Calles y avenidas
Juan Barón merece mucho más

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A sus iniciativas se deben la construcción del parque Enriquillo, el Centro Obrero que pidió para la clase humilde con las características del Casino de Güibia, el embellecimiento de la avenida Duarte, en su época  dividida en el centro por una hilera de bancos, de los cuales donó una considerable cantidad, que se extendían hasta la calle Braulio Álvarez.

El cementerIo de la Máximo Gómez, las urbanizaciones de Villa Francisca y Mendoza así como la creación del ensanche Ozama, se debieron a este munícipe incansable que patrocinó en Santo Domingo las procesiones de la Virgen del Amparo, saliendo de Santa Bárbara, e impulsó Juegos Florales, regatas, “palo ensebao”, saltos en saco y fiestas que hicieron historia por los obsequios que rifaba.

Juan Barón Fajardo Paulús, sin embargo, es una figura olvidada, ignorada por historiadores y costumbristas. El relato de los hechos pasados no cuenta sus méritos y aportes ni reproduce una foto que lo recuerde al menos en aquellos barrios donde reclamaban su figura activa, generosa, en cada efeméride patria o festividad religiosa.

“Papá Bon”, como le llamaban, fue trabajador, honesto, incorruptible. El doctor Barón Ernesto Suncar Mella, el ahijado que recibió de él educación y cuidados de un hijo, lo recuerda emprendedor y laborioso, tan decidido que “él mismo, manejando un rodillo de dos ruedas inmensas, altas y anchas, delineó y pavimentó la calle Jacinto de la Concha”.

Por eso estuvo siempre en desacuerdo con la calle que se designó para perpetuar su memoria. “Yo propuse que fuera la Caracas porque fue ahí, en Villa Francisca, donde él hizo sus labores sociales, comunitarias, urbanísticas. Hizo los planos, trazó las calles, organizó eventos”, significa.

Sobre Juan Barón Fajardo, a quien honra una pequeña calle de Piantini, habla también Maritza Peña, su sobrina política, hija de una hermana de la que fue segunda esposa del resuelto hombre público, la señora María Mella viuda Fajardo.

Bachiller, con estudios comerciales, Fajardo Paulús,  regidor del Ayuntamiento por varios años, inició su labor por  el ornato y ensanchamiento del Distrito Nacional a partir de 1926. En 1930, tras el paso del ciclón San Zenón, se unió al ejército en la tarea de recoger cadáveres “y levantar de nuevo la barriada”.

Odfelo y masón, figura entre los fundadores de la logia “Flor del Ozama”, y desde todos sus domicilios en Villa Francisca, donde residió hasta que se trasladó al ensanche Ozama, donde falleció, auspició con sensibilidad social y artística todas las conmemoraciones de “Villa”. Su mano bondadosa, cuentan, llevaba el pan al hogar hambriento o la donación al deudo sin recursos para el funeral de un pariente.

“Trujillo lo opacó”

Barón Ernesto Suncar, llamado así en honor a su padrino y protector, relató que Fajardo se enemistó con Trujillo porque habiendo sido propietario “de media avenida Duarte”, el Generalísimo le expropió sus bienes. “Mi papá, Ernesto J. Suncar Méndez, y Ballester Hernández, intervinieron” para que el tirano le compensara y éste le dio unos terrenos en Mandinga a donde se retiraba Fajardo los domingos a descansar con sus nietos. “Allí tenía frutos, aves, caballos”, narra Maritza Peña.

“Al ser resarcido con esa propiedad, Juan Barón aceptó trabajar para Trujillo”. Sin embargo, “Trujillo absorbió los méritos de Juan Barón, las cosas que él hizo por el Barrio Obrero, Villa Francisca, el ensanche Ozama, Trujillo las tomó como logros del régimen y no como obra de ese ser humano. Trujillo le robó sus méritos y esfuerzos”, señaló Suncar.

En la propuesta para la denominación de la calle que hizo en su condición de diputado, Suncar Mella destacó que Fajardo Paulús “fue un rico que se hizo pobre porque todo lo que tenía lo dio para el desarrollo de la zona norte de la ciudad capital”.

Maritza refiere que tan precaria era la situación familiar, que la viuda debió vender la finca de Mendoza para solventar los gastos del funeral. Nacida y criada en la casa de Juan Barón, lo recuerda “trabajador y al mismo tiempo hogareño, gran lector de episodios de antaño. Fue muy humilde, se afanaba mucho pero no le gustaba la propaganda”, manifestó la sobrina política, que destacó también las dotes de orador de su pariente.

“Era alto, elegante, robusto, de modales muy finos y carácter recio, condescendiente, pero no tolerante con el holgazán. Mulato, de labios y nariz fina, no ordinario de cara”, lo describe Suncar, quien igual que Maritza ensalza al tribuno: “Competía en los discursos”.

Ambos pusieron de relieve la honradez de Juan Barón Fajardo. “Murió pobre de solemnidad. Trujillo lo empobreció, le devolvió todo y él todo lo dio”, asegura Suncar, quien considera que el mejor legado que dejó fue “el valor personal, un alto sentido de la perseverancia y no cejar en el esfuerzo”.

Juan Barón

Juan Barón nació en Santo Domingo el 30 de marzo de 1893 y murió el 26 de febrero de 1975. Maritza no sabe el nombre de su padre. La madre era Juana Francisca Paulús, asevera. Casó primero con Elvira Rodríguez, madre de Ricardo, Fernando, Rosa Elvira y Francisco (Boris). Luego contrajo segundo matrimonio con María Mella. Su única hija viva, declaró Maritza, es Nurys, residente en San Carlos. Su madre era la señora Dominga Altagracia Pérez.

La calle

“No me gustó. Es una calle intransitable. La mejor forma de reconocerlo será cuando el Congreso, o en su defecto el Ayuntamiento, lleven el nombre de Juan Barón a reposar en el sitio donde vivió, el lugar que construyó, donde dejó su vida y su fortuna: Villa Francisca. Que se le asigne una calle digna de él, como la Caracas o la Barahona, que no tienen ninguna significación histórica”, manifestó el abogado, político, psicólogo, ex legislador que fue regidor del Ayuntamiento y suplente de síndico.

Añadió que donde se encuentra la actual calle, “es un lugar que él no vio ni conoció. Él murió en la avenida Venezuela”. Maritza se mostró de acuerdo con el planteamiento.

La resolución 41/75 del Ayuntamiento del Distrito Nacional designó “Barón Fajardo” la vía “sin nombre ubicada entre las Federico Gerardino y Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, partiendo en dirección norte-sur, desde la avenida 27 de Febrero”.

En la actualidad quitaron los apellidos al homenajeado. En el rótulo escribieron solamente “Juan Barón”, sus nombres.

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