En Santo Domingo hay probablemente más calles denominadas Sagrado Corazón de Jesús que con el nombre de dignos próceres, héroes, mártires y otros dominicanos de grandes luchas, sacrificios y aportes significativos.
Se debe a una arraigada devoción que llegó al país con la orden de los jesuitas, en 1935, y con los Misioneros del Sagrado Corazón, en 1936, pero que ya se conocía en el mundo por los evangelios, la pasión de Cristo, imágenes de la Santa Cena y por revelaciones de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque. Los Misioneros del Sagrado Corazón son los que con mayor vehemencia mantienen este fervor.
Cada primer viernes de mes se ofician misas en recordación del Sagrado Corazón de Jesús y en hogares y templos se reza la Hora Santa. Los piadosos de esta advocación, quienes se distinguen por su indumentaria blanca y las cintas rojas de sus medallas, aún mantienen la tradición de entronizar en sus casas el cuadro del Corazón de Jesús que exhiben en lugar preferencial de las salas.
Hacen promesas y asumen compromisos para reparar ultrajes que se cometen contra el Hijo del Padre.
“Tantas calles, templos, colegios, capillas y hasta restaurantes con el nombre del Sagrado Corazón de Jesús son una manera de reconocer que Dios tiene un corazón muy amplio que sangró por nosotros.
Una forma de recordar al Señor es mencionándolo, para tener presente lo que Él hace continuamente por nosotros: amarnos. Esas vías son una expresión del amor del pueblo a Jesús”, significó Juan de Jesús Rodríguez Castro, Misionero del Sagrado Corazón.
El “padre Juanito”, como le llama la feligresía, dirigió la Imprenta Amigo del Hogar y en tres ocasiones ha sido superior de la Congregación. En la actualidad dirige la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús a la que pertenecen hombres y mujeres que se consagran al Corazón de Cristo “y tienen un estilo de vida a través del cual persiguen imitar Sus virtudes. Contraen compromiso de acercarse a la Eucaristía el primer viernes de cada mes”, explica.
“Es una eucaristía reparadora, por las ofensas y agravios cometidos contra el Sagrado Corazón de Jesús. Asumen rendirle culto y orar para que se remedien males de este tiempo”.
Identificado con la historia y las prácticas de los que siguen esta veneración, conocedor de la histórica presencia de los Misioneros en el país, Rodríguez Castro, formado en el Seminario Menor de los MSC, estudios que continuó en el Santo Tomás de Aquino, dirige, además, la Residencia Fray Antón de Montesinos que favorece a estudiantes universitarios de escasos recursos.
El gesto de Juan
“Hay que remontarse a los Evangelios, al momento en que Juan se inclina sobre el pecho de Jesús. Ese gesto la gente lo captó y lo guardó. Juan sintió la cercanía del corazón de Jesús”, refiere el religioso.
Añade que después, el cristiano “buscó significado a la lanza en el corazón abierto de Jesús. De ahí nacen la iglesia, los sacramentos: sangre y agua, los dos signos de vida”.
“San Pablo habla del Corazón de Cristo, que ama con amor entrañable, y unido a la actitud de Juan en la última cena, al soldado que atraviesa con lanza, simboliza cómo el Corazón de Dios se desbordó a través de Jesucristo”.
La devoción pasó a la Edad Media, “no oficializada, pero creciente”, hasta 1673 que Margarita María de Alacoque recibe las revelaciones de Jesucristo, que le dice: “Este es el corazón de Jesús que ha amado tanto a los hombres”. Le encarga darlo a conocer porque, en vez de amor, recibe ingratitud de muchos. “Por lo menos ámame tú como yo deseo ser comprendido”, pide.
En 1670, el padre Juan Eudes, francés, “realiza la primera celebración pública en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, ya se formula ese apelativo: Sagrado Corazón de Jesús”.
Con el Papa Pío IX “la Iglesia oficializa la devoción. Posteriormente León XIII pide a los obispos del mundo que la promuevan”.
En próxima entrega se ofrecerá el origen de la devoción en el país.
La calle
En cada barrio de Santo Domingo debe existir por lo menos una calle Sagrado Corazón de Jesús. Quizá ninguna fue designada por el cabildo sino por fieles del Verbo encarnado. HOY identificó en El Almirante, Guaricano, Gualey, Invivienda, Herrera…
A juicio del padre Juanito, estas denominaciones reflejan “el deseo de que se recuerde lo que se ama. Expresan que hay que amar a Jesús, que ese amor perdure”.