Calles y avenidas
Minetta: educadora y antitrujillista

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Minetta: educadora y antitrujillista

La maestra que dedicó su vida a la educación fue también guerrillera, revolucionaria, política, refugio de antitrujillistas y antibalagueristas perseguidos, madre de los hijos de luchadores apresados o exiliados por su oposición al régimen tiránico, hermana de las esposas que enfrentaron la ausencia de sus cónyuges proscritos. Fue cómplice de jóvenes y adultos, progresistas y conservadores en tramas para expulsar al invasor o en complots contra la satrapía.

Por esa condición de militante activa contra la injusticia, el terror, los abusos, Manuela María, Minetta, “Tía Naná”, no sólo es recordada como modelo de sabiduría y entrega en el aula escolar sino también como el más digno símbolo de amor patrio.

Tras combatir decidida la ocupación yanqui de 1916, se convirtió en antitrujillista desde los inicios del oprobioso mandato, imbuida por el sentimiento contrario de sus padres, Eurípides Roques Pérez y Josefa Cristina Martínez Aybar de Roques. Fidelio Despradel Roques, antitrujillista desde niño por las prédicas de esta tía intrépida, narra las Navidades en que Petán Trujillo y sus acólitos fueron desbandados de la casa paterna a la que acudieron enviados por el incipiente tirano, enamorado de la que sería su madre, Cristina Roques Martínez, a la que había enviado golosinas.

“Minetta fue una figura clave del movimiento antitrujillista desde antes de 1940. Mi tío Ricardo Roques estuvo involucrado en la expedición de Cayo Confite y cuando destruyeron el plan tuvo que esconderse. Ahí empezó el periplo antitrujillista de tía Naná”.

De esta mujer valiente que sin haber procreado es considerada como madre por inmensidad de profesionales, hablan también Rosalía, Carmen, María Cecilia, Cristina, Martha Amalia y Martha Rosalía, Atala, José Ricardo, Lourdes y Amalia. Todos coinciden al afirmar: “La que incursionó en el campo político fue tía Naná”.

Organizó la espectacular salida de su hermano Ricardo, que Fidelio detalla con planos y rutas en su libro “Conjura submarina, un temprano esfuerzo por ajusticiar a Trujillo”. Fue contacto entre los opositores del Frente Interno que permanecieron en la Patria y los que partieron al exilio. Guido D´Alessandro se refería a ella en sus cartas como “La Señora”, y Minetta salía cual mensajera del honor a repartir misivas.

Con el corazón destrozado, pero impetuosa, fue a despedir en su agonía a Abelardo Acevedo, el secretario de su hermano fugitivo al que el régimen había interrogado y torturado hasta la muerte y ni su esposa se atrevía a buscarlo en el hospital Padre Billini.

Recibía mensajes de Octavio Mejía Ricart, el expedicionario del 14 de Junio de 1959, cuando éste se entrenaba en Cuba.

Fidelio, que pudo escapar de “Ciudad Trujillo” en 1960, mantuvo los vínculos políticos con Octavio Amiama, Tirso Mejía Ricart, Máximo Bernal, “Cuchito” García Saleta, Luis Gómez Pérez, Antonio Avelino y otros, a través de esta tía aguerrida. “Los Valera Benítez, Erickson, Cocuyo Mieses y su familia, tenían relaciones con ella. Era la confianza absoluta de Viriato Fiallo y su hermano Antinoe. También de Luis Manuel Baquero, los Martínez Bonilla, Jordi Brossa, Máximo López Molina, Antonio Imbert y el propio Donald Reid Cabral, porque ella no tenía una ideología definida, era, sobre todo, una mujer buena”, comenta Fidelio, que la describe “hostosiana convencida, con la educación como sacerdocio, una militante política revolucionaria, antitrujillista furiosa”.

Además de Ricardo, sus otros tres hermanos, Benicio, Rolando y Eliseo estuvieron en el exilio. Rolando venía en la expedición del 14 de Junio pero el médico a bordo ordenó devolverlo porque se deshidrató en los primeros días de travesía. “Tía Naná fue la mamá de los hijos de esos hermanos y la hermana de sus esposas”, comenta Fidelio, destacando que Minetta “era muy firme, con gran determinación, dulce en el trato, frágil físicamente, no levantaba la voz, nunca acumuló cinco pesos y fue muy respetada en la sociedad”.

Los demás sobrinos relatan que la dama consiguió un código en desuso de la Segunda Guerra Mundial y “se comunicaba con los políticos en pastas de dulce y en tubos de crema dental, que eran de plomo y no pasaban los rayos equis”.

Pocos conocieron su verdadero nombre de Manuela María, agregan, porque “hizo un documento legal para cambiarlo. Siempre firmó M. Roques Martínez”.

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“Tía Naná”

Minetta, una de las tres “Hermanas Roques Martínez” reconocida en una calle de “El Millón”, nació el 15 de agosto de 1903. Realizó estudios primarios y secundarios en la Escuela Salomé Ureña, de Luisa Ozema Pellerano. Se graduó de Maestra Normal en 1921 y desde entonces fue ininterrumpidamente maestra. Se inició en un liceo que le creó el presidente Juan Isidro Jimenes.

En 1931 fundó el colegio Santa Teresita y en 1933 Trujillo, conocedor de su gran capacidad magisterial, la buscó para dirigir la escuela “Julia Molina”. De allí, según Fidelio, la expulsó al sentirse burlado por Ricardo, su hermano. En ese centro ofrecía el desayuno escolar y aportaba alimentos y socorro a enfermos y desposeídos de los barrios circundantes. Fue además directora de la Escuela Anexa, de 1949 a 1950.

No se casó, refieren sus sobrinas, “porque no le dio la gana”, aunque decía con jocosidad que buscaba al padre de sus hijos y no lo encontraba. De baja estatura, ojos color tiempo grandes y expresivos, piel muy blanca y cabello rizo, “era estricta en sus valores, indomable, solidaria, fiel, leal a sus principios, no conocía el miedo, vestía muy sencillo pero con buen gusto, siempre estaba nítida, olorosa y le encantaba variar zapatos”. De las tres, fue la última en fallecer, el 1 de enero de 1998.

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