Calles y avenidas
“El Callejón de los Curas”

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>“El Callejón de los Curas”

Es un pasaje minúsculo, apenas una cuadra espléndida pavimentada de ladrillos que sombreada por las hojas de un mango generoso y ornamentada de encendidas trinitarias se extiende desde la calle padre Billini hasta la espaciosa plazoleta catedralicia.

Pero guarda gloriosos siglos de historia en sus memorables viviendas, portales, aljibes, patios, ventanales y hasta en el subsuelo que sirvió de morada final a sacerdotes y seglares, pues allí funcionó el primer cementerio de la ciudad colonial. Por eso no es extraño encontrar aún osamentas humanas en sus rincones.

El “Callejón de los Curas”, acogedor remanso en el que acortan distancia religiosos y otros transeúntes en dirección a la Catedral, el parque Colón, el Palacio Arzobispal, la librería  o las variadas oficinas administrativas de la Catedral, no sólo guarda en secreto el pasado de la vida eclesiástica de los primeros siglos de Santo Domingo. Es el recinto que evoca el recuerdo de los canónigos que se alojaron en sus viviendas centenarias y de familias que le sucedieron en aquellas añejas residencias.

Monseñor Rafael Bello Peguero, párroco y Deán de la primigenia Catedral Metropolitana, domina con admirables detalles el devenir de ese corredor pequeño porque ha estado transitándolo desde 1966 cuando fue ordenado sacerdote. Vivió breve tiempo en la inmensa plazoleta, fue Canciller del Arzobispado y párroco en dos largos periodos, incluyendo el actual. El extinto monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, cuando se desempeñó como Administrador Apostólico lo  incorporó a  ese venerable entorno.

En ese prolongado ir y venir trató a sus vecinos, profundizó en su presente que hoy es ayer, en sus valores arquitectónicos y sus añosos estilos y disfrutó la tranquilidad que para la reflexión y el recogimiento representa el mudo pasadizo. En Semana Santa, refiere, el paso por el Callejón es continuo, es el tránsito normal para ir a los cultos de la Catedral. Cruzan  el Jueves Santo  en la visita a los monumentos.

Evocaciones

Por haber sido estancia habitual de los canónigos de la Catedral adquirió el nombre de “Callejón de los Curas”. Tanto en él como en la plazoleta llamada también “De los Curas” vivieron siempre religiosos. El entorno tenía tres grandes puertas que se cerraban al toque de oración “aislándose los sacerdotes del resto de la ciudad”, consigna María Ugarte.

De esas puertas, explica monseñor Rafael Bello, sólo quedan dos, pues la que daba a la Nouel fue interrumpida “en una de las últimas reformas. Otra estaba en la Isabel la Católica y hace más de 100 años la demolieron”. El reconocido historiador Pedro Troncoso Sánchez contó al religioso que conoció los restos. “Queda el Callejón de los Curas, entre la Plazoleta y la Padre Billini”, agregó.

Improvisó un plano y comenzó a describir el “Callejón” que conoció. “En los extremos hacia el Oeste había una casa pequeña, tipo colonial, donde vivían las famosas trillizas Báez. En el frente, en el extremo Este, era también casa de familia”, primero funcionó un restaurant y ahora una negocio de diseño de ropa femenina.

“Subiendo por el Callejón, hacia la Plazoleta, vivió muchos años el arzobispo Octavio Antonio Beras con sus padres, Octavio Beras Zorrilla y Teresa Rojas Santana. En el lado Este vivió Teresita, hermana de monseñor Beras, con su esposo y sus dos hijos. Ya no había más viviendas”.

Agrega que la casa del Este “tiene un portal de tipo barroco, interesante porque no siendo la entrada principal de la casa, es colonial, muy bien logrado, en ladrillo”.

Al lado está la residencia del padre Evaristo Heres, Vicario Parroquial que lleva el peso pastoral de la Catedral.

Extendiéndose hacia la Plazoleta, monseñor Bello, uno de los más queridos sacerdotes de esos alrededores porque lleva años como párroco de la Catedral, recuerda sacerdotes que residieron en ese inmenso lugar, como Ricardo Santelises, Roque Adames y el ex canciller monseñor Rodríguez.

Hoy está en la Plazoleta de los Curas el hogar de las hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, que trabajan para la Catedral y a las que se observa caminar constantemente por esos virtuosos predios. Su vecina es la bien dotada librería cuyo patio puede observarse por el Callejón de los Curas. Antes estuvieron religiosas del Perpetuo Socorro.

Ese conjunto catedralicio se construyó de 1512 a 1541 por encargo del obispo Alonso de Fuenmayor.

En lo que es el despacho de monseñor Rafael Bello residió en época republicana junto a su familia el ex Presidente Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (Pipí)

Los trabajos de ambientación y restauración del “Callejón de los Curas” se realizaron en 1969, supervisados por Ramón Báez López Penha.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas