Calles y avenidas
José María Moreno Martínez -Pilía-

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>José María Moreno Martínez -Pilía-

Desde que presentó su tesis en la Universidad de Santo Domingo sobre las cooperativas campesinas fue tildado de comunista, le negaron el exequátur y lo persiguieron acusado de organizar a los campesinos para conspirar contra el régimen de Trujillo.

Tenía, además, el precedente del padre,  un rebelde andaluz seguidor de Horacio Vásquez que había estado preso en la fortaleza de San Francisco de Macorís y en la Torre del Homenaje, donde lo consumía el asma por la humedad de la celda.

José María Moreno Martínez (Pilía) apenas pudo trabajar entonces en su restaurante “Rimos”, que le instaló el viejo partidario de los “Coludos” ante la imposibilidad de ejercer la carrera, pues la familia fue vigilada, perseguida, acosada. Otros tres hermanos, Luis Antonio Gonzaga, Alfonso y Juan Antonio (Nono) eran también declarados antitrujillistas que enfrentaban igualmente la dureza del asedio.

 Pilía vivió una historia de lucha, asilo, exilio, conspiración, que pocos  historiadores  han incluido en sus anales. Pero su defensa por los trabajadores, campesinos, pobres, se extendió más allá del tiranicidio con la asesoría legal a los sindicatos que él mismo ayudó a crear para que unos se libraran de la explotación laboral y otros labraran sus propias tierras. La Federación Dominicana de Ligas Agrarias Campesinas (FEDELAC) y la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC) tuvieron en él a un abogado honorífico.

El asilo en la embajada de Brasil fue un infierno que padecieron él y su familia durante casi dos años y que se prolongó para los hijos y la esposa que dejó en el terruño cuando se ausentó para Venezuela, donde se involucró en la organización de una expedición contra el régimen de Trujillo que vendría por la Cordillera Septentrional. Ajusticiado el tirano no pudo retornar  a la Patria y a los suyos, impedido por la permanencia de los remanentes del ominoso Gobierno. Vivió entonces en Estados Unidos, donde se dedicó a trabajar en restaurantes pese a su profesión y elevada posición social de origen.

El padre, encarcelado de nuevo por declarar en el principal parque del pueblo que viajaría a “Ciudad Trujillo” a ver a su hijo en la misión diplomática, sufrió igual calvario que la sufrida esposa y sus vástagos, sometidos a torturas psicológicas, aislados de la sociedad por ser “desafectos”, atacados en el siniestro “Foro Público”, la infame columna que mantenía el trujillato en “El Caribe”. Llegaron a pedirle a la señora que renegara del marido.

Pilía, por su lado, no sólo sufría la separación familiar. Turbas trujillistas atacaron la embajada a la que suspendieron los servicios de agua y luz y restringieron los alimentos. Las agresiones y maltratos se unían al luto por el asesinato de Juan Antonio, cuyo cadáver apareció el 7 de diciembre de 1958 a la salida de Nagua. Luego lo lanzaron en el frente de la casa paterna envuelto en una sábana. A Pilía tocó identificarlo. “El pueblo de San Francisco se indignó”.

De este decidido soldado por la libertad que reiteradamente rechazó a Joaquín Balaguer encumbradas posiciones, hablaron su viuda Miriam Yolanda Duarte Camilo y tres de sus cuatro hijos, Cristian Luis, José Pilía y Emilia Angélica. Cristian Fermín Moreno Domínguez, Eva María, Melissa Angélica y Emilia Carolina Díaz Moreno escucharon con reverente atención la ejemplar experiencia del intrépido abuelo.

Pilía no abandonó nunca la ciudad natal donde se le ha reconocido con una calle que lleva su nombre. Cuando falleció, a los 53 años de edad,  lamentaron su partida con palabras conmovedoras que recogió la prensa. Tras su deceso muchos fueron a testimoniar ayudas y favores que él ofrecía en secreto.

Por la finca de los Duarte. José María (Pilía) nació el 19 de septiembre de 1924, hijo de Luis Moreno Recio y Rosa Angélica Martínez Macarrulla. Se graduó de doctor en Derecho en 1947. Casó con Miriam Yolanda el 23 de agosto de 1954. “Mi familia también era antitrujillista, el apellido del sátrapa nos producía erupción”, comenta la abnegada viuda que pasó el encierro bordando junto a Emilia Angélica, José Pilía y Juan Antonio. Al regreso del esposo nacieron otros dos: Cristian Luis y Gandhi.

Mientras los tres hermanos Moreno Martínez permanecieron asilados, a ella le enviaban pasquines, le estacionaban “carros cepillos” frente a la casa, los calieses irrumpían en el patio, y la única vez que la valiente mujer osó salir la persiguieron  voceándole que su esposo era comunista y que lo iban a matar.

A don Luis le llevaban falsos periódicos impresos con fotos de sus hijos supuestamente muertos. Fue libertado en 1959 por gestiones del Nuncio de Su Santidad.

Pilía pudo viajar a Brasil, donde sostuvo contacto con Juan Miguel Román, caído posteriormente en abril de 1965. En Venezuela fue recibido por el connotado líder antitrujillista Luis Aquiles Mejía, “que apoyó los entrenamientos en Choroní y era el enlace con Rómulo Betancourt”, refiere José Pilía. El instructor de su padre, que se destacó como francotirador y alcanzó el grado de comandante, fue Poncio Pou Saleta, relató. “Vendrían por la finca de los Duarte, que los protegerían en la Laguna del Coto”, añadió.

Pilía retornó  al país a finales de noviembre de 1961. Estuvo entre los fundadores del Partido Revolucionario Social Cristiano, del que fue “Presidente Provincial” en la Provincia Duarte. Participó en la creación de la Fundación Dominicana de Desarrollo, Asociación Duarte de Ahorros y Préstamos, Asociación de Desarrollo de la Provincia Duarte, Asociación de Ligas de Ahorros y Préstamos, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, entre otras.

Murió el 2 de octubre de 1977, de diverticulosis. “En su pueblo todavía lo lloran”, manifestaron los hijos de Pilía, quien fue además fundador de la Liga de Verano del Cibao y vicepresidente de Los Arroceros del Nordeste.

A muchos antitrujillistas, recuerdan, les dieron RD$300 mil  como compensación por expropiaciones y pérdidas. “Papá se negó a aceptarlos, dijo que a la Patria no se le pasa factura”.

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