Café orgánico y cooperativismo cambian estilos de vida en Polo

Café orgánico y cooperativismo cambian estilos de vida en Polo

POR LEONORA RAMÍREZ S.
POLO, Barahona.-
En este poblado cafetalero, donde el frío, la vegetación y la lluvia alejan las sombras agrestes que rondan en la mayor parte de las zonas del Sur, un grupo de hombres y mujeres decidió cambiar las migajas de esperanza por un presente cercano a la prosperidad.

Lo lograron a través del cooperativismo, aprovechando manos amigas y la revaloración de los precios del café en los mercados internacionales.

Agrupados en tres entidades, la Cooperativa de Caficultores de Polo, la Cooperativa Agropecuaria Monteada Nueva, y la Cooperativa Simona Esmeralda Féliz Acosta,  decenas de campesinos han descubierto nuevas formas de comercialización, y sobre todo de cultivo del café orgánico.

Luisa Féliz Acosta, presidenta de la Cooperativa Simona Esmeralda, es una de las protagonistas del cambio cultural y económico que han dado los caficultores de Polo, con la asesoría del Instituto de Desarrollo de la Economía Asociativa (IDEAC), Helados Bon, el Consejo Dominicano de Café (CODOCAFE) y la Federación de Caficultores de la Región Sur (FEDECARES).

Antes de que se formara la entidad que dirige, ella hacía lo que las demás  mujeres de la comunidad: lavar, fregar, parir y recolectar el café cuando llegaba la temporada de cosecha.

Ahora tiene su propio colmado, igual que algunas de sus compañeras, y en sentido general la cooperativa tiene un capital de RD$4.0 millones, un almacén de provisiones en el que se vende a crédito, y una pequeña cartera de préstamos para impulsar el desarrollo de las microempresas.

Esta mujer de 54 años, que arrastra un gran liderazgo en su comunidad, tiene  siete hijos, 29 nietos y tres bisnietas. “Es que echaron pa´lante pronto esas mujeres porque aquí no había otra vida, se casaron chiquitas, pero la primera nieta mía, de 20 años,  todavía está en su casa porque está estudiando”.

La precisión viene a cuento porque a esa edad ella había procreado casi la mitad de sus hijos, ya que se casó a los 14 años como era costumbre en esos campos.

Su mayor expectativa está concentrada en la venta de café ya que su familia posee 60 tareas de tierra sembradas de ese rubro, “porque lo que queremos es ser grandes empresarias, porque esto del café va para arriba”.

ADIOS A LOS INTERMEDIARIOS

Corporino Reyes, de la Cooperativa de Caficultores de Polo, y José Ulises Herrera, de la Cooperativa  Agropecuaria Monteada Nueva, son dos pilares de la caficultura orgánica, razón por la cual Helados Bon les entregó, igual que a otros caficultores, certificados de reconocimiento por el éxito alcanzado mediante el cultivo orgánico.

“Esta era una pequeña asociación que vivía muy mal porque nos engañaban los intermediarios, pero en 1999 formamos la cooperativa que empezó a producir café orgánico en el 2003, cuando vendimos 280 quintales en el extranjero, y en el 2004 600 quintales, a un precio de US$140 el quintal”, dijo Reyes.

Herrera era una de las víctimas de la intermediación comercial, pero ahora se siente contento porque se beneficia de los precios justos, y de los incentivos que cada productor recibe si las ganancias sobrepasan las expectativas.

“Ahora los intermediarios nos tienen odio porque no les vendemos a ellos, porque ellos andaban en yipetas y nosotros en chancletas”, precisó.

Sin embargo, el relevo generacional es algo que preocupa a estos agricultores, porque como dice Herrera “a la juventud no le gusta mucho doblarse, los muchachos de ahora prefieren estudiar”.

Previendo esa situación, la Federación de Caficultores de la Región Sur (FEDECARES) creó una escuela agraria campesina para motivar el cultivo del producto.

Félix Segura, quien trabaja en esa institución, dijo que recientemente impartieron un ciclo de cursos sobre producción de café, dirigidos principalmente a jóvenes, y que incluyeron temas relacionados con la agricultura orgánica y el cuidado de animales domésticos.

Rotación Pecuaria 

Deyanira Féliz es la presidenta de crédito de la Cooperativa Central de Mujeres. Su trabajo consiste en articular la distribución de vacas preñadas entre las integrantes de esa institución, con la finalidad de que cada hogar se quede con un medio de producción.

Pero las proyecciones sobrepasan el plano doméstico, pues pretenden constituir un centro de ordeño y una fábrica de queso y yogourt.

Hasta el momento, cien mujeres se benefician de ese programa cooperativista, que cuenta con la asesoría de Veterinarios sin Fronteras, entidad que les aportará 50 cabezas de ganado.

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