Calles y avenidas
Creen a Velásquez lo envenenaron

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La familia de Federico Velásquez tiene la convicción de que  su antepasado fue envenenado por órdenes de Trujillo y que el siniestro plan fue ejecutado por su cocinera.

La revelación fue hecha por Josefa Mercedes Rosario Espaillat, sobrina del ex vicepresidente, secundada por María Eduvigis Velásquez y Luis Nicolás Rodríguez Velásquez, también sobrinos.

Afirmaron que el dictador  mandó asesinar en Francia a Rafael, hijo de Federico, quien ejercía la medicina.

Reunidos en Moca para revelar episodios desconocidos del político, escritor  maestro, defendieron a su ancestro con vehemencia porque, según ellos, la historia en torno a sus actuaciones se ha escrito “tergiversada, inexacta, incompleta, apasionada”.

De él se destaca, principalmente, la constante propensión al protectorado norteamericano. Luego de un fracasado acuerdo con el Presidente Teodoro Roosevelt firmó junto a Emiliano Tejera la convención Domínico-americana de 1907 que enajenó el país y que a juicio de algunos propició la ocupación del territorio por Estados Unidos en 1916, por la que no protestó,  como favoreció, se ha dicho, otras injerencias de los norteamericanos.

Pero es poco lo que se ha publicado de su antitrujillismo y de sus últimos años de exilio en Puerto Rico, donde murió en 1934. Allí reposan aún sus restos.

María Eduvigis dice que los principales rasgos de la conducta de su tío eran “honestidad, seriedad y defensa del patrimonio nacional”. Josefa Mercedes describe  conmovida el sufrimiento de la familia durante la tiranía. “En esta casa mataban a los animales de noche. Armando Velásquez y los demás hombres dormían fuera, porque si se quedaban no amanecían”.

Significó que su abuela Ana Rosa, hermana de Federico, “arrancaba las tablas de las habitaciones y ponía las lámparas por debajo del piso para alumbrarnos y que creyeran que estábamos dormidos, porque nos rondaban carritos del SIM. Trujillo gobernó desde Moca los primeros siete meses y sembró el terror por aquí”.

Revelaron que el sátrapa les mandó a asesinar seis parientes, además del hijo de Federico. “En Puerto Plata mataron algunos, como los Prats, y desaparecieron cinco o seis Velásquez”. Manifestaron que todas las personas procedentes de Puerto Rico que los visitaban eran vigiladas.

Cuenta Luis que “Luz, la hija de Federico que no fue exiliada, recibió la noticia de la muerte de su padre, la hizo llegar a Jesús María Hernández, dueño de la farmacia “Caridad”, de Santiago, y sobrino de Federico, desde allá Miguel Velásquez, padre de Miguel Ángel Velásquez Mainardi, informó a Ceiba de Madera”, donde residían muchos familiares.

Refieren que tenían noticias del pariente desterrado a través de los Ocampo, de Moca, que viajaban a Borinquen.

No abundan en torno a la versión del envenenamiento.

Los Velásquez ofrecieron estas declaraciones en respuesta a un reportaje sobre su antepasado publicado en la sección “Calles y Avenidas de Santo Domingo”. Reiteraron que es numerosa la parentela que queda viva e informaron que Federico Velásquez Hernández tuvo cuatro hermanos: Ramón Antonio, Rodolfo Antonio, Rosa y Ana Rosa. Sus hijos eran Rafael, Guaroa, Federico, Luz y Caridad. La descendencia de estos, narraron, quedó residiendo en el extranjero.

Según ellos, en  comunicación de los últimos días, Federico habría expresado a una hermana que por él “no quedaron niños huérfanos ni mujeres viudas”. No especifican cuándo.

“Opiniones interesadas” A Federico hay que verlo de una manera objetiva y realista, examinar qué estaba pasando en el mundo cuando se declaró a favor del protectorado norteamericano”, declaró Luis, quien se ha dedicado a investigar la vida pública de Velásquez Hernández.

Agregó que no se le puede juzgar “con la mentalidad de hoy, este país no tenía capacidad en ese tiempo para pelear con los Estados Unidos. Los historiadores emiten opiniones interesadas sobre Federico y casi ninguno reconoce que renunció a la vicepresidencia opuesto a la prolongación de Horacio Vásquez”.

Destaca que su tío fue “febrerista y restaurador” y “tuvo méritos suficientes para ser recordado positivamente. Después del acuerdo de 1907 fue la primera vez que hubo paz en la República Dominicana y se comenzaron a crear instituciones”, recalcó. También lo define honesto, trabajador, y describe exitosa la Convención que firmó con Estados Unidos “porque se pospuso la ocupación y eso dio un espacio para trabajar que aprovechó el gobierno de Cáceres”. Afirma que el verdadero culpable de la intervención de 1916 fue Desiderio Arias.

“Aquí nunca se menciona la llamada “Revolución de los jóvenes” en la que estaban Mario Cáceres, Federico Velásquez, Horacio Vásquez, Pelegrín Castillo y otros que se reunían en Mayagüez para derrocar a Heureaux, quien llamaba a mi tío “El amarillo”.

Cree Luis Nicolás que es paradójico que sea Balaguer, en algunos de sus libros, el único autor que exalta a Velásquez, “habiendo sido su opositor y trabajaba con Estrella Ureña, que es quizá la personalidad más traicionera en la historia de este país”.

Reveló que en sus búsquedas en papeles de la CIA encontró que los estadounidenses se refieren al gobierno de Cáceres como “la época de oro de la República Dominicana” y se confesó orgulloso de su pariente. “Debían ver el antes y el después, qué se logró con sus actuaciones. La razón por la que a Federico lo buscaban todos los gobiernos como asesor financiero es por la estabilidad que logró para el país después de la Convención Dominico-Americana”. Negó que Velásquez recibiera alguna vez dinero de los norteamericanos, y manifestó que el padre del político era un influyente y poderoso hacendado.

“Federico no ha tenido en la historia nacional la posición justa. Han borrado los hechos de principios del siglo pasado. Muchos historiadores ven una realidad parcializada sobre él. La República estaba en bancarrota y en desorden, por eso se firmó la Convención que muchos consideran entreguista”.

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