Calles y avenidas
Avenida Presidente Caamaño

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Avenida Presidente Caamaño

El trazado de la avenida Presidente Caamaño (Avenida del Puerto) fue modificado en más de una ocasión por mandato expreso del ex presidente Joaquín Balaguer cada vez que aparecía un elemento de importancia arqueológica porque, para él, preservar la riqueza histórica estaba por encima de cualquier interés urbanístico.

Silvestre Antonio de Moya, quien dirigió los trabajos de la ambiciosa obra, hizo la revelación y relató otros interesantes episodios ocurridos durante la apertura de la vía, a la que se oponían navieros y obreros de “Estapi”, “Poasi” y “Sinamoa”, tres sindicatos  portuarios, lo que representó mayor obstáculo que los problemas técnicos, afirmó.

Los navieros alegaban que no tendrían donde poner sus furgones, ya que utilizaban el lugar como parqueo y los obreros argumentaban que más de siete mil hombres quedarían desempleados. Los primeros desaparecieron tan pronto se estableció una nueva tarifa de estacionamiento y los jornaleros, que no eran tantos, acallaron  protestas porque, con algunas excepciones, “la gran mayoría eran utilizados por intereses comerciales”.

Para Silvestre De Moya, experto en ciencias navales con especialidad en optimización de sistemas  portuarios, crear esa ruta era un sueño desde que en 1971, siendo estudiante, tomó un atajo por dentro del Puerto, entonces en proceso de reconstrucción y limpieza, para llegar a Sans Soucí evadiendo el caótico tránsito de la Isabel la Católica. “Descubrí que el trayecto era sumamente corto subiendo por la Juan Parra Alba. Eso  quedó grabado en mi subconsciente”, narró.

En 1985, cuando participó como miembro de la comisión que elaboraría el programa de gobierno del PRSC, a él y a Jorge de Lezaeta, quien le acompañó en todos los trabajos de remodelación del puerto, les tocó elaborar la parte relacionada con recursos navales, pero al presentar al Presidente electo un estudio de 1968 de la Stanley Consultant sobre los puertos del Sur de la República, en el que ya se mencionaba la Avenida del Puerto como “de Circunvalación interna”, éste le dijo que la prioridad era concluir el de Haina.

A principios de 1987 De Moya, De Lezaeta y otros miembros de “Procimar, SA” iniciaron las investigaciones del sitio. En 1989 “arrancamos con fuerza” en las labores que incluían la Avenida del Puerto “que no era más que la prolongación del Malecón a través de lo que fue la “US Marine Corps”, desde el “Paseo Presidente Billini” hasta la “Puerta de Don Diego”; un delantal de 300 metros y tantos para buques de turismo,  la reconversión  de los hangares de la época de 1937 en la terminal del Puerto y la conexión con la Juan Parra Alba de dicha avenida con la finalidad de darle salida a la misma, así como el rescate arqueológico de toda la zona portuaria”.

Rescate

La Avenida Presidente Caamaño  había sido cubierta por las operaciones del Puerto de Santo Domingo, que había sido cerrado en los 60. “Se le secuestró el río a la ciudad,  no tenía acceso a él a menos que fuera por la ribera de los barrios. Nadie, además, podía transitar sin sentir los olores que salían del Ozama”, explicó  De Moya.

Encontraron los cimientos de la primera aduana de América, el drenaje de la llamada “ciudad Ovandina”, los muros donde estaban colocadas las primeras plumas (elementos de izaje), la flecha de los fusileros que está al Sur de la Puerta de Don Diego y “se revalorizó la Puerta de Don Diego haciendo arqueología con elementos modernos”, para volverla a su estado original, significó De Moya.

Pisos, puertas, cañones, fuertes, rampas, se hallaron en los cimientos, todos cubiertos por construcciones que databan desde los años de 1700. Crearon la “Plaza de la Ceiba”, desde la Puerta de Don Diego hasta el Fuerte del Angulo, en la Juan Parra Alba, “para poner en valor todos los elementos históricos encontrados”, agregó. Manifestó que el Fuerte de Don Diego “fue quizá la modificación más difícil por el espacio entre la muralla y el Puerto, que era muy reducido. Peleamos con centímetros para lograr un trazado que además de preservar la punta del Fuerte, nos permitiera mantener el concepto de diseño de avenida ágil. Estaba a dos metros bajo tierra”.

Resume las obras realizadas en la avenida: las escalinatas de la calle Las Damas, la avenida como tal, que nace en el Paseo Presidente Billini y termina en la Juan Parra Alba, la puesta en valor de la Puerta de Don Diego, el rescate de las siluetas de los escudos de la ciudad, que se mandaron a hacer completos a España, la Plaza Arqueológica de la Ceiba y la revalorización de la muralla”.  El empresario abrió con grúas y compresores aquellos trazos primitivos y al solicitar a Balaguer la exoneración de dos retroexcavadoras con punta hidráulica, el gobernante le preguntó qué era eso. “Equipos que trabajan con aire, sumamente rápidos y sustituyen varias pistolas de compresoras”, contestó.

Cuenta que la reacción de Balaguer lo dejó atónito. “Permítame decirle que esos equipos modernos sólo le dejan beneficio al contratista y al tiempo de realización de la obra. En mis obras el elemento social es un punto prioritario. Usted no me va a sustituir 24 pistoleros, 12 ayudantes, un mecánico y la gente que le cocina a esos trabajadores para que usted y un operador se ganen un buen dinero. Yo prefiero el beneficio social”.

Cinco aspectos, señala De Moya, motivaron el proyecto: rescate histórico de la zona, saneamiento del área, beneficio en cuanto a circulación vial y de sacar tránsito de la zona colonial para evitar las microvibraciones  y los gases que afectan a los monumentos coloniales y “un aspecto sentimental: reintegrar el río a la ciudad para darle sentido de propiedad de su ría”.

En la avenida, que luego de los trabajos finales conecta desde el kilómetro 12 de Haina hasta el Puente de la Padre Castellanos, trabajaron, además, Amaury Cestari y Héctor Jiménez Roedán.  23 profesionales de la construcción, de instituciones estatales, supervisaron la obra, lo que satisface a Silvestre de Moya, “porque hoy, con cero mantenimiento, está como el primer guandul”. El 13 de diciembre de 1991 se inauguró la primera etapa de los trabajos de remodelación del Puerto de Santo Domingo, que comprendían la avenida desde el Paseo Presidente Billini hasta la Juan Parra Alba y  Plaza Arqueológica de la Ceiba de Colón.

Otro nombre

Silvestre Antonio De Moya, nacido en San Francisco de Macorís el 31 de diciembre de 1954, solicitó a Balaguer que a la Avenida del Puerto se le pusiese Manuel Valverde Podestá, “a quien debe muchísimo la ciudad de Santo Domingo, pues llevó al ex Presidente sus sentimientos y amor por el medio ambiente”. Había fallecido repentinamente, siendo director general de Parques y trabajando en el área del Faro a Colón.

“Nadie se lo merece más que él, contestó el Jefe de Estado, sin embargo, el pueblo ya le puso su nombre: Avenida del Puerto”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas