Qué vergüenza sufrimos los pobres, cuando nos denigran y nos maltratan por conseguir un bocado de comida que solo nos quitara el hambre por uno o dos días.
Así es que los gobiernos ineficaces y los políticos buscan ser reconocidos como líderes en base a una muchedumbre hambrienta que busca saciar su necesidad.
Vemos cómo en esos escenarios donde tradicionalmente se reparten cajas navideñas se manifiesta la extrema pobreza en que nos han sumergido nuestros pasados y presentes gobernantes.
Gobernantes que no han sido capaces de reducir los niveles de pobreza que cada día crecen, y solo creen que los programas sociales de donaciones de cajas, bono gas, bono luz, entre otras dádivas clientelares que se han inventado los gobiernos incapaces de resolver los problemas del país y de generar riquezas para que los pobres vivan mejor.
Pero no, han culturizado e institucionalizado las dádivas en diferentes variedades como política del “buen gobierno”, que aparenta preocuparse por los más pobres.
Estas acciones de característica clientelar solo persiguen comprometer votos para fines electorales, sobre todo en aquellos políticos que no gozan de la aceptación de la población, más sin han pasado por el poder y no hicieron ni han hecho nada para mejorar la calidad de vida de este pueblo.
Las dádivas, llámese cajas navideñas, ayudas, bonos, tarjetas de solidaridad, en nada contribuyen a mejorar los niveles de subsistencia de las clases desposeídas de nuestra sociedad.
Estas erradas y lastimosas prácticas de nuestros políticos y gobernantes, generan caos e indignación, cuando vemos a miles de hombres y mujeres mendigando una caja con unos cuantos productos que solo les permiten comer dos como mucho.
Nuestro pueblo lo que demanda de sus gobernantes es crear fuentes de empleos, donde hombres y mujeres puedan ganarse dignamente sus sustentos, sin tener que ir a hacer una fila para que les den una cajita o un saquito con migajas comestibles.
Consideramos que lo más ideal sería que ese dinero que se invierte en cajas y sacos con productos comestibles, se invierta en fuentes de empleos en los diferentes barrios de la capital, en más medicinas para los hospitales; y que sea el Inespre que lleve a barrios programas fijos de productos a bajos precios.