Calles y avenidas
Gabriel Ángel Morillo, mocano prestante

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Gabriel Ángel Morillo, mocano prestante

En 1936, la prensa nacional criticaba la indiferencia de los mocanos hacia ese hijo prestante, invitándolos a darse cuenta del genio que debían descubrir y hacer lucir ofreciéndole “ el estimulo que no ha tenido”.

 Pero si la “Ciudad del Viaducto” no le reconocía entonces, Santo Domingo y el mundo se encargaron de reivindicar la obra de Gabriel Ángel Morillo Sosa, sencillo hombre de provincia que sin salir nunca de la ciudad natal atrajo la atención de críticos e intelectuales conmovidos por sus finos escritos, convicciones y demostraciones políticas, virtudes humanas y ardiente patriotismo.

 En el Distrito Nacional se le rindió el homenaje póstumo de recordarlo colocándole su nombre a una calle.

 “La personalidad literaria de don Gabriel Morillo no es conocida suficientemente por la generalidad del pueblo, y la parte que le conoce ha tiempo no la ve erguirse en el escenario de las letras nacionales”, denunciaba “Renovación”, de La Vega.

 Decía que por su sencillez, Morillo vegetaba “en la insensata indiferencia de su lar nativo”, sugiriendo al Ayuntamiento, el Club Recreativo, las logias y la sociedad en general de esa comarca a honrar, venerar y prestar ayuda a ese eximio mocano “que es uno de los más representativos de la inteligencia dominicana”.

 Luego de esta contundente denuncia que se publicó avalando pareceres con dos composiciones del fértil y versátil pensador y maestro, la intelectualidad se desbordó en elogios hacia la producción del insigne escritor que componía versos, incursionaba en temas religiosos, filosóficos, políticos, históricos, de ficción.

Estudió a fondo la sociedad de su tiempo y se destacó, además, como conferencista y orador magnífico. Esta faceta es una de las más exaltadas.

 “Orador de frase galana y espontaneidad expositiva”, le describieron al celebrar su discurso más famoso: el que pronunció para presentar al notable español Francisco Villaespesa en los salones del Club Recreativo de Moca.

 Conocieron y alabaron sus trabajos Federico Henríquez y Carvajal, Federico García Godoy, Américo Lugo, Fabio Fiallo, Tulio Cestero… Vigil Díaz lo llamó “Una rara orquídea de provincia”, ponderando  “recursos de su talento y el alcance de sus virtudes”.

 Enrique Henríquez vio “cualidades martianas en el pensamiento tribuno del mocano” y Federico Henríquez y Carvajal, que también fue su maestro, lo consideró “una de las capacidades mejor nutridas de aquel momento americano”.

 Al quehacer de Morillo estuvieron atentos, entonces, autores de antologías como Osvaldo Bazil, Rafael Emilio Sanabia, Max Henríquez Ureña y otros que celebraron y reprodujeron sus ensayos, novelas, artículos, poemas. Fue su época de mayor esplendor y prolífica creatividad. Le llamaron “La pluma de oro mocana” y casi todas las revistas, suplementos literarios, periódicos, dieron cabida a sus creaciones. Publicó más de 30 libros e inmensidad de análisis políticos y sociológicos en la prensa. Cuando murió, los diarios lamentaron su partida pese a que el país estaba aún sacudido por el ajusticiamiento de Trujillo, que casi coincidió con el deceso. Hoy, sin embargo, Gabriel Morillo es prácticamente desconocido.

Historia personal.  Nació en Moca el 20 de enero de 1884, hijo “del ilustre y bien recordado maestro puertorriqueño Salustio Morillo”. Fue discípulo de Eugenio María de Hostos y tuvo también como profesor a Manuel Arturo Machado.

 Crítico literario del que se pone de relieve su acento nacionalista, conmovió a los dominicanos al pronunciarse en vibrante oratoria en la histórica manifestación de protesta contra la intervención norteamericana de 1916, que concentró en Santo Domingo a la más combativa intelectualidad, apunta Julio Jaime Julia en su “Panorama de la prosa en Moca”.

 La revista “Juventud Universitaria” de 1952 lo definía “conversador que deleita con su palabra cargada de experiencia”.

“Renovación” lo consideraba “propagador de las ideas democráticas y de las virtudes que salvan a los pueblos de la decadencia y a los hombres de los vicios degradantes”. Para el periódico “La Nación”, “era hombre de largas tinturas, de trato fácil, maneras hidalgas y caballerosas”.

 Fundó el periódico “El Pueblo” y ocupó en Moca los cargos de procurador fiscal, inspector escolar, síndico municipal, diputado al Congreso, oficial civil. Presidió el “Club Recreativo” de Moca y se desempeñó como secretario del Comité Pro Faro a Colón.

 Fue el padre de Patria, Gabrielito y Libertad.

 Publicó: Trovadores y maestros, Mirtho (Poemas en prosa), Tardes paganas, Dios, Patria y Libertad (Conferencias), Creo en la Patria (Prosa de combate), Dulces enigmas, Motivos, Prosas libres, Otros enigmas, Pomos de rechín, Palabras encendidas, Flor de América (novela histórica),  La mascarita, Crítica Literaria, Yo canto a Moca, Jesús, Selección de motivos en Jesús.

 También Prosa diminuta, Vinos y rubíes, Motivos, Flores de ensueños, Divas Geórgicas, Zarzas, Pequeña Biblia Rosa, entre otros. Dejó inéditos: Integridad y responsabilidad, Morales de la acción, En la brega.

 Murió en Moca el ocho de septiembre de 1961.

La calle.

El nueve de mayo de 1973 el Ayuntamiento de Santo Domingo resolvió designar como “Gabriel A. Morillo” la antigua calle “Carrera A”, de San Lorenzo de los Minas, en honor “del distinguido munícipe mocano que fuera tenaz propulsor de la cultura en la región cibaeña”.

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