Calles y avenidas
Eduardo Jenner: científico inglés

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Fue en el gobierno del Presidente Juan Bosch cuando se reconoció al “Padre de la vacuna”, el científico y bienhechor inglés Edward Jenner, al designar con su nombre una calle de Santo Domingo. La medida representó uno de los primeros homenajes del Ayuntamiento “en la nueva etapa democrática nacional” que constituyó ese mandato.

Así lo expresaron J. Nicanor Pichardo y Alberto N. Hernández D., presidente y secretario del cabildo, respectivamente, al emitir la resolución el 26 de junio de 1963.

Entonces existía un zoológico en el sector seleccionado para el tributo, situado en los terrenos que ocupa hoy el Conservatorio Nacional de Música. Por eso, al describir la vía los ediles manifestaron que decidían denominar “Eduardo Jenner” la actual calle Proyecto A-Oeste, ubicada al oeste del Jardín Zoológico y paralela a la calle Madame Curie”.

El nombre del galeno británico ha sido eliminado en el rótulo que da a la avenida Pedro Henríquez Ureña, sólo dice “Jenner”.

Edward Jenner realizó tan valiosos aportes a la ciencia que las biografías y extensas descripciones de sus descubrimientos abundan en diccionarios y enciclopedias con exaltación, pese a los años transcurridos después de su descubrimiento.

La viruela. A finales del siglo XVIII morían de viruela millones de personas y los que sobrevivían quedaban ciegos y desfigurados, se afirma. No existía tratamiento para la enfermedad, definida entonces como “el más temido de los ministros de la muerte”.

Las personas eran afectadas por la viruela del ganado vacuno, se agrega, y era corriente que la padecieran granjeros y muchachas  que ordeñaban pues el mal producía granos en las ubres de las vacas que luego se reproducían en las manos de quienes extraían  la leche. La viruela era una de las enfermedades más contagiosas de Europa y una de las principales causas de mortalidad.

En tiempos de Jenner, añade, “se trataba mediante la inoculación, en personas sanas, de sustancias extraídas de las pústulas de quienes padecían la enfermedad de forma leve, con resultados frecuentemente fatales”. El proceso recibió el nombre de variolación, del latín variola, pústula o varicela. “Pero era un método peligroso y una dosis demasiado grande podía conducir  a la muerte”.

Surgió en poblaciones humanas posiblemente desde hace tres mil años. El origen lo sitúan en la India y Egipto. “Durante varios siglos, sucesivas epidemias devastaron a la humanidad. La enfermedad era tan letal que en algunas culturas estaba prohibido dar nombre a los niños hasta que la contraían y sobrevivían a ella”. Causaba “erupciones extendidas y fiebres muy altas”. Llegó a tener una elevada tasa de mortalidad.

La vacuna

Varios médicos hicieron pruebas hasta que en 1796 Edward inició un ensayo con muestras de pústula de la mano de la granjera Sarah Nelmes, infectada por el virus a través de una vaca, y lo inoculó a  James Phipps, de ocho años. A los siete días, el muchacho presentó malestar pero a las tres semanas volvió el médico a realizar varios pinchazos de la pus de la enferma y Phipps quedó indemne, “con lo cual se demostró la acción profiláctica de la inoculación contra la viruela humana”.

Este contacto preparó el sistema inmunológico para enfrentar una posible infección con el virus de la viruela humana, evitando que éste se multiplicara y produjera la grave enfermedad, significan.

Al virus que utilizó Jenner, y que proviene de la vaca, se le conoce como “vacuna” y de allí se generalizó el nombre para todo procedimiento en el cual se prepara al sistema inmunológico para responder rápidamente frente a una determinada infección e impedir que la enfermedad se manifieste o lo haga en forma grave.

En 1798, después de tratar a otras 23 personas de la misma manera, Jenner envió un informe a la Real Sociedad de Londres, pero lo rechazaron. Entonces publicó por su cuenta la “Investigación acerca de las causas y efectos de la Vacuna Antivariólica”, incluyendo los resultados favorables de pruebas anteriores. “Al hacerlo, acuñó el nombre en latín para la viruela vacuna: Variolae Vaccine”.

A pesar de las críticas violentas e injuriosas que provocó el descubrimiento, acusando a Jenner de crear nuevas enfermedades, de convertir a la gente en vaca, la fórmula se fue propagando por el mundo. “Napoleón hizo vacunar a todo su ejército y la familia real inglesa fue vacunada”. Finalmente el Parlamento Británico reconoció el hallazgo de Jenner, otorgándole una suma anual que le permitió vivir holgadamente y poniendo fin a una plaga que los teólogos definían como “castigo divino”.

El 14 de Mayo de 1796 quedó consagrado como fecha memorable en la historia de la medicina. Fue cuando Jenner hizo la primera inoculación contra la viruela. Desde su descubrimiento hasta los últimos días de su vida, vacunó gratuitamente a los pobres. Tenía un pabellón en el jardín de su vivienda al que llamaba “Templo de la vacuna”.

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La calle

Para la designación, el Ayuntamiento consideró que “el sabio inglés Eduardo Jenner contribuyó de manera notable al adelanto y progreso de la ciencia médica con aportaciones de positiva importancia en la lucha contra las enfermedades hasta lograr la vacuna contra la viruela, salvando así incontables vidas y aliviando, por tanto, el dolor humano”.

Ubicada en el sector “La Esperilla”, la vía nace en la “Nicolás de Bari” y termina en la Pedro Henríquez Ureña.

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Breve biografía

El nombre del también llamado “Exterminador del monstruo pustuloso” no sólo figura en los anales científicos sino en las biografías de los benefactores de la humanidad y de los “Protestantes que dejaron su huella en la historia” pues el facultativo, nacido en Berkeley el 17 de mayo de 1749, era hijo del reverendo Stephen Jenner, vicario de ese pueblo del condado de Gloucester, Inglaterra. Huérfano a los cinco años, quedó bajo la protección de su hermano mayor, también clérigo.

A los 13 años, este amante de la naturaleza y la zoología que llegó a ser además poeta y músico, comenzó a colaborar con el cirujano  Sodbury, dando sus primeros pasos en la ciencia. En 1770 ingresó al hospital de San Jorge, en Londres, convirtiéndose en el discípulo más importante del doctor John Hunter. “Juntos se dedicaron al estudio de la anatomía y nacería entre ellos una amistad que perduró hasta la muerte de su maestro”. Hunter aconsejó a Edward: “¿Por qué teorizar, por qué no intentar el experimento?”.

En 1778 Jenner casó con Catalina Kingscoke, madre de sus hijos Edward, Catalina y Robert. Dicen del médico que “era querido por su simpatía y bondad y por estar siempre dispuesto a visitar a los enfermos a pesar de las inclemencias del tiempo”.

Regaló a James Phipps una casa y en torno a ella cultivó un jardín. Murió víctima de una apoplejía, o hemorragia cerebral, el 26 de enero de 1823, a los 73 años.

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