CALLES Y AVENIDAS DE SANTO DOMINGO

<P>CALLES Y AVENIDAS DE SANTO DOMINGO</P>

POR ÁNGELA PEÑA
RAMON E. HIERRO
Destacado combatiente de la Guerra de Abril al que el doctor José Francisco Peña Gómez  aconsejó salir del país para no caer a manos de fuerzas incontrolables

Ramón Esperanza Hierro Santos era tan decidido, arriesgado y valiente como soldado y como experto buzo, que su muerte, declarada accidental, para muchos fue planificada.

“Chago”, como le llamaban José Francisco Peña Gómez y compañeros de armas y de lucha, se había marchado del país sin desearlo, sólo para complacer al líder máximo del Partido Revolucionario Dominicano, entonces su jefe, que le pidió insistentemente que se fuera.

 En la campaña política de 1986, la foto del Sargento Mayor se publicó en la prensa con el arma en posición de disparar cuando caravanas de los candidatos Jacinto Peynado y Jacobo Majluta se enfrentaron en Boca Chica.

El triunfo de las elecciones le fue adjudicado a Joaquín Balaguer y antes de que éste tomara posesión, Peña Gómez aconsejó a su leal escolta: “Con esa foto que te publicaron tienes que irte, tú sabes como es Balaguer, quiero que te vayas a Puerto Rico, te voy a dar dinero y el pasaje y lo que ganas aquí se lo daremos a tu familia en lo que te estabilizas allá, con Balaguer no se puede jugar”.

Su más entrañable amigo, casi hermano, Carlos Adriano Bodden Pérez, que trató al militar desde que ambos eran civiles y trabajaron como carpinteros en la construcción del primer edificio del Banco Central, hace esos relatos y cuenta que “Chago no discutió con el doctor, pero me confesó que no se iba, que no era un cobarde ni había matado, que sólo se puso en atención para defender la vida de su superior durante los sucesos”.

Peña Gómez declaró entonces “estar plenamente convencido de que se trataba de una trama contra Majluta, quien le había manifestado temores de que atentarían contra su vida”. Si lo hubieran asesinado, significó, “este país estuviera ardiendo a esta hora. Iban a morir Ana Elisa y su hija”. Identificó a un ex primer teniente de la Fuera Aérea Dominicana “que inició el tiroteo y los perredeístas se vieron forzados a repeler la agresión” (Ultima Hora, 5 de mayo de 1986)

“Chago” permaneció en Santo Domingo, “movilizándose en su yipecito Safari” pero ante los reclamos reiterados de Peña Gómez, abandonó el país con destino a Borinquen el 23 de marzo de 1987, recuerda Bodden.  “Era un hombre muy eficiente, bueno como quiera, bueno combatiendo, bueno trabajando, sabía de carpintería, de fibra de vidrios, de buzo, pero se hizo experto en carpintería de ribera y en arreglar el túnel de los barcos, que es muy complicado y se daña mucho”, relató.

Por eso, el propietario de una compañía de barcos con quien había trabajado en su primer exilio después de la guerra de abril, lo mandó a buscar nuevamente. “Pero sacando una bomba de achique, que es la que extrae el agua que se mete a las embarcaciones”, se ahogó el tres de julio de 1988, informó Bodden, un militar de gran preparación intelectual y privilegiada memoria.

El buque, según Bodden, estaba semihundido y la bomba se encontraba en el compartimiento de máquinas, que es muy intrincado porque tiene demasiado tubos, explicó. “Chago estaba amarrado con una soga, cabo o jibilar y un ayudante le movía la cuerda para ubicarlo. Llegó un momento, añade, en que se le perdió. Al otro día apareció el cadáver”.

Para Bodden, la fecha es inolvidable. Hierro Santos le había confiado una propiedad en San Cristóbal y ese domingo él fue a inspeccionarla porque amaneció pensando en el compañero ausente. Al anochecer, cuando regresó, lo visitó Caridad, hermana del soldado para decirle que “había pasado algo terrible: Chago se perdió en un astillero, en San Juan”.

