República Dominicana dispone en teoría pero muy reducidamente en los hechos- de un sistema de asistencia a los trabajadores que sufren accidentes en su desempeño. La Administradora de Riesgos Laborales de la seguridad social ¡vive! existe, y sus arcas están repletas de millones de pesos recabados a través de descuentos a los asalariados y de aportes de los empleadores; pero menos de la mitad de los accidentes sufridos por los así asegurados son reportados al sistema para lograr atenciones a los afectados y a sus familiares. En gran medida, un lesivo desconocimiento de los propios perjudicados (que incluso sufren accidentes mortales) tiene como consecuencia la grave injusticia de dejar sin acción reparadora a miles y miles de hombres y mujeres generalmente de condición humilde.
Es hora de lograr que cada infortunado suceso en lugares de trabajo origine un reporte. Que los empleadores no incurran en absurdos ocultamientos de lesiones y tragedias en sus establecimientos, con lo que impiden el funcionamiento de la cobertura. La pasividad de los propios accidentados ha debido contrarrestarse desde hace años con la difusión de informaciones orientadoras por todos los medios publicitarios disponibles. Los trabajadores deben ser concienciados de sus derechos a la asistencia y al resarcimiento para que se acojan al amparo vigente para sus horas de labores. La desconexión debe cesar.
El caminante que llegó a la muerte
No parecería suficiente la versión de los hechos dada por la Policía sobre la trágica muerte del joven Luigy Bienvenido Suero. Eso de que una patrulla lo baleó tras proponerse detenerlo porque caminaba en forma sospechosa por una avenida del ensanche Los Minas, mueve a temer un uso excesivo de la autoridad. Una aplicación arbitraria y prejuiciosa de suponer que alguien es un delincuente por su forma de caminar o por el sitio que escoge para caminar.
Se atribuye a la víctima haber utilizado un revólver con la numeración limada, expediente de ingrata recordación. Procede dar garantías de que los agentes actuantes no han pretendido crear evidencias a posteriori para justificar la típica conducta de disparar primero y averiguar después que con frecuencia ha ocurrido. Debe ser la Justicia la que establezca si en realidad hubo algún intercambio de disparos, versión que siempre se recibe con escepticismo.