Calles y avenidas
Madre Carmen protegió la niñez

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Madre Carmen protegió la niñez

Aunque desde muy joven se entregó a Cristo desde la humilde posición de camarera en la iglesia de Los Remedios, demostró preocupación especial por la infancia necesitada de alimento, educación, vestido.  Los chicos eran para ella representación del recién nacido de Belén. Por eso, nutrirlos y darles formación escolar y espiritual fue su primera misión antes de abrazar la vida religiosa. Y a ese amor incondicional se debe el nombre que adoptó al vestir el hábito terciario.

María del Carmen González Ramos es hoy la Madre Carmen del Niño Jesús y junto a Él aparece en retratos que ilustran su existencia sufrida pero tolerante, caracterizada por el cuidado a los enfermos, socorro al necesitado, protección a envejecientes y educación integral de un alumnado inconfundible extendido por Europa y Las Antillas.

En Santo Domingo se le ha reconocido con la designación de una calle.

De la historia de esta monja milagrosa, beatificada el seis de mayo de 2007 por  Benedicto XVI, y de la iniciativa de recordarla por la vía que lleva su nombre, hablan las hermanas María del Pilar Sánchez Conde y Emma Alburquerque de Castro, subdirectora y coordinadora de Bachillerato, respectivamente, del reputado centro de estudios.

Las piadosas hijas de Madre Carmen están presentes en República Dominicana desde 1925 cuando Madre María Ángela de Jesús, sor Lucía de Las Llagas y sor Covadonga Del Monte Olivetti llegaron al barrio San Lázaro y fundaron el Asilo de Ancianos “La Caridad”. Dos años más tarde crearían el internado del colegio Inmaculada Concepción, en La Vega y así, a la par que  erigen escuelas y colegios levantan asilos porque su labor, como la de Madre Carmen, es apostólica, social, de consuelo y cuidado a enfermos y ancianos. Sus instituciones se han extendido a Barahona, San Pedro de Macorís, Boca Chica, La Vega, Santo Domingo.

El milagro

María del Carmen nació en Antequera, Málaga, el 30 de junio de 1834, hija de Salvador González y Juana Ramos. Fue maestra de novicias de la Venerable Orden Franciscana Seglar. En 1884 vistió el hábito de la Congregación y el ocho de mayo de ese año fundó la Congregación Franciscana de los Sagrados Corazones. En 1885 hizo sus votos temporales y luego fue elegida Superiora General. En 1889 emitió los votos perpetuos.

En vida se aprecia la intervención divina que compensaba con milagros su fe. Cuentan que una Navidad regalaron lo que tenían para cenar: un pedazo de queso y un pan, y no pasaron 15 minutos cuando les llegó una surtida canasta navideña. “Renunciaba a lo poco que tenía para darlo a los pobres, predicó que no debemos dar de lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos, entregarse a los demás”, comenta sor Emma.

En otra ocasión no contaban con tela suficiente para los hábitos religiosos y Madre Carmen bendijo el escaso tejido, comenzó a cortar y alcanzó para todas las vestimentas.

Madre Carmen murió el nueve de noviembre de 1899 en Antequera. Son numerosos los testimonios de sanación y de otra índole que ofrecen personas favorecidas por su mediación, pero el aprobado por la Iglesia, que mereció su beatificación, fue el que se comprobó en sor María José Rodríguez, de los Sagrados Corazones, sanada por la intercesión de la Venerable Madre Carmen. Ingresada en un oncológico de Sevilla para ser intervenida por un tumor canceroso en el hígado, los médicos cerraron tan pronto extrajeron muestras pues consideraron tal la gravedad que “nada podía sanarla”.

Mientras esto ocurría, en casas, aulas, capillas y frente a la tumba de Madre Carmen, pedían intercesión por sor María José, quien al poco tiempo se sintió sana. Tras un largo proceso, consultores médicos, teólogos, cardenales, reconocieron el milagro realizado por Dios con la mediación de la Madre Carmen.  Sor María aún está viva y sana en España. Es que, “la fama de santidad, virtudes y milagros de Madre Carmen, se conocía desde 1945. En 1984 Juan Pablo II decretó sus Virtudes Heroicas”.

La calle

En 1984 la comunidad del colegio Serafín de Asís solicitó al Ayuntamiento del Distrito Nacional que la calle donde están localizados el Vicariato de Las Antillas de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones y el colegio Serafín de Asís, se denominara “Madre Carmen”. El 15 de mayo de 1985 fue aprobada la solicitud en carta firmada por Ramón Blanco Fernández, Luis José Chávez Castellanos y Ramón E. Hernández, presidente y miembros, respectivamente, de la Comisión de Cultura del Cabildo.  Comienza en la  “Privada” y termina en otra sin salida de “Las Praderas”.

Para sor Emma y sor Pilar, Madre Carmen dejó el ejemplo de su amor a la cruz, al sufrimiento, su modelo de humildad y fortaleza. “No era muy comprendida y en ocasiones fue injustamente acusada. No replicaba, bajaba la cabeza como si la incriminación hubiera sido cierta”, expresan.

Muchas fueron las expresiones que repetía Madre Carmen. Las más  citadas son: “No desconfiemos jamás de la Providencia Divina” y “Dios lo quiere así”.

Matrimonio difícil

Carmen se enamoró de Joaquín pero su padre se oponía a la relación pues el muchacho no tenía buena fama, era dado a la vida libre. Sin embargo, ella pensaba que Dios quería ese matrimonio para que este hombre descarriado se convirtiera a Él, cuenta sor María del Pilar quien, como sor Emma, conoce a profundidad aspectos apenas divulgados de quien es considerada prácticamente una santa.

Los 22 años de unión fueron martirio para la dama. Joaquín Muñoz del Caño, jugador, bohemio, trasnochador, celoso, le prohibía asistir a su comunión diaria, la insultaba y maltrataba hasta pegarle. “Doña Rosa, su suegra, le hacía la vida imposible”, dicen las crónicas sobre su vida. “Todos mis sufrimientos los doy por bien empleados con tal de que salve un alma”, reaccionaba Carmen. “Fue una etapa difícil en la que dio prueba de magnanimidad y fortaleza sostenida por una fe intensa y una caridad heroica”.

Agregan que la oración y penitencia durante 20 años se vieron recompensadas cuando al fin Joaquín pide perdón por sus extravíos y enmienda su vida”. Carmen enviudó a los 47 años y seguido abrió su hogar de la calle Merecillas “a  niños pobres de medios, de cultura, de fe. Llaman con fuerza a su corazón que ve en ellos la presencia de Jesús Niño”.

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