CALLES Y AVENIDAS  DE SANTO DOMINGO
Pedro A. Bobea

CALLES Y AVENIDAS  DE SANTO DOMINGO<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2007/12/C7DC8C9C-7B93-4B26-97CA-14FDD108F721.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=264><noscript><img
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POR ÁNGELA PEÑA
Una calle pequeña, aunque transitada, y en los textos de historia algunas líneas breves a pesar de su elevada e insigne trayectoria, han sido los únicos reconocimientos a la memoria de Pedro Antonio Bobea de Castro, patriota olvidado y casi desconocido que se entregó con pasión a la causa de la soberanía nacional en casi todas las ocasiones en que ésta fue mancillada.

Principal sustentador del ideal de emancipación del yugo haitiano, fue uno de los firmantes del Manifiesto del 16 de Enero de 1844. Se adhirió a los fundadores de la sociedad secreta “La Trinitaria” y estuvo presente en la Puerta del Conde la gloriosa noche del 27 de Febrero de ese año. Posteriormente se opondría a la anexión a España.

 Junto a Manuel María Valencia, Félix María Delmonte y José María Serra, fundó el primer periódico publicado en la República libre, “El Dominicano”, que vio la luz el 19 de septiembre de 1845. Igualmente aparece entre los forjadores de la “Sociedad Amigos del País”, en 1846.

 Juez de la Suprema Corte de Justicia y Senador de la República, sufrió prolongado exilio por su postura antisantanista. En la tierra que lo acogió, Venezuela, nació su hijo Joaquín María, heredero de muchas de las virtudes de su egregio padre.

 Estos escasos datos figuran en memorias, enciclopedias, diccionarios y notas sueltas de la prensa de su época, pero su descendencia, que se mantiene unida en el recuerdo y el ejemplo de ese esclarecido ancestro, agrega otros valiosos testimonios que no registran los libros.

 Sobre él conversan Ana María Bobea Chalas, Ulises y César Erasmo Bobea Rosario, Élida Bobea Pacheco, y su tataranieta, Mercy Vásquez Bobea, parte de una numerosa parentela que se reúne periódicamente no sólo con el deseo de conocer generaciones que se incorporan sino para actualizar el árbol genealógico y añadir recientes informaciones de sus sobresalientes antepasados.

 Doña Ana conserva fotos antiguas, viejos recortes de periódicos y remembranzas nunca consignadas, como que el bisabuelo “estuvo estudiando para ser sacerdote, llegó a tener órdenes menores, pero no siguió porque, según mi abuelo, se enamoró de los ojos azules e inquietos de su madre”. La lúcida y documentada dama conoció cubiertos, un armario y el recibo de 250 pesos americanos que fueron entregados a la viuda Bobea como pago por la traducción del Código Civil que hizo su esposo. “Todo eso estaba en casa de mis tías Clara, Consuelo y Dolores Chalas Bobea”, afirma.

 César Erasmo, el historiador familiar, acota que su eximio ancestro tradujo con Carlos Rafael Nouel el Código Civil francés para aplicarse en el país, “que todavía hoy nos rige. Fue jurisconsulto, periodista, hablaba diez idiomas, dominaba a la perfección el francés y como escritor notable y periodista de pluma fácil, era un experto conocedor de la gramática y la métrica castellana”.

 “Estuvo entre los fundadores de “La Filantrópica” junto a Juan Isidro Pérez, Remigio del Castillo, Jacinto de la Concha. Fue dramaturgo y actor. Muchas de las obras que representaron en dicha sociedad, las escribieron él, Luis Betances, José María Serra y Tomás Troncoso”, añade César Erasmo, abogado al igual que su bisabuelo.

 En las Memorias de Relaciones Exteriores que en 1932 preparó Max Henríquez Ureña y en los archivos del historiador Vetilio Alfau Durán Pedro Antonio Bobea aparece como “Plenipotenciario que firmó junto a Buenaventura Báez y Juan Esteban Aybar, un Tratado de amistad, comercio y navegación con Francia, el cual no fue ratificado por ninguna de las partes”.

 Se significa, además, que junto a Carlos Nouel, Tomás Bobadilla, Manuel María Valverde, Juan Ramón Fiallo y Juan Bautista Zafra, fue designado Plenipotenciario “para la firma de un Tratado de paz, amistad, comercio y navegación con Haití, en julio de 1867. Este no llegó a concretarse”.

 Unido posteriormente al Baecismo, ocupó las posiciones de Ministro de Interior, Policía y Agricultura, en 1856 y Ministro Plenipotenciario en Francia y Bélgica.

Muerte estremecedora

 Pedro Antonio nació en Santo Domingo el 18 de noviembre de 1814, hijo de Francisco Bobea de Jesús, puertorriqueño, y de Francisca de Castro Álvarez, su prima hermana, por lo que sus hijos Pedro Antonio, Francisca, Lorenzo Justiniano, María Francisca Enriqueta, María Dolores y Joaquín María, llevan sus mismos apellidos: Bobea de Castro.

 El insigne patriota falleció el 7 de julio de 1872, en estrados, defendiendo una litis en Puerto Plata, refieren sus descendientes. “Era muy ferviente, parece que se acaloró y tuvo una afección cardiaca, murió de un infarto”, manifiestan sus biznietos quienes dicen desconocer el paradero de sus restos mortales o alguna tumba donde estuvieran. Sus búsquedas han sido infructuosas.

 El periódico “El Porvenir”, de Puerto Plata, reseña el deceso en su edición del 12 de julio de 1872, pero no da esa versión. Dice: “El señor Pedro Antonio Bobea ha fallecido en esta ciudad víctima de la afección crónica que hace tiempo colmaba de crueles sufrimientos su existencia laboriosa, tan llena de recuerdos inapreciables para la Patria, a la que siempre sirvió con su recto juicio, talentos preclaros, profunda ilustración y nunca desmentido cariño, como Embajador, Ministro, Majistrado (sic) y Periodista”.

 Enumera otras funciones que desempeñó y concluye: “El Porvenir participa el dolor general, deplora con su familia su intenso pesar y se hace eco del espontáneo pésame que los dominicanos dan a la Patria por la pérdida de su esclarecido hijo Pedro Antonio Bobea, cuyo nombre guardará en una de las mejores páginas de la historia”.

 Los Bobea de Castro residían entonces en La Vega donde tenían imprenta y una escuela para señoritas que dirigía doña Raimunda Gregoria. Al quedar viuda, la señora se trasladó a San Pedro de Macorís con los vástagos que tenía a la sazón, pero el hijo mayor, Pedro Antonio, permaneció en La Vega por lo que allí también se formó una nutrida familia Bobea.

 Para Ana María, Ulises, César Erasmo, Élida Bobea y Mercy Vásquez Bobea, el bisabuelo “fue un hombre de grandes méritos patrióticos. Nos legó el amor a las letras, el sentido de justicia social, el compromiso con la Patria, el respeto a la institucionalidad”.

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