En más de una ocasión me he referido a los niveles de violencia que registra la sociedad dominicana, y a las causas que la generan.

Con nosotros han coincidido profesionales de la psicología, de la medicina, ciencias sociales y expertos en Derecho. Cada uno, desde su óptica y formación académica, han tratado el tema.

El patólogo Sergio Sarita Valdez, en esta misma página, expone importantes conceptos acerca de cómo encarar ese mal que ha sentado tormentosas raíces en el cuerpo de la nación. Y lo hace preocupado por el derrotero que ha tomado el problema.

Comprendo a plenitud que los centros urbanos se han sobrepoblado, a consecuencia de los procesos migratorios internos, de la presión que ejercen ciudadanos que no encuentran otra salida a sus carencias que buscar – en las grandes ciudades – lo que no pueden recibir en las desatendidas zonas rurales.

He recorrido gran parte del país y conozco de las dificultades que padecen los pueblos olvidados por los gobiernos.

Estoy consciente de que ningún gobierno podrá dar respuesta tan rápida como necesaria a las demandas populares, por el tamaño de nuestra economía.

Las autoridades sí deben trabajar en la creación de empleos, en el combate a la pobreza y en la provisión de servicios esenciales.

Tenemos, también, serias deficiencias en la enseñanza pública y privada. Hay que reformar, sustancialmente, los programas educativos, y que las familias tengan  control efectivo sobre los hijos.

El problema no es tan simple, pero lo anterior debe ser parte de un compromiso colectivo.