colabore con las soluciones a los problemas fruto de sus propias decisiones y acciones? Creemos que sí. Y proponemos imitar esa cadena de solidaridad con asuntos existenciales (ropas, comidas, medicamentos, ajuares, etc.) para comenzar a practicarla para el país en busca de acercarnos a las salidas más viables que conduzcan a soluciones. La solidaridad en este caso no tendría valor económico; basta con que decidamos cooperar y comencemos por hacer nuestro aporte con las condiciones y las virtudes que todos tenemos guardadas: disposición, voluntad, sinceridad, seriedad y honradez; sensibilidad, ecuanimidad, respeto propio y hacia el otro, civismo, cordura, justeza y patriotismo. Todo lo cual es opuesto a la dejadez e indiferencia (irresponsabilidad), a la demagogia y el despotismo; a lo inhumano y al desorden; al irrespeto; al orgullo y la prepotencia; al nepotismo y a la ambición de poder. ¿Quién convoca al primer paso? La cadena de la solidaridad por el país es urgente y prioritaria. ¡Adelante!

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