Cuando Juana Santana llegó por primera vez al Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID) estaba con la autoestima en el suelo, abrumada por los problemas que tenía, debido a la condición de autista de su niño.

De eso hacen unos pocos meses, y dice que desde que su hijo arribó al centro, el cambio, tanto en él como en ella, ha sido rotundo. Y es que este a sus 7 años no lograba comunicarse ni recibir órdenes, ahora lo hace. “Mi niño no iba solo al baño, ahora hasta mandados hace”, comenta ilusionada la madre.

Con esa misma ilusión habla Francisca Bautista, abuela de Marchal Francisco Martínez, también autista. Para ella es una maravilla que su nieto de 5 años, que no hablaba, ya dice palabras y su comportamiento igual es muy distinto. “Antes yo no podía salir con él, ya ahora se integra y juega”, comenta.

Por estos resultados en sus pequeños, es que el CAID, definido como el proyecto más ambicioso de la vida de la República, destinado a brindar atención a niños con alguna condición de discapacidad, ha sido una bendición, no solo para ellas, también para otras madres que han encontrado acogida, en este que llaman su segundo hogar.

Con apenas un año y pocos meses de entrado en función, el CAID, que atiende específicamente a niños de 0 a 10 años, con condiciones de parálisis cerebral, Síndrome de Down y trastornos del espectro autista, ha prestado cuidados a unos 751 pacientes, llegando casi al límite de su capacidad.

Según revelan datos recientes del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef) en el país existen unos 83 mil niños y adolescentes con algún tipo de discapacidad, lo que representa un 7% de la población.

A pesar de la importante cifra, solo el 27% de los centros que ofrecen algún tipo de atención a estas condiciones son auspiciados por el Estado, los demás son fundaciones y entidades privadas. De ahí la acogida que ha tenido el centro modelo, sobre todo en personas de recursos limitados, según explicó Moisés Taveras, su director.

Para lograr la inclusión. Su objetivo está muy definido, y como nos cuenta Taveras, es brindarles la oportunidad de fortalecer sus capacidades y fomentar la inclusión de este vulnerable segmento para que puedan tener una vida digna.

Esto, aunque no es tarea fácil, se hace posible gracias al trabajo de unos 100 profesionales integrados por pediatras, fisiatras, odontólogos, psicólogos, y psiquiatras con especialidad en discapacidad, quienes acompañan a los pacientes en el proceso de su desarrollo cognitivo y físico.

Pese a que es un centro de primer nivel, con modernas y eficaces herramientas para la rehabilitación y el personal especializado, es posible acceder a este sin importar la condición económica de las familias.

Según su director, paga los servicios quien puede hacerlo, ya que al momento de ingresar al niño se realiza también una evaluación socio económica de los padres y, según la categoría en la que le toque, así será el monto a pagar por las atenciones, que ha decir verdad, resulta simbólico.

A sabiendas de lo difícil que es desplazarse con una persona con limitaciones, la institución también ofrece transporte a quienes así lo necesiten.

Y como la atención es integral también se incluyen a los familiares a quienes se instruye para lidiar con estos, a dar seguimiento a las terapias en casa y como estos puedan potenciar sus otras capacidades para que sean entes útiles en la sociedad.