Calles y avenidas
Padre Eulalio Arias

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No sólo fue víctima de la tiranía trujillista, apresado y posiblemente torturado en la cárcel de “La 40”. Al “Padre Lalo”, como le llamó la feligresía agradecida que dejó por ciudades, aldeas y campos a los que llevó el mensaje del Evangelio, lo recuerdan por su sensibilidad social,  humildad, obediencia a sus votos sacerdotales y gran devoción mariana.

Su nombre era Eulalio  Antonio Arias Inoa, pero la comunidad de Cristo Rey, a la que construyó iglesia, sustituyó añosos y frágiles bohíos por modernos apartamentos y adoctrinó en la fe, quiso reconocer sus  servicios designando “Padre Arias” una de sus calles.

Su hazaña más sobresaliente y admirable consistió en convertir lo que fue una aterradora cámara de torturas en un templo: la iglesia San Pablo Apóstol, donde estuvo la ergástula trujillista conocida como La 40 (por el nombre de la calle).

Otro rasgo sobresaliente de su condición de clérigo fueron los maratónicos bautizos que celebró en esa parroquia, a la que acudían padres, padrinos y ahijados de todo el país a convertir en nuevos cristianos a hijos y ahijados.

El padre Abraham Apolinario, quien le sustituyó y modernizó los históricos archivos de la vieja parroquia y le visitó en su lecho de enfermo, cuenta interesantes testimonios de este excepcional pastor de almas del que con veneración hablan moradores del sector. José Luis Sáez, jesuita director del Archivo del Arzobispado de Santo Domingo, facilitó sus datos biográficos.

Torturado.  Vecinos de Cristo Rey afirman que el padre “Lalo” se declaró desafecto al régimen de Trujillo y que por esta razón fue llevado a “La 40” donde dicen que llegaron  a sacarle las uñas.

El reverendo Apolinario confirma el apresamiento y las torturas porque, según escuchó, “él hablaba mucho de La 40”. Pero desconoce a qué tipo de suplicios lo sometió la satrapía.

No lo trató, añade, pero trabajó con el archivo parroquial, por lo que se familiarizó con documentos y anécdotas que digitalizó. Narra que cuando la Iglesia impuso la norma de solicitar a los padres y padrinos una formación básica, el padre Lalo no exigía realizar lo que todos conocen como el cursillo previo a ese sacramento.

“Decía que todo el mundo tenía derecho a bautizarse, se regó la voz y a la parroquia acudía gente de Dajabón, Loma de Cabrera, Restauración, Montecristi… Digitamos más de 75 mil actas de bautismo y 40 mil fueron bautizados por él entre 1974 y 1982, cuando lo reemplazó monseñor Príamo Tejeda”. Luego sería designado monseñor Camilo. Apolinar estuvo en la parroquia desde 1992 hasta 1998.

También comunica el padre Abraham la insistencia de Arias frente al ex Presidente  Balaguer para que se construyera un proyecto habitacional alrededor del templo y sustituir las casitas en ruinas.

El ex mandatario levantó lo que son hoy sólidos multifamiliares. “Los ranchitos desaparecieron”.

Define como exaltado el carácter del religioso. Madrugaba, cuenta, y con una campana que luego cambió por una bocina llamaba al rezo del Santo Rosario y a la misa matinal.

Semblanza.  Eulalio Antonio nació en Guazumal, Tamboril, el 12 de febrero de 1908, hijo de Manuel Arias y María Ramona Inoa. José Montoya lo bautizó en 1909, teniendo el niño como padrinos a Pedro Rodríguez y Jesús Parreño. También fue confirmado en la iglesia San Rafael, de Peña, Tamboril.

Estudió Teología en el Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino durante el rectorado de Lucio Valdeverde, recibiendo la tonsura clerical en 1927.

Fue ordenado presbítero por monseñor Ricardo Pittini el 23 de junio de 1940. Sus antiguos superiores dieron fe de “su verdadera vocación eclesiástica”.

Fue vicario cooperador de las parroquias Mayor de Santiago e Inmaculada Concepción, de Cotuí, y Vicario Ecónomo de las parroquias San José, de Los Llanos, y Espíritu Santo, de Villa Mella. Ejerció como capellán del colegio Nuestra Señora del Carmen, de Bella Vista, Santiago, y en 1975 fue miembro de la Comisión de Límites Parroquiales.

Fue además párroco de las iglesias Nuestra Señora del Pilar, de Sabana de la Mar; Espíritu Santo, de Villa Mella, y San Pablo Apóstol, de Cristo Rey, en 1965 y 1969 hasta poco antes de su retiro a Villa Mella donde pasó sus últimos años  junto a un sobrino. Falleció el 20 de agosto de 1988.

La calle.  El 6 de noviembre de 1996 se designó con el nombre de “Eulalio Antonio Arias” la antigua calle 42, “en el tramo comprendido entre la Juan Alejandro Ibarra y José Ortega y Gasset, del sector Cristo Rey”, expresa la resolución del Congreso de esa fecha. Pero los rótulos dicen sólo “Padre Arias”.

“Lalo” fue gran amigo del doctor  Cruz Jiminián, ex seminarista que construyó su mausoleo en el cementerio donde precisamente termina la vía que honra su memoria, informó el padre Abraham, quien considera merecida esta calle, tributo de su feligresía.

“Fue de los fundadores del barrio, esa era un área despoblada”, comenta. Manifestó, además, que “el hecho de transformar una cárcel  de torturas en lugar de bendición” es mérito suficiente para este homenaje.

“Aun con su temperamento, hizo un bien muy grande, inició una comunidad cristiana.

Aunque no se estuviera de acuerdo con sus bautismos, esa fue una gran labor, creó dificultades, pero lo hizo con buena intención. Dios sabrá”.

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