Calles y avenidas
Marino Emilio Cáceres Ureña

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Marino Emilio Cáceres Ureña

Habiendo sido hijo de un presidente de la República nunca presumió de esa condición. Después de asesinado  su padre, cuando él tenía ocho años,  no le avergonzó ordeñar vacas, vender leche y víveres y ayudar en las siembras para contribuir al sustento de su madre y sus hermanos.

Venía a la capital desde Moca a lomo de mulo, pernoctando en la cordillera para hacer la travesía al colegio donde la familia pudo internarlo a pesar de la precariedad y la desgracia que representó la ausencia repentina de Ramón Cáceres, su progenitor.

Marino Emilio Cáceres Ureña, con cuyo nombre se designó una calle del ensanche “Evaristo Morales”, vivió una infancia de adversidades que quizá forjaron su carácter indomable demostrado apenas tres años después de graduarse de derecho cuando junto a otros jueces de la Corte de Apelación de Santo Domingo declaró nulas las elecciones alegadamente ganadas por Trujillo.

Aunque después sirvió al régimen desde distintas posiciones, tuvo el coraje de despreciar al tirano el cargo de secretario de Agricultura que este le ofreció en 1940. “Mientras usted tenga en el gabinete a uno de los asesinos de mi padre, yo no puedo aceptar, porque no podría sentarme a su lado”, replicó. Se refería a José García, entonces secretario de las Fuerzas Armadas. Aceptó en 1942, cuando el dictador nombró a Héctor Trujillo ministro de Guerra y Marina.

Pero seis años más tarde demostró nuevamente su valor y espíritu libre cuando renunció de esa dependencia porque el sueldo era muy bajo, actitud que era un desafío al poder del tirano quien confesó, no obstante, haber perdido a su mejor ministro. Sus sucesores agradecieron que después  el llamado “Jefe” decidiera aumentar la remuneración de esa cartera.

Era vehemente en la defensa de la memoria de su padre hasta el extremo de abandonar una fiesta en la que tocaban el merengue “Desiderio” que en sus letras expresa que este caudillo fue “el barraco” o “el más guapo” cuando mataron a Mon.

A pesar de servir al país desde el trujillato, se dice que Cáceres Ureña fue un antitrujillista que influyó en los sentimientos adversos al régimen de sus cuatro hijos, uno de ellos arrestado y torturado en “La 40” por su participación en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. “Hubo épocas  que no fueron una barbaridad tan grande, pero Trujillo es un asesino, esto se ha puesto insoportable”, les decía cuando  ellos tuvieron uso de razón. Supo del apresamiento de su primogénito y le llevaba medicinas, alimentos y la exhortación a no desmayar porque “había que salir de Trujillo”.

Además de destacado jurisconsulto experto en la propiedad y ley de tierras fue un gran propulsor de la producción agrícola y  ganadera.

Ramón, Manuel Altagracia (Memé), Marino Emilio y Antonio Cáceres Troncoso ofrecen estos y otros testimonios  del notable abogado que en 1930 ya había dado muestras de osadía al ocultar en su casa a Antonio De la Maza, perseguido por militares por un gesto de desprecio contra Trujillo cuando se celebraba una manifestación por su candidatura en el parque Cáceres, de Moca, cuentan.

Ramón, que fue miembro  del Triunvirato en  1963, nació el 26 de diciembre de 1930, es abogado; Memé, ingeniero arquitecto, vino al mundo el 13 de enero de 1933; Marino Emilio, ingeniero civil, nació el 7 de agosto de 1934 y Antonio, arquitecto y empresario de seguros que nació el 13 de agosto de 1942, forma parte, junto a su hermano Ramón, del consejo de administración de la “Pasteurizadora Rica”, fundada por su padre y otros industriales. Hablan de Cáceres Ureña con la misma devoción con que atesoran sus fotos, una de las cuales exhibe el bufete Cáceres-Troncoso, donde este trabajó y que en la actualidad preside Ramón.

Conocen con detalles la biografía del quinto hijo de Mon Cáceres, junto al que montaron a caballo desde que crecieron, en la caballeriza de su vivienda en la calle Pasteur y después en su finca de Villa Mella.

“Trujillo respetaba a nuestro padre”.  “Trujillo respetaba a nuestro padre y sabía que él no era de sus acólitos. En el fondo, Trujillo era un admirador de nuestro abuelo. Su papá, José Trujillo Valdez, visitaba a papá y Trujillo lo sabía”, narran.

Marino Emilio nació en El Cristo, Cuba, el 6 de julio de 1903 durante un exilio de Mon. Narcisa Ureña Valencia era su madre. Lo trajeron al país de tres meses de edad. Durante la presidencia de Cáceres vivió en la Capital y estudió en el colegio Santo Tomás pero retornó a Estancia Nueva junto a su madre cuando el Presidente fue asesinado. Le enviaron de nuevo como interno y venía desde Moca con un peón y dos mulas.

Después pasó a La Normal donde cursó bachillerato. “Vivía en una pensión en la calle “Padre Billini” que compartía con Telésforo Calderón, José Ramón Rodríguez, Rocco Cappano y Julio Vega Batlle”, refieren. En 1922 ingresó a la Universidad de Santo Domingo y mientras estudiaba trabajaba como mecanógrafo en el Tribunal de Tierras. Se graduó Licenciado en Derecho en 1927 y abrió su bufete de abogados en la calle “Isabel la Católica”.

Fue nombrado juez de la Corte de Apelación en 1929 “cuando Alfonseca era encargado del Poder Ejecutivo, porque no aceptaba ningún cargo a Horacio Vásquez”, dicen. En esa posición fue que participó después en la decisión de declarar nulas “por la autoridad competente” las elecciones del 16 de mayo de 1930 cuya sentencia no se leyó por la irrupción en la sala  de forajidos de la banda  “La 42”. Cáceres Ureña dejó escrito con pormenores este acontecimiento.

El 14 de diciembre de 1929 casó con Isabel Genoveva Troncoso Sánchez, hija de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (Pipí) a quien Trujillo designó Presidente en 1940-1942.

Marino Emilio fue también juez del Tribunal de Tierras, presidente de la Junta Central Electoral y del Partido Dominicano, durante tres meses, secretario de Agricultura, diputado al Congreso Nacional del que fue destituido por la participación de su hijo en el 14 de Junio. A partir de entonces no ocupó más cargos públicos. Fue presidente de la Asociación de Ganaderos.

De estatura mediana y ojos claros, era de temperamento afable. “Su hombría de bien nos hizo hombres de bien”, manifiestan los Cáceres Troncoso.

Le diagnosticaron cáncer linfático “que lo mató en meses”, expresan. “Quince días antes de su muerte montamos caballo con él”, afirman. Falleció el 20 de septiembre de 1975 a los 72 años.

Ramón, el hijo mayor, exhibe en su despacho tres fotos emblemáticas: las de Troncoso de la Concha, la de su padre y la de Ramón Cáceres (Mon). Exclama que representan, respectivamente, “la sabiduría, la bondad y el valor”.

La calle

El Ayuntamiento emitió la resolución que designa con el nombre de “Marino Cáceres” la antigua calle 7 del ensanche Evaristo Morales, pero, como ha ocurrido con muchas otras figuras de mérito, parece que no se aplicó. Es del 7 de diciembre de 1977. Existe una vía “Marino C. Cáceres” en los “Jardines de Genoveva”, cerca de Villa Mella, donde Marino Emilio tuvo su finca.

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