Calles y avenidas
Manuel de Jesús Castillo

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Manuel de Jesús Castillo

El general Manuel de Jesús Castillo fue un ciudadano útil y laborioso y la historia política de la República Dominicana durante los últimos cincuenta años está llena de rasgos que lo acreditan, en todo momento, como un hombre generoso, valiente y leal”. Así expresa una de las elocuentes crónicas que se escribieron cuando falleció este aguerrido soldado y activo hombre público que se mantuvo en posiciones relevantes desde muy joven hasta su muerte, a los 76 años de edad.

El rótulo con su nombre, comparativamente más largo que la calle que lo recuerda, es de los pocos en que se ha colocado su identidad completa y correcta. Este tiene hasta  el cariñoso apodo por el que lo llamaban familiares, compañeros, amigos: “Lico”.

Su funeral fue imponente. Batallones de todos los cuerpos militares le rindieron honores, ejecutaron notas solemnes, descargaron ordenanzas e interpretaron dianas de difuntos.

Listín Diario le dedicó las más amplias y sentidas reseñas a su partida y al acto de enterramiento. Es en estas notas donde ha sido posible obtener mayor información de quien a la hora de su muerte ocupaba la posición de diputado al Congreso Nacional por  la provincia “Benefactor” (hoy San Juan). En los libros de historia dan cuenta de su participación en rebeliones y alzamientos sin ofrecer los datos de su historia familiar.

El general terminó siendo altamente apreciado por Trujillo, según expresan las coronas y ramos de flores recibidos y el panegírico que pronunció el “distinguido intelectual” y diputado Antonio Hoepelman.

“El Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, a su leal amigo Manuel de Jesús Castillo”, decía el mensaje. Hoepelman destacó el hondo sentimiento de profundo duelo “que dejas en el seno de esta sociedad”, agregando que, entre todos, el primero era sin dudas el del llamado “Padre de la Patria Nueva, “de quien fuiste adicto, leal e insospechable amigo”, y quien estaba sintiendo profundamente su partida, significó.

Dolidas fueron también las notas del Partido Dominicano, “a su distinguido correligionario”; de la Policía Nacional, el Congreso, y la de “Nieves Luisa y Nando”, a su “querido padre”.

Héctor Trujillo, Teódulo Pina Chevalier, R. Paíno Pichardo, Arturo Logroño, Federico Fiallo, Moisés García Mella, Leoncio Ramos, Jaime Mota, Modesto Díaz, Abelardo R. Nanita, Manuel Arturo Peña Batlle, Arturo Pellerano Sardá, Anselmo Paulino, Daniel Henríquez, José María Bonetti Burgos, Marino E. Cáceres, Agustín Aristy y otros funcionarios asistieron a la casa número 7 de la calle “Moca”, al cementerio y a los templos donde se le rindió tributo póstumo. Tan ilustre y meritorio era el fenecido que monseñor Ricardo Pittini, arzobispo metropolitano, concedió cien días de indulgencia “en la forma acostumbrada”, por los sufragios que se hicieran en el novenario por el descanso eterno del finado.

En su oración fúnebre, Hoepelman destacó al patriota, y exclamó: “Los mismos que lucharon en bandos adversos contra ti, han reconocido siempre que fuiste un contrario digno de respeto y de admiración y a quien se podía estrechar las manos llamándole caballero y amigo”. Puso de relieve su valor, lealtad y sinceridad y las “grandes y ejemplares virtudes” que le caracterizaron. “Si dolorosa es para todos los tuyos, oh antiguo y leal compañero Lico, tu despedida hacia el Arcano ¡cuánto lo es para mí llegar ante tus despojos mortales para darte el último adiós en nombre de tus amigos y compañeros de las Cámaras Legislativas!”.

Soldado y funcionario.  Debió nacer hacia 1866. Se le tenía como enérgico y luchador. Adolescente, se destacó en la revolución del 26 de julio de 1899 que se produjo inmediatamente posterior al derrocamiento de Ulises Heureaux, apunta el Listín. En esa época, dice, comandó las fuerzas del Sur. Luego, establecido el Gobierno de Juan Isidro Jimenes, desempeñó el cargo de comandante de armas de San Cristóbal, informa.

Añade que subsiguientemente sirvió numerosas posiciones importantes, tales como gobernador civil y militar de Barahona en el Gobierno provisional de Horacio Vásquez, en 1902; Delegado en el Sur, en la misma época; comandante militar de la Plaza de Santo Domingo, en la rebelión de 1903; subsecretario de Estado de Guerra y Marina durante el Gobierno del presidente Eladio Victoria.

Además, gobernador de Santo Domingo en la administración del general Ramón Cáceres; gobernador civil y militar de Santo Domingo en el Gobierno Constitucional de Horacio Vásquez, hasta el 23 de febrero de 1930 cuando el mandatario fue traicionado por Rafael Trujillo.

Entonces  Castillo fue designado senador de la República en el primer ejercicio presidencial de Trujillo. A la hora de su muerte, el 23 de abril de 1942, era  diputado, función que ocupaba desde hacía varios años, según Listín Diario.

Estuvo casado con Ana Matilde Camarena. Era el padre del coronel Manuel Emilio Castillo, entonces jefe superior de la Policía Nacional, y del capitán Fernando Castillo, para la fecha miembro del Cuerpo de Aviación del Ejército Nacional.

 También de Manuel Antonio, Ramón, Isabel Emilia, Luz María y Altagracia Castillo.

La calle

La resolución del Ayuntamiento del Distrito Nacional que le asigna la calle al general Manuel de Jesús Castillo Soto (Lico) destaca entre sus aportes que fue fundador y primer jefe de la Guardia Republicana. Es apenas una cuadra, antiguamente llamada “Calle 7”, “la última paralela a la avenida Winston Churchill, situada detrás del Seminario”, en lo que entonces se denominaba “Naco Primero” (hoy sector La Julia).

Data del 17 de noviembre de 1976 cuando se honró así la memoria de “tan ilustre servidor de la Patria”. Nace en la avenida Rómulo Betancourt (Prolongación Bolívar) y muere en la “Desiderio Arias”.

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