Nicaragua. Una mujer extranjera, sin decir palabras, señala en el menú la letra A y luego la O, el camarero asiente sonriendo y comprendiendo que hay un pedido más en la primera cafetería de Nicaragua y Centroamérica atendida por jóvenes con discapacidad auditiva.
El “Café de las Sonrisas”, ubicado en la turística ciudad colonial de Granada, a 45 kilómetros al sureste de Managua, nació en 2012, propiedad del español Antonio Prieto Buñuel, y ha inspirado ideas similares en Argentina, Canadá, Filipinas, Indonesia y México.
En una pared de unos seis metros de largo, pintada en color amarillo, se explica a través de dibujos y fotografías el alfabeto de sordos, letra por letra.
También detalla la manera de decir gracias, pedir agua, la cuenta, entre otras palabras. Junto a la ilustrativa pared, hay una hilera de mesas con sus sillas que tienen plasmado por doquier el lenguaje de señas para que el cliente lo vea, lo practique y haga un esfuerzo para expresar al camarero lo que desea ordenar.
“El nombre fue uno de los aciertos que tuvimos”, explicó a Efe el propietario del café, el español Antonio Prieto Buñuel, de 52 años, también conocido como “tío Antonio». Prieto, quien prefiere que le llamen “tío”, en vez de “don” o “señor”, contó que la idea del nombre de la cafetería le vino de las mismas personas con discapacidad auditiva.
Ellos, cuenta, sonríen cada vez que ven a una persona y «¡lo tuve muy fácil!”, exclamó. El benefactor español aseguró que la cafetería fue diseñada para atender a todo tipo de personas, incluidas, claro está, sordas o con otro tipo de discapacidad, con la esperanza de hacer un entorno más inclusivo. Por otro lado, la apuesta era arriesgada, confesó el español.
“Lo mejor que pudimos hacer fue abrir un negocio con personas sordas y de esta manera demostrar que era posible”, anotó Prieto, quien es chef de profesión. En el negocio, donde se sirve desde gallo pinto (arroz mezclado con fríjoles), ensaladas de frutas de la temporada o de vegetales, así como crepes y panqueques, trabajan unas siete personas entre los 19 y 24 años de edad, la mayoría sordos.
Entre ellos se encuentra el camarero nicaragüense Rodolfo Sánchez, de 24 años, un joven moreno y de baja estatura quien se acerca a los clientes, los saluda y les entrega la carta elaborada con pictogramas. Sánchez fue el único de siete hermanos que nació sordo, sin embargo su discapacidad no es un problema para trabajar en el “Café de las Sonrisas”, explicó a Efe con ayuda del intérprete, el cocinero del negocio, Marcos Gaitán, de 22 años.
El joven, uno de los trabajadores fundadores de la cafetería, comenta, a través de lenguaje de señas, que inicialmente le daba miedo y vergüenza atender a los clientes por su condición, pero que en poco tiempo se fue acostumbrando.