Calidad democrática: Aún queda mucho por hacer

Calidad democrática: Aún queda mucho por hacer

Millizen Uribe

El debate generado en la opinión pública, en relación a si en República Dominicana hay una democracia o vamos camino hacia una dictadura, ha sido extremadamente interesante. Esto porque las reflexiones y cuestionamientos acerca de la calidad democrática en el país son una forma de contribuir a su mejoramiento.
En este sentido, recientemente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Centro de Gobernabilidad y Gerencia Social (CEGES) de Intec, presentaron un Informe sobre Calidad Democrática en la República Dominicana, que constituye una buena base para definir posiciones sobre este tema.
El análisis consideró seis dimensiones o aspectos: Derechos políticos y sistema electoral; Derechos fundamentales; Estado de Derecho; Calidad de la gestión pública; Calidad de vida y equidad social y económica; y Cultura política democrática, que a su vez tenían 22 componentes desagregados en 108 indicadores, graficados con los colores del semáforo.
Como resultado, hay un déficit democrático en el 48 por ciento de los indicadores (color rojo), con sólo 20 por ciento satisfactorios (color verde), y 32 por ciento aceptables (amarillo).
Cuando se hace una comparación regional, lamentablemente, nueva vez nuestro ranking es negativo porque el país queda entre los cinco de peor calidad democrática de 24 evaluados en América Latina y el Caribe, con puntuación de 54 sobre 100, es decir que nos quemamos.
Pero, más que susceptibilidades (que últimamente andan a muy flor de piel) o golpes en el pecho, estos datos deberían servir más bien como insumos de políticas y revoluciones públicas.
Constituyen informaciones consistentes que, tomando muy en cuenta el actual contexto electoral, vienen bien para reformular el sistema, de modo que no nos conformemos ni limitemos sólo a la democracia electoral, la cual, según este informe, tampoco está exenta de debilidades, porque se señalan aspectos graves como la compra de votos o la falta de autonomía del órgano electoral.
Pero, concomitantemente, está esa «otra democracia», cuasi inexistente en un país tremendamente electoralista, pero muy poco cívico: la democracia de los derechos fundamentales, que proclama nuestra Constitución al identificar esta nación como un Estado Social Democrático y de Derecho.
Y en este aspecto, el trato a colectivos y poblaciones minoritarias, la falta de equidad social y económica y las profundas desigualdades de género en todos los ámbitos, constituyen violaciones de derechos horribles, que no conviven con una buena y sana democracia.
De ahí que, aunque el tradicional contubernio entre poderes fácticos y formales haya dado por cerrado el debate de este tema, en realidad, en la ruta hacia una República Dominicana institucionalizada y verdaderamente democrática, esta discusión apenas inicia, porque parafraseando a un expresidente de la nación, en calidad democrática, aún falta mucho por hacer.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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