“Nosotros nunca estuvimos conforme con esa muerte porque prácticamente se ahogó en la orilla, a tres pies de agua, un hombre rana que sabía nadar, que sobre todo era un gran marino. Siempre sospechamos que algo raro pasó, pienso que se vengaron de la cuestión de Boca Chica, es inexplicable porque aunque él estuvo envuelto, él no mató a nadie, sólo se le vio con el revólver en la mano”, comenta Pedro Germán Ureña, compañero de “Chago”que residía también en Puerto Rico cuando ocurrió el hecho. Como él, otros consideran que fue un atentado.

El Sargento Mayor Carlos Adriano Bodden en principio pensaba lo mismo, dadas las condiciones físicas y experiencias del Marino, pero cambió de parecer cuando la esposa del difunto, Carmen Dilia Pimentel Arias, le dijo que no tenía la menor sospecha del ayudante, que era un señor mayor al que Chago llevaba la comida todos los días. “No creo a ese señor capaz de nada, él adoraba a Chago”, le replicó. “Yo no puedo opinar, no estaba allí, simplemente me acojo a lo que dijo Carmen Dilia”, acotó.

“El más meritorio”

Cuando al Sargento Mayor se le reconoció designando con su nombre la calle donde vivió se tuvo en cuenta su actuación gloriosa en la contienda fratricida de abril. Sobrevivió al asalto al Palacio Nacional, donde las balas contrarias hicieron blanco en su mochila y le volaron una bota. Allí vio caer a uno de los que fueron sus instructores en la base Las Caderas, Ilio Capocci. Peleó en la batalla del Puente Duarte y combatió en la toma de la fortaleza Ozama.

El regidor Raimundo Tirado, quien propuso el homenaje, escribió que Hierro Santos “luchó de manera espartana para recuperar la nacionalidad usurpada en el año 1965”. Refirió que “el comandante Claudio Caamaño, que siguió de cerca su trayectoria, sentía por él gran respeto y admiración” y destaca que éste comentó: “Chago fue el combatiente más meritorio de la Revolución de Abril de 1965”.

La calle que le rinde tributo es la Primera, del barrio Juan Pablo Duarte, “sector donde vivió nuestro héroe”, apunta Tirado.

Escasos datos

 La viuda y casi todos los hijos de Ramón Esperanza residen en el extranjero por lo que sólo se obtuvieron las fotos y datos biográficos facilitados por Bodden. Nació en Cenoví, San Francisco de Macorís, en 1934, hijo de Ana Antonia Santos “y de un señor apellido Santiago y apodado Santiaguito”. El padre esperaba un varón y la esposa había dado a luz dos hembras. Él anunció que el tercer embarazo sería un muchacho, y que iba a ser un hierro, contó Bodden. Por eso Chago cambió su apellido. “Es con el que murió legalmente en la cédula. Los últimos hijos llevan el apellido Hierro, pero cuando él se fue de la casa y se enganchó al ejército siendo adolescente, fue Santiago. Se llamaba Ramón Esperanza Santiago Santos”. Perteneció al Ejército, la Marina de Guerra, la Aviación y el cuerpo de Hombres Rana.

 El 13 de junio de 2002, al motivar la designación de la calle, Raimundo Tirado comunicó que “le sobreviven sus hijos Ana Antonia, Milagros, Ramón, Carmen, Miguel, Raquel, Carlos Marcel, Alejandra Raquel, Raquel Alejandra, Ramón y Gabriel y su viuda Carmen Dilia Pimentel”.

Sus compañeros Bodden y Ureña lo definen “fuerte, trigueño, con el pelo duro y unos bigotitos. Le decíamos Popeye porque tenía el antebrazo muy desarrollado”.

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