Siempre he creído que las dádivas y cajas navideñas que cada año otorgan los políticos, es una forma de práctica del clientelismo que caracteriza a los gobiernos que durante sus gestiones en el poder no tuvieron las competencias necesarias para por los menos pagar la gran deuda social que tienen con el pueblo.
Creemos que esas dádivas, conjuntamente con muchos de los denominados programas sociales, son como dardos envenenados que sirven para comprometer y captar votos para tiempos de elecciones, y para hacerse presentes de que están interesados en el bienestar de los ciudadanos, o que se convertirán en lideres en base a la miseria y mendicidad de un pueblo que tiene más de 150 años esperando soluciones a sus problemas sociales.
Las famosas “cajas navideñas” constituyen regalos que denigran y humillan a las clases más empobrecidas de nuestra burlada sociedad. Pues da penas y pesar ver todo lo que pasan esas pobres gentes, cuando desde la madrugada acuden a hacer una larga fila para poder conseguir una cajita que apenas le sirve para comer dos o tres días, como mucho.
Es así como muchos de nuestros políticos se quieren convertir en líderes, no sabiendo que los verdaderos líderes no regalan, no humillan, no denigran el valor humano; al contrario, lo revaloran, lo impulsan hacia su desarrollo y crecimiento individual, creándoles las condiciones necesarias para que sus niveles de vida sean mejores, sean entes productivos, trabajadores y generadores de empleos.
Históricamente, los deficientes políticos que han estado en el poder nunca se preocupan por enseñar a los ciudadanos a pescar para que se sostenga junto a sus familias; lo que hacen es inventarse programas dizque sociales que conllevan miles de millones de pesos en dar cosas que no generan medios de riquezas para el ciudadano.
Es por esto que cada día los niveles de pobrezas y marginalidad social aumentan; la delincuencia, los atracos, la ociosidad. Si no contamos con gobernantes que en vez de dádivas, ayudas y otros favores, generen fuentes de empleos, salud de calidad, educación, salarios de calidad y políticas efectivas contra la corrupción. Solo con acciones como estas, tendremos mejor igualdad en la distribución de los ingresos de la nación.
A modo de conclusión consideramos que el Gobierno actual, como los futuros, deben abocarse a diseñar políticas y tomar medidas efectivas que tiendan a reducir los altos niveles de pobreza y el desempleo, en vez de estar regalando cajitas con artículos comestibles, que en nada resuelven el hambre que pasan los pobres. Desde mi percepción humana creo que es una burla hacia los pobres y al pueblo, que tantos impuestos pagamos para que pudiésemos vivir mejor, y no pedir. Entiendo que sería más aconsejable que esos políticos, junto al Gobierno, se dignaran en anunciar a final de año, en diciembre, que partir de enero se crearán acciones, en coordinación con el sector empresarial, para generar empleos y niveles de vidas más dignos.
Entre esas medidas podrían estar para mujeres madres solteras y jóvenes en edades productivas; especialmente se deben instalar clubes culturales, escuelas de músicas y zonas francas en los barrios populares, centros técnico-vocacionales, canchas deportivas, que se otorguen becas para estudios universitarios, préstamos directos para aquellas y aquellos con vocación de emprendedores, micro-empresarias/os, clínicas de salud barriales, centros fijos de ventas de alimentos comestibles a bajos precios a través del Inespre.
Además, el Gobierno puede realizar acuerdos con la Universidad Autónoma de Santo Domingo u otras universidades privadas, para que instalen extensiones en sectores populares, donde a través de un estudio se determine la población con grado de bachiller que residen en esos sectores y desean estudiar una carrera profesional, universitaria o técnica.
Son estas algunas de las acciones que las masas pobres necesitan para dejar de acudir año tras años a correr suerte en busca de una cajita navideña o un saco con algunos productos comestibles, como lo acostumbró el fenecido ex presidente Joaquín Balaguer, y todos los que le han sucedido.
Entendemos que es función del Estado proteger y valorar al ciudadano en su estatus social.