California también corre riesgos

California también corre riesgos

SAN FRANCISCO (EEUU) (EFE).- La rotura de los diques de Nueva Orleans ha sembrado la alarma en California, donde las infraestructuras que separan las aguas saladas de las tierras de cultivo necesitan una reparación urgente.

   El desastre de Nueva Orleans ha servido para poner sobre la mesa una lista de infraestructuras como diques, puentes, presas, carreteras o sistemas de abastecimiento de agua potable cuyo estado dista mucho de ser ideal.

   En la lista ocupa un lugar prominente el largo sistema de diques, de más de 1.500 kilómetros, a lo largo del delta del río Sacramento, en el centro de California.

   Además de la agricultura del Valle Central -donde se produce el 45 por ciento de las frutas y vegetales que se consumen en EEUU- este sistema sirve para proteger a Sacramento, la capital de California, y otros núcleos urbanos que han crecido rápidamente en los últimos años.

   La amenaza de que este frágil sistema sucumba ante una ocurrencia natural como un terremoto ha servido para unir, por una vez, a los políticos californianos de ambos partidos.

   La demócrata Dianne Feinstein y el republicano Richard Pombo pidieron la semana pasada al Cuerpo de Ingenieros que estudie hasta qué punto están deteriorados los diques de California.

   Ambos recordaron que lo ocurrido en Nueva Orleans alcanzó dimensiones catastróficas a causa, en parte, de la dejadez a la hora de realizar las correspondientes reparaciones, algo que no desean que ocurra en este estado.

   «Tenemos que aprovechar este momento para proteger mejor las casas de California, nuestras tierras y nuestro agua», dijo Feinstein en una misiva al Cuerpo de Ingenieros.

   Feinstein y Pombo ya lanzaron el año pasado una ley para dedicar 90 millones de dólares a la mejora del sistema de diques en el delta, pero se necesitan más estudios antes de que comiencen las reparaciones.

   «Tal y como hemos visto en Nueva Orleans, sería un error dramático retrasar todavía más las reparaciones», señalaron los legisladores.

   California no es el único lugar donde se necesitan reparaciones urgentes.

   El Cuerpo de Ingenieros estima que harían falta 11.000 millones de dólares para poner al día los sistemas de abastecimiento de agua, una cantidad más de diez veces superior a la que se destina en este momento.

   Y los puentes y carreteras también están sufriendo debido a lo escuálido de unos presupuestos que destinan menos del dos por ciento del Producto Interior Bruto a los proyectos de infraestructuras.

   En California sobrevuela, además, el espectro del «Big One», el gran terremoto que, según vaticinan los expertos, sacudirá al estado de aquí a 30 años.

   Los periódicos californianos han aprovechado la ocasión para recordar que la posibilidad de que el «Big One» se lleve por delante el sistema de diques, originando una catástrofe de grandes dimensiones, es más real que nunca.

   «El ‘Big One’ podría ser el Katrina de California», señalaba el titular del «The Inland Valley Daily Bulletin» la semana pasada; «Las inundaciones podrían ocurrir aquí», ocupaba la portada del «San Jose Mercury News».

   En el editorial reciente «Las inundaciones de California», el «San Francisco Chronicle» recordaba que es hora de que California haga frente a los deficientes diques, muchos de ellos fabricados hace décadas con poco más que arena y grava.

   «Miles de kilómetros de tierras cultivables se inundarían con agua salada de la bahía de San Francisco en caso de que colapsaran los diques debido a un terremoto, y se contaminaría el agua potable», señalaba el diario.

   Mientras tanto, el geólogo de la Universidad de California en Davis Jeffrey Mount, considerado por muchos el principal experto en la materia, advirtió de que «Nueva Orleans perdió la batalla con lo inevitable, y nosotros vamos por el mismo camino».

   Mount cree que las posibilidades de que un terremoto o una inundación causen el derrumbamiento de los diques en algún momento en los próximos 50 años son de más del 60 por ciento, una situación que no ha impedido que los trabajos de mantenimiento hayan ido decreciendo con los años.

   Además, señala este experto, el delta continúa hundiéndose bajo el nivel del mar mientras crecen las aguas del océano Pacífico, tal y como sucedió, lenta pero inexorablemente, en Nueva Orleans.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas