Calles y avenidas
Al capitán Rafael Atoa y su hijo se los tragó la mar

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Al capitán Rafael Atoa y su hijo se los tragó la mar

El viejo pasó tantos vendavales que nunca tuvo miedo. En San Zenón se llevó  un hijo al muelle, el barco rompió las amarras y en la furia se perdieron  con  los que andaban en el boyero “12 de Julio”. De la familia sólo quedaron papá, Aida y Fellita.

 Rafael Atoa Cabral, nieto del intrépido capitán Rafael Atoa, hace el recuento del trágico final de su abuelo, heroico marino que pereció enfrentado a las impetuosas olas del Caribe el 3 de septiembre de 1930.

 Gladys Elisa Atoa Cabral de Torrens, su hermana, le escucha y completa el relato. Son los únicos sobrevivientes del matrimonio de Cristina Aurora Cabral Peguero y Rafael Atoa Stephan, hijo del oficial que perdió la vida junto a “Rafaelito”, otro vástago.

“Papá se salvó porque mamá estaba embarazada y lo dejaron cuidándola. Pero me dicen que el abuelo vivía en la José Martí y cuando comenzó la tormenta se fue con mi tío para el muelle. Nunca aparecieron”, manifiesta Rafael.

Los hermanos se motivaron a relatar lo poco que conocen de su antepasado al leer el reportaje publicado el pasado domingo en HOY en el que se afirma que había sido imposible localizar algún descendiente del marino que capitaneó tantas naves y salvó de la muerte a numerosos tripulantes, por lo que fue homenajeado en vida. En 1964 se le asignó el nombre de “Rafael Atoa” a una calle de Santo Domingo.

 Pero Rafael y Gladys no conocieron al resoluto “lobo de mar”. Ella estaba en el vientre de su madre cuando ocurrió la desgracia. Vino al mundo el 8 de marzo de 1931. Rafael nació el 26 de abril de 1932. Julio César, el menor, nacido en 1934, falleció. Saben de Atoa lo que les narraba Rafael, quien vio la luz el 14 de abril de 1911, en Barahona. “Lo trajeron chiquito a la Capital”.

Trabajaba como empleado de la “Compañía Eléctrica cuando era de los americanos” y luego se dedicó a la compra y remodelación de casas en Villa Francisca. Conservan una foto de él junto a Gladys, muy bien parecido. “Le decían El Cacique”.

Pero del capitán tienen escasos datos pues, según ellos “pasaba poco tiempo en tierra, no vivía en ninguna parte, siempre estaba viajando”.

Era, sin embargo, una ejemplar leyenda entre los Atoa. Decían que tenía ascendencia filipina. La parentela era corta, pero el temperamento bravío. “Atoa era rabioso, se comía un toro entero, no había marino que lo dirigiera, cuando decía una cosa, eso era, fíjese que se llevó  la familia a la muerte”, expresa Rafael.

El capitán.  No conservan más que una amarillenta crónica escrita por Gilberto Odalís Fiallo cuando denominaron la vía en  memoria de Rafael Atoa. 

Gladys cuenta que “había una foto de él con todas sus medallas y ha desaparecido. Fellita, que tenía todos esos documentos, murió”.

Atoa estuvo casado con Altagracia Stephan, “que después casó con el general Deñó”, recuerda Rafael. Procrearon a “Rafael, Aida, Fellita”. Añaden que hay “otro Atoa que vive en Nueva York”.

“Papá nos hablaba que él ayudó a organizar la marina mercante y fue capitán del barco “12 de Julio”.

Atoa se había enfrentado al temporal que azotó las costas nacionales el 26 de septiembre de 1908 y salvó a casi todos los tripulantes del vapor “Roma IV” por lo que fue condecorado por el Cuerpo de Bomberos de San Pedro de Macorís, la Logia “La Fe Número 7” y el Comandante Militar de la Plaza de Santo Domingo.

Atoa fue también armador de goletas y propietario de “La viuda alegre” y la “Palma del Ozama”.

El 28 de marzo de 1930, y como reconocimiento a su condición de pionero de la seguridad de la navegación en las costas nacionales, el “departamento de Faros y Boyas” de la secretaría de Fomento y Obras Públicas, le designó Comandante “del primer boyero dominicano, el “12 de Julio”. Su morada definitiva fue el mar.

El “12 de Julio”, consigna Gilberto Odalís Fiallo, “le sirvió de sudario”.

No pudieron rescatar sus restos. “Nunca aparecieron los cadáveres”, dicen los dos nietos.

Comentan Gladys y Rafael que el 3 de septiembre de 1930, cuando  San Zenón arreciaba, Rafael vio a su padre dirigirse raudo y decidido al muelle y lo llamó suplicante: “¡Papá, papá, ven, hay un ciclón, te va a llevar! Y él respondió: “No me devuelvo, si esto se va a desbaratar me voy a desbaratar yo también”.  Otro hijo se fue detrás de él y perecieron juntos.

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Odalís Fiallo

 Odalís Fiallo escribió que Atoa nació en Santo Domingo el 29 de octubre de 1874 y desde joven se dedicó a las ciencias náuticas, navegando por numerosos puertos del Caribe.

Consigna que fue oficial del crucero “Independencia” y comandó la draga “Ozama” que “también se perdió en septiembre de 1930 como si quisiera acompañar a su antiguo capitán a su último viaje”.

La calle

La calle que le honra, destacó Fiallo, “va paralela  al río Ozama, donde el heroico marino ancló tantas veces sus naves y el 3 de septiembre de 1930 le cubrió para siempre con sus aguas”.

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