Caldo de cultivo para delincuencia

Caldo de cultivo para delincuencia

La delincuencia se ha hecho abrumadora en la medida en que crecen las desigualdades sociales, se resquebraja la unidad familiar y los ambientes se saturan de vicio, falta de oportunidades y consumismo. Lo que crece en este caldo de cultivo es un producto que aunque nació sin ficha delictiva, se ha maleado en el ambiente hasta llegar a ser perturbación para todos. En una serie de trabajos periodísticos que concluyó este lunes, nuestra investigadora Minerva Isa se sumerge en las causas del problema de la delincuencia y plantea lo que sería necesario hacer para detener este mal social.
La sociedad dominicana tiene que emplearse a fondo para hacer grandes cambios en los factores de desigualdad y marginación, la falta d patrones adecuados de culturización y formación, de manera que el individuo pueda desarrollar aptitudes y actitudes que faciliten el intercambio armonioso con los semejantes. Las transformaciones que hacen falta tienen sus bases en la filosofía que Pitágoras predicaba cinco siglos atrás: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.
Ahora mismo, las políticas de Estado tienden a ponderar más los efectos que a combatir las causas y esto hace que cada vez “se hagan” más delincuentes en el caldo de cultivo de la deformación hogareña, las desigualdades y el entorno viciado y promotor del consumismo.

Contradicciones de la bonanza

Un elemento contradictorio de nuestro crecimiento económico sostenido es que se produce en paralelo con una pobreza también creciente. Lo primero que delata este fenómeno es la falta de políticas que aprovechen el impulso económico para vencer los factores que afianzan la pobreza. Muchos organismos y especialistas internacionales y locales nos echan en cara esta aberración. Gonzalo Pizarro, asesor regional del PNUD en asuntos de pobreza, se suma a esta crítica.
A juicio de este especialista de la ONU, el crecimiento económico le da a nuestro país la oportunidad para atacar los niveles de pobreza que aún persisten. Para eso se necesitan políticas diseñadas especialmente con ese marcado propósito y que aborden la desigualdad. ¿Qué estamos esperando para tomar el rumbo correcto?

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