Calles y avenidas
Julio C. Linval, periodista completo

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Julio C. Linval, periodista completo

De él solo se encuentran breves referencias  en las redes electrónicas: que bautizó a La Vega como Ciudad Olímpica, fue pionero de la crónica deportiva  o aparece su nombre como dirección de una de las calles de gran comercio y  tránsito de Los Minas y Reparto Alma Rosa. También se reproducen citas de las expresiones que creó en la radio y opiniones que produjo en las variadas columnas escritas en la prensa durante su corta, pero intensa vida profesional.

Pero Julio Casius Linval Rincón fue uno de los periodistas dominicanos más completos, de depurado estilo y dominio perfecto de la gramática. Informaba los movimientos del puerto, entrevistando a cuanto personaje importante pasaba en barco por la capital. Fue reportero policial y locutor de la HIG. En sus inicios “hizo información general”.

Sin embargo, fue a la crónica deportiva a la que se dedicó finalmente, quizá influenciado por sus experiencias juveniles cuando defendía los colores deportivos del club atlético escolar “Pindú”, como futbolista o tenista.

Era un símbolo del deporte dominicano, el más leído en “La Nación” y “La Opinión” y el de los comentarios de mayor audiencia, por sus aciertos, a través del micrófono.

Por eso su nombre está “indisolublemente ligado a la historia del deporte nacional”. Fue miembro y presidente de la Asociación de Cronistas Deportivos, de la Sociedad Pro Deportes y en 1944 fue proclamado el “Mejor Cronista del Año”.

Ídolo también en las Antillas, gozó de gran prestigio en Puerto Rico, Curazao, Venezuela y Cuba. A esta última viajó por salud cuando comenzó el quebranto que lo llevó a la tumba.

Esa es la razón por la que tras su deceso, el siete de junio de 1945, La Nación, donde era editor deportivo, enluteció y prácticamente toda la edición del día ocho estuvo dedicada a enaltecer su memoria y lamentar su partida. Cada compañero escribió una estremecedora  crónica, artículos desesperados, comentarios dolidos como los de Pedro Julio Santana, Fidencio Garris R., J. Agustín Concepción, Leoh León S., Néstor Caro, José N. Chabebe H., Miguel A. Nadal, Rafael E. Pellerano, Dimas Reyes, Luis Ernesto Rodríguez, Tirso A. Valdez hijo, Teddy Baldock, R. A. Martínez Sánchez, César Piña Saladín, Teófilo Guerrero, entre otros contenidos en  “Pensamientos a Linval”.

“Julio Casius Linval ha muerto”, fue el grito de dolor de “Torombolo”, mientras que “Desde las altas gradas”, Tafneli” consignó: “El autor de RAIDS ha muerto… Se han acabado sus días y con ello el deporte nacional ha perdido su figura primera”.

Las  noticias de la primera  plana de “La Nación” reseñaron el triste deceso. Fueron suspendidos todos los eventos deportivos del día de la muerte del “redactor jefe” de la página deportiva del diario.

Notas conmovedoras fueron las que anunciaron el inicio de  colectas para Linval, cuando ya “los días del periodista estaban contados” y a las que se dio seguimiento, pese a la muerte, “pensando en una viuda y un hijo a quienes falta el amparo que en todo momento les brindó el caído”.

Linval murió pobre y aunque todas las reseñas decían que “de extraña enfermedad”, posiblemente lo acabó la tuberculosis. La noticia principal de La Nación declaraba: “Julio Casius Linval, redactor deportivo de La Nación, falleció ayer tarde en el sanatorio Doctor Martos, donde había sido trasladado hace tres días, ya en trance de abatirse por la dolencia que hacía pocas semanas había separado de la línea de fuego de las noticias a este periodista de nacimiento…”. A este centro de salud ingresaban mayormente los afectados de este mal.

A pesar de tantas líneas sobre el ilustre cronista, no hay en ellas riqueza de datos biográficos. Todas son exaltaciones.

Se pensó que por lo extraño de este apellido, no abundaría y sería fácil localizar algún pariente en la guía telefónica para consultarlo respecto a la historia del redactor. Inútil búsqueda. Carlos Larrazábal Blanco anota una sola persona Linval. Fotos, sólo la que ilustró su crónica. Otras noticias de su vida fueron publicadas por Rubén Darío Aponte en su “Historia de la locución dominicana”, quien dice haberlas recibido de apuntes de Homero León Díaz.

Lineal.  Nació en Santo Domingo, hijo de Vicente Casius Linval, de origen francés, y Dominga Rincón, del ingenio Quisqueya, San Pedro de Macorís. Fue el mayor de seis hermanos: José Antonio, Juan, Fernando, Dolores y Amantina.

Concepción Villeta era su esposa y madre de su único hijo René Antonio Linval, apunta Aponte.

Fue llamado “El Maestro de la crónica deportiva”, agrega. Se inició en esa rama suscribiendo sus crónicas con el seudónimo de “Fox Lowell”, que popularizó. Pero un consejo de Manuel A. Amiama lo llevó a firmar “Julio C. Linval”, cuenta  La Nación.

No se sabe cuándo nació, solo se afirma que murió muy joven, “a destiempo”. Se le aprecia espigado y bien parecido, sobre todo en la foto que ilustra la biografía breve escrita por Rubén Darío Aponte.

La calle

 Tanto en  rótulos de la calle como en mapas y artículos le agregan un segundo nombre, “César”, que lo sumerge más en el olvido y crea confusión. La C. es de Casius.

El 24 de marzo de 1976, el Ayuntamiento de Santo Domingo consideró que era un deber rotular las calles y avenidas de esta ciudad de Santo Domingo con nombres que, en una u otra forma, incidieron en el acontecer político, económico, social y cultural. Sin especificar sus méritos, designaron con el nombre de “Julio C. Linval” la antigua “Calle 12” de Los Minas.

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