CALLES Y AVENIDAS DE SANTO DOMINGO

<p>CALLES Y AVENIDAS DE SANTO DOMINGO</p>

Homenaje a un cura del pasado al que ni la iglesia reconoce méritos.

POR ÁNGELA PEÑA
El sacerdote Calixto María Pina, a quien en el trujillato se le rindió tributo con la designación de una calle en un sector privilegiado de Santo Domingo, fue un individuo fluctuante, politizado, muy parcializado, poco consecuente con sus adhesiones políticas, inconstante, maestro del culebreo, más inclinado a perseguir el poder y disfrutar de influencia en los gobiernos que a la labor pastoral.

Al hacer estas consideraciones, el historiador José Luis Sáez, SJ, comenta que “sabe Dios quién promovió el darle a esa calle el nombre suyo, en qué gobierno. Posiblemente convenía a los intereses de ese régimen ya después que el hombre había requetemuerto”. Según el cronista Luis E. Alemar la denominación le fue dada el 22 de septiembre de 1941.

“Los nombres que se le ponen a las calles son muchas veces homenajes que se hacen al mismo que lo propone o al gobierno de turno”, manifestó el jesuita, director del Archivo Histórico del Arzobispado de Santo Domingo y uno de los más consagrados al estudio de la historia eclesiástica dominicana.

Citó un personaje  al que considera “un verdadero peligro público” del siglo XIX, que quiso tumbar al Presidente Meriño, del que pocos advierten que se le premiara con una popular calle de la capital porque desconocen su actuación pasada y el reconocimiento también se hizo durante la tiranía. “Los nombres de las calles son prácticamente de los héroes que convienen a un gobierno y se sustituyen por los nombres de otros villanos que no le convienen, el concepto de héroe muchas veces también se difumina, o sea, que a mí me gustaría saber quién promovió el nombre de Calixto María Pina”.

Para el autorizado escritor, lo que determina el porqué se le dio, es el gobierno en que se tomó la iniciativa, y al preguntarle si no cree que el ex párroco y Gobernador Eclesiástico merece esa distinción expresó que se le hace difícil la respuesta.

Pina pertenecía al Partido Rojo, de Buenaventura Báez, sin embargo, “por su habilidad política y carácter de culebreo estuvo dispuesto a transigir con los Azules pero con tal de que marginaran a Luperón, que era su líder indiscutible”.

Llega un momento, añadió, “en que uno dice: “¡Pero este hombre está a la caza del primero que le ofrezca algo!”. Entiende que Pina llegó a ser más político hasta que monseñor Meriño y destaca que a pesar de haberse dedicado a actividades públicas, el ex mandatario “nunca olvidó su sacerdocio. Después llegó un momento en que prácticamente se redujo a lo suyo, ser Arzobispo de Santo Domingo, que requería mucho más energía”.  Sáez, empero, no critica estas simpatías porque entiende que casi todos los sacerdotes de la época de Pina se involucraban en política. Tampoco censura que aspirara a posiciones dentro de la alta clerecía, lo que condena es su volubilidad, expresó.

Pina y Meriño, que sostuvieron en un tiempo una relación muy estrecha, reflejada en la correspondencia entre ambos en la que ahora trabaja el padre Sáez, después tuvieron diferencias por las negociaciones que proponía el cura con el Partido Azul. “En el Diario de Viajes de Meriño éste dice que, “con Calixto, huuum”, como significando: me salió malo el Pina. Yo no sé si llegó un rompimiento o sencillamente un enfriamiento, pero a partir de ese momento se distanciaron”.

Piensa el padre José Luis Sáez que Calixto María Pina no tuvo grandes méritos ni hizo aportes significativos al país o a la Iglesia. “No, no creo. No era una persona sin tacha. Es tan borrosa la frontera, si es que la hay, que no hay posibilidad de decir: es más político que eclesiástico. Es eclesiástico, claro, pero una de las cosas que más desempeña es su interés político”.

“Por lo que he leído he visto que no fue consecuente con su línea política, o sea, cuando le conviene, se margina de eso, no es lo que se podría decir de Meriño y algunos otros que son nacionalistas y por tanto se mantienen firmes contra la intervención extranjera, cualquiera que sea, éste no, éste está identificado con el Partido Rojo, pero es cuando le conviene”.

