Caligrafía japonesa, arte y “performance” espiritual

Caligrafía japonesa, arte y “performance” espiritual

Cuando dos entidades sobresalientes se unen para una actividad pública, la satisfacción y el resultado son manifiestos. Acaba de suceder en el Museo Fernando Peña Defilló, cuando el aporte de la Embajada del Japón permitió disfrutar la sabiduría del maestro Hamano Ryuno.

Por primera vez en Santo Domingo, así lo creemos, se presentó una exposición de caligrafía japonesa seguida por una demostración impresionante: el artista deleitó a un público de adultos y niños que, más que espectadores, participaron en los preparativos de lo que fue arte, “performance” y ceremonial.
La muestra de obras caligráficas fue colgada un fin de semana, por tres días. La presentación en vivo se extendió por tres horas. No obstante, fue un evento inolvidable.

De caligrafía japonesa. La caligrafía es un arte tradicional –viejo, de casi dos mil años en el Japón–. Le llaman “shodo”: mucho más que una forma de escritura, se puede considerar como un camino y una voz interiores, una actividad vital que se concreta hermosamente en signos e ideogramas. Lo sorprendente es que el “shodo” conjuga el pasado y el presente, preservando la tradición y su riqueza dentro de la evolución. Ello, por cierto, identifica la cultura en general en aquel país de tecnología extrema, y constituye un ejemplo.
Si la instrumentación es sencilla: tinta, pinceles y papel –aunque especiales los tres, siendo la tinta preparada por el artista–, la caligrafía japonesa implica fuerzas físicas y espirituales, con un gesto dirigido y regido por la mano y la mente, por una energía que se identifica con el tiempo y los valores de la vida. En el aspecto creativo, se suman, en blanco y negro, la alegoría, la poesía y la reflexión, llevadas al equilibrio, a las proporciones y a la belleza en el espacio de una superficie…

La obra de Hamano Ryuno Fue un privilegio observarlos aquí, a través de la obra de este artista, primero con la exposición de sus rollos de infinita armonía y fortaleza conjugadas, luego con sus atenciones personales, a la vez generosas y firmes, cuando él ejecutó su “diseño”, públicamente, en una hoja inmensa, vuelta elocuencia y mensaje.
La meditación es parte de este proceso, simultáneamente lento, breve y extenso: Hamano Ryuno se entregó a la profundidad y al silencio, solo, antes de llegar hasta los espectadores que le esperaban, curiosos, intrigados y respetuosos, pues la admiración se unía al respeto ante su maestría.
La habilidad extrema se aliaba a la cortesía, a la generosidad aun, asociando a los jóvenes a la preparación del soporte en el piso, y, después de concluir su magna composición gráfica, el artista hizo una caligrafía sobre quienes se ofrecieron… y ellos la conservarán como recuerdo real-maravilloso e imperecedero.
Los ideogramas de Hamano Ryuno no solamente se caracterizan por su estética, sino también por sus mensajes, humanistas, ideológicos y sociales, hacia la comunidad, la inmigración, los aportes ciudadanos, sublimados en una escritura de arte y poesía.
Mucho más habría que decir acerca de Hamano Ryura y de lo que él nos hizo descubrir. Anhelamos que vuelva a la República Dominicana, y que, entonces, presente aquí una gran instalación caligráfica, por varias semanas, un “takara” o “tesoro”.
Será, además, una epopeya plural, expresada en el arte caligráfico.
Expresamos nuestro agradecimiento a la Embajada del Japón y la esperanza de otra fruición caligráfica gracias a un artista magistral.

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