Calles y avenidas
Maduro: gran médico y mártir

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No lo tomaron prisionero. Dormido, cubierto con hojas de plátanos junto a sus compañeros Guillermo Sánchez Sanlley y Rafael Valverde, lo acribillaron. Un mayor de la Aviación y diez guardias descargaron sus ráfagas sin darles tiempo a despertar. Una de ellas desfiguró el rostro de Guillermo y otra cercenó la cabeza de Valverde.

 De los expedicionarios del 14 de Junio de 1959, Felipe Gregorio Maduro Sanabia es  de los pocos que han sido recordados con el tributo de una calle. Está ubicada en el Centro Olímpico para hacer honor, además, a su condición de sobresaliente deportista.

Como también fue un brillante, versátil, sensible y consagrado médico, se designó un salón de la AMD con su nombre, en 1986, cuando la dirigía el doctor Arnulfo Reyes. Entonces asistieron al acto inaugural su hermano “Panchito” y su hija María Cristina. En el gremio se ha perdido contacto con la dama que, entonces, fue localizada por doña Conina Mainardi.

Por esta desconexión es poco lo que puede relatarse de los rasgos humanos y de los años en la República del aguerrido revolucionario. De su entrenamiento en Cuba, su conducta durante la travesía, el desembarco, habla Mayobanex Vargas, sobreviviente de la gesta que compartió con Felipe los años en la hermana Antilla y unió su voz a la suya para cantar el Himno Nacional cuando se acercaban a la patria.

“En el vuelo reinaba un enorme silencio, todos sabíamos a lo que veníamos. Alguien propuso que se cantara el Himno y eso trajo un ánimo desbordante, hubo un momento de alegría que nos hizo olvidar lo que nos esperaba. Recuerdo cómo cambió el rostro de Felipe. Él era muy callado, pero en ese momento mostró gran entusiasmo”, cuenta el héroe.

Refiere Vargas que aunque estaban en diferentes pelotones, “un día él hablaba y nosotros le escuchábamos en silencio, con atención. Decía que le habían ofrecido la dirección del hospital “Calixto García” y no aceptó porque la libertad de su pueblo estaba por encima de cualquier posición”.

Mayobanex lo describe “de elevada estatura, muy bien formado, corpulento, atlético, sin nada de grasa, de conversaciones muy sanas, pensando siempre en darse por completo a su país”.

 Manifiesta que era poco comunicativo “pero cuando hablaba lo escuchábamos. Siempre tenía un mensaje bonito. De los 54 que desembarcamos, 32 se dirigieron a la izquierda, con Jiménez Moya, y 21 a la derecha, entre los que estaba yo, con Delio Gómez Ochoa. Nos separamos y no volví a verlo”, explica Vargas. Maduro tomó el rumbo de Estero Hondo.

Las referencias del valiente combatiente se localizaron en los libros “Constanza, Maimón y Estero Hondo”, de Anselmo Brache Batista, y “El Médico y la Patria”, que publicó la Asociación Médica Dominicana en 1987. El doctor Santiago Castro recabó los datos del revolucionario y sugirió el nombre para el salón deportivo del sindicato que agrupa a los facultativos.

Perfil

Felipe Gregorio nació en Santo Domingo en enero de 1922, tercero de  siete hijos de Francisco Javier Maduro Yépez y Flérida Martínez. Cursó bachillerato en la Escuela Normal de Varones. Se destacó como baloncestista y hacía exhibiciones de clavado y natación en la playa de Güibia.

Ingresó a la Universidad de Santo Domingo como estudiante de medicina sin abandonar su actividad deportiva. Formó parte de la Selección Nacional que representó la República Dominicana en Cuba y Puerto Rico.

Con la tesis de grado “Contribución al tratamiento de las fracturas de la rótula”, se le otorgó el Doctorado en Medicina, en 1948.

“Durante su pasantía conoció al señor Frías Meireli, quien fue decisivo para su carrera política. Fue su orientador y guía en la lucha antitrujillista. También influyó en su formación política el capitán del equipo de La Normal, Gugú Henríquez, asesinado al desembarcar en Luperón”, consigna “El Médico y la Patria”. Esta muerte y su alto grado de sensibilidad social fueron una fuerte motivación para su oposición al régimen, añade.

Casó con Sofía Gómez, madre de su hija Cristina Maduro Gómez.

Junto a su hermano “Panchito” fue apresado por sus actuaciones antitrujillistas, en 1948, y encerrado en “La Torre del Homenaje” hasta que una delegación internacional logró sacarlos de la cárcel. Se asilaron en la embajada de México y con mucha dificultad salieron del país con destino a Venezuela donde Felipe ejerció la profesión. Se desplazaron a Cuba tras el ascenso al poder de Marcos Pérez Jiménez. En La Habana trabajó como practicante y después como traumatólogo y neurocirujano en el hospital “Calixto García”.

Brache Batista apunta que Felipe Maduro fue muerto el 27 de junio de 1959 en una finca de Jaibón. Después del ajusticiamiento de Trujillo, sus familiares pudieron invitar públicamente a una misa en su memoria, el 24 de marzo de 1962. 

Zoom

“Clima asfixiante” 

“Felipe Maduro pudo vivir en muy buenas condiciones en su época, pero no quiso marginarse de la realidad social que le rodeaba, de ese clima asfixiante de la tiranía de Trujillo. Desde 1949 empezó a vincularse con los grupos antitrujillistas, por lo que fue apresado. Cuando se hizo el llamado para la repatriación patriótica abandonó su holgado ejercicio médico para integrarse al llamado de la Patria”, declaró Santiago Castro.

Consideró que el mártir “es un bello ejemplo para las generaciones de médicos, que comprendan que por encima de cualquier bien material siempre estará presente la vida del paciente, y junto a este paciente, la vida de la Patria, que todos debemos contribuir a preservar, aun sea como lo hizo Felipe Maduro, abonando su sangre para que los médicos y todo el pueblo puedan hoy gozar del pleno ejercicio de las libertades públicas”.

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