Comprende Sáez que pudiera aspirar el poder o ser político, y hasta que fuera masón, de lo que le acusaron vicarios extranjeros, porque según él, muchos sacerdotes lo fueron. “Lo que no veo cómo excusar es su fluctuación política”. Significó que posiblemente lo que más molestó a Meriño de Pina “fue el hecho de que no quisiera aprobar la anexión a Estados Unidos y, sin embargo, firmara, porque el que no quiere, no firma. Él firmó y dijo: “No me adhiero a esta idea”, pero la cuestión es que firmó”.

Proceder político
En una relación nominal de los eclesiásticos que cooperaron con la anexión a España, Pina figura en segundo lugar, con la función de “Cura Teniente de la Catedral”. El informe fue publicado por el propio Pedro Santana, el 20 de diciembre de 1862. Un año más tarde la reina Isabel II de España lo nombró canónigo del Cabildo Eclesiástico de Santo Domingo.

Pero al retirarse las autoridades españolas del Arzobispado, el gobierno restaurador de Pedro Pimentel nombró a Calixto María Pina, lo que no fue del agrado de su antecesor, Blas Díaz de Arcaya, quien consideró que tal nombramiento por parte del Gobierno no era decente ni decoroso, por lo que mancharía reputación. Argumentó que dicha iniciativa no se correspondía con las prácticas del derecho de Patronato.

Las actuaciones políticas del religioso inquietaban también al arzobispo Monzón, que en una carta al Ministro de Ultramar de Isabel II le comunicaba: “La cuestión del clero, que es de las más graves de esta Isla, hoy también me apena extraordinariamente. Los curas naturales del país casi todos están más o menos decididos por los insurrectos, y dos de ellos, el de Puerto Plata (Manuel González Regalado) y el de la Catedral (Calixto María Pina) han sido deportados a La Habana”. Pina fue encarcelado en el “Castillo del Morro”.

En las referencias biográficas del sacerdote predomina la descripción de su actuación política por sobre su función clerical. Pina fue canjeado como prisionero de guerra en 1865, volvió a la Gobernación Apostólica de la Diócesis de Santo Domingo, ingresó al Partido Baecista y caído Báez por tercera vez fue acusado de ser masón. Desaprobó los planes anexionistas de Báez en 1870 y nuevamente fue expulsado del país.

En “Breve historia de la iglesia dominicana” Antonio Lluberes, SJ, detalla los cargos que desempeñó Pina en la iglesia pero también hace énfasis en su filiación baecista.

Por otro lado, el historiador vegano Manuel Ubaldo Gómez publicó un artículo en “El Progreso” en el que lo define como un hombre “de porte distinguido y decir arrogante”. Es uno de los pocos que da noticias del rumor de que fue envenenado lo que algunos atribuyen a miembros del Partido Rojo disgustados con él por haber iniciado y patrocinado la fusión con los patriotas de su agrupación para derrocar a Báez en el periodo conocido como “De los seis años”.

El sacerdote
Calixto María nació en Santo Domingo el 12 de octubre de 1832, hijo de Juan Pina, prócer de la Independencia, y de Juliana Benítez. Hizo sus estudios en el Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino. Recibió el presbiterado el 2 de junio de 1857. “Durante su accidentada vida sacerdotal, escribe Vetilio Alfau Durán, tuvo en sus manos el gobierno de la Arquidiócesis en tres ocasiones”.

Fue dos veces párroco de la catedral, pero por breve tiempo. También de San Cristóbal, Santiago y Moca. Estuvo como rector del Seminario de 1869 a 1970. Se desempeñó, además, como Canónigo Honorario.

Era hermano del trinitario Pedro Alejandrino Pina; de Manuel Pina Benítez, restaurador, y de Benito, “joven de privilegiado intelecto y alma selectísima”, al decir de Alfau Durán quien afirma que Pina también prestó “muy buenos servicios parroquiales  en Hato Mayor” y Moca, donde terminaron sus días el 18 de julio de 1877.

La calle
Para 1941, cuando se designó con el nombre de Calixto María Pina la calle que lo recuerda, el sector donde está ubicada era llamado por su nombre correcto que es “Ensanche Independencia”. Hoy es generalmente conocido como “Zona Universitaria”. Tal como expresa José Luis Sáez, la denominación “es totalmente indefinida, porque no dice Calixto María Pina, dice “Padre Pina”. Al designarla en honor del sacerdote, se referían a él como “patriota benemérito”.

La vía se inicia en la Correa y Cidrón y muere en la avenida Independencia.

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