La Noria es prácticamente un recuerdo en la mente de ex moradores, vecinos y personas que asiduamente transitan y visitan esa histórica calle que no tiene ya ni rótulo.
Conocen el nombre, pero ignoran su origen. Sin embargo, evocan con nostalgia antiguos negocios y familias y sin saberlo confirman, al definir características de la vía, versiones de cronistas en torno al fundamento de esa denominación.
Una noria es una máquina hidráulica que sirve para extraer agua. Consiste en una gran rueda con aletas transversales que se coloca parcialmente sumergida en un curso de agua, el cual, gracias a las aletas, imprime a la rueda el movimiento contrario. Ésta posee en su perímetro una hilera de recipientes, que con el movimiento de la rueda se llenan de agua, la elevan y la depositan en un conducto asociado a la noria que la distribuye, define la enciclopedia Wikipedia
Agrega que existen también norias para sacar agua de pozos en las que el movimiento se consigue generalmente utilizando tracción animal. Creada en la Edad Antigua, se adjudica su invención al árabe Muhammed Sabbed.
Noria dominicana
En Santo Domingo existió una noria justamente en la vía de ese nombre, por eso la designación de ese pequeño, pero precioso tramo que también se llamó Callejón del Pozo Viejo, de la Chancleta y de las Lagunas.
La noria estaba próxima a las paredes del antiguo convento de San Francisco (hoy ruinas) y según pruebas documentales del historiador Luis E. Alemar, desde ella se conducían las aguas, en tiempos coloniales, a una pila existente en la Plaza de Armas, hoy de Colón. Fue destruida en 1936.
Parece que el lugar era rico en aguas subterráneas que aún perduran. Muchos consideran un misterio el que, a pesar de los años y las nuevas construcciones, todavía existan emanaciones. Curiosos del lugar aseguran que hasta hace poco estos efluvios podían verse en una parte de la tienda La Sirena, protegidos por tubos, pero ahora cubiertos con metal. Probablemente a la existencia de manantiales se debió el nombre de Callejón de las Lagunas
Hilario Gesto, tal vez el único sobreviviente de los primeros pobladores de La Noria, mejor conocido por Coruña por el nombre de su zapatería que funciona ahí desde 1961, cuenta que en una ocasión iba a comprar un solar en La Noria y el doctor Mojica me dijo: No lo compres, que eso está lleno de aljibes. Mojica era su vecino.
Al igual que habitantes y cotidianos transeúntes de esos predios, declaró que en los bajos de La Sirena tienen una bomba de agua y hay abundancia, y parece que es la misma que corre de esta zona Añadió que esa misma agua que sale de La Sirena es la que corre por aquí. Ahí hay agua que se acabó
Gesto o Coruña es gallego. Su local está en la 19 de Marzo esquina La Noria De la vieja noria no hay rastros. Posiblemente estuvo donde hoy está una clínica.
Antiguos pobladores
Para hablar de los antiguos pobladores, todos remiten a Mario Emilio Pérez, periodista, humorista, escritor, costumbrista, que residió durante su infancia y adolescencia en esta calle, con Restauración
En La Noria ejercía su oficio de zapatero remendón Otilio Rosa Larancuent, cuenta, y recita trozos de una semblanza sobre este personaje que publicó El Caribe: Otilio, zapatero, vieja estampa de La Noria. Era de elevadísima estatura y muy delgado, algunos lo llamaban Paloe lú
Rememora que éste tomaba ron mezclado con gaseosa en una taza de café, para que el cliente no descubriera su adicción, y que en momentos de éxtasis alcohólicos recitaba. Allí se hacían tertulias literarias, el lugar era frecuentado por intelectuales como Pompilio Lugo Ledesma, Julio César Bodden y el poeta Héctor J. Díaz
En La Noria vivió, dice, Jesús Mejía, y estuvo la farmacia Adelaida, del padre del doctor Elías Cornelio López, una parte daba a La Noria y otra a la 19 de Marzo. Don Elías Cornelio era propietario, además, de la clínica Adelaida que ofreció servicio durante más de 50 años en la 19 de Marzo con La Noria, narró Pérez.
También residió en La Noria, agrega, doña Rosa, dueña de una fritanguera, famosa por su destreza culinaria. Allá se cenaba con yaniqueques, fritos verdes, carnes
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La calle
En la calle La Noria, hoy solitaria pero hermosa y bien cuidada, aún quedan algunas de las primeras casas. La vía pertenece a San Miguel. Nace en la Duarte, se convierte en ele y va a morir a la avenida Mella.
Década del 50
En la década del 50, narra Mario Emilio, fueron vendidas y destruidas varias viviendas para dar paso a la gigantesca mole del edificio La Troya, que ocupa una cuadra. Ahí había como cinco casas donde vivía igual número de familias. Una de las derribadas correspondía a doña Ramona, que tenía un negocio de arepas al que llamaban La Ventanita, que ella abría para vender las arepas, muy sabrosas. Se convirtió en una figura legendaria
Fue famosa, por otro lado, una casa de citas propiedad de una honorable familia, que operaba con extrema discreción. Las mujeres, cuentan, acudían cubiertas de turbantes y gafas oscuras y los clientes varones eran generalmente personas distinguidas. Las chicas se molestaban con los mozalbetes que se les acercaban, y los repajilaban. El nido de amor fue trasladado a otro lugar alegando sus dueños que los muchachos espantaban las mujeres.