Calles y avenidas
Profesora de sublimes objetivos

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Cuando todavía el trabajo femenino estaba limitado al ámbito del hogar, Beatriz Otilia Peláez Betances hizo presencia en la oficina para ejercer como contable mercantil, materia de la que se graduó a los 17 años y en la que tuvo como eminente maestro a Leopoldo Miguel Navarro.

“Quizás fuera yo la primera mujer que cruzara por las calles de la ciudad con tan sublime objetivo”, escribió en vida para agradecer uno de los reconocimientos que recibió como maestra.

Porque fue al campo de la educación al que la culta intelectual, amiga predilecta de Fabio Fiallo, Enrique Apolinar Henríquez, Darío Suro, Flérida de Nolasco, Ramón Emilio Jiménez, Abraham Ortiz Marchena, dedicó sus años más lúcidos. Por esa condición fue reconocida con una calle de Santo Domingo.

De su consagración al magisterio y de su vida, sin embargo, se ha publicado muy poco en los libros aunque el 21 de marzo de 1969 apareció su foto en la prensa nacional conversando animadamente con el Presidente Balaguer  que la condecoró con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el Grado de Caballero. Era ya una anciana de cabellos blancos y piel manchada por los años y el ardiente sol que quemó su piel por el intenso afanar también fuera de las aulas.

Cuando la jubilaron después de casi medio siglo por diferentes planteles escolares enseñando ciencias, humanidades, literatura, instaló un puesto de leche en la calle “Mercedes”. La asignación oficial era exigua y el esposo estuvo en desgracia desde el ascenso de Trujillo por haber sido simpatizante y colaborador de Horacio Vásquez.

Del ser humano, la profesional y fina poetisa, la maestra, habla Otto Guillermo Montero Marchena, su nieto, hijo de Gilda Margarita, la única hija que procreó Otilia y que, como ella, fue maestra en el Instituto Salomé Ureña. Los otros nietos son Licelotte y Pedro Celso (fallecido). Gracias al cuidado y la admiración de Otto por la abuela con la que compartió el hogar, fue posible conocer facetas de tan ejemplar dominicana. Conserva nombramientos, fotos, manuscritos, artículos que publicaron  discípulas tras el deceso y semblanzas leídas al colocar el nombre de Otilia a escuelas y salones.

La recuerda austera, tierna, intransigente con el estudio y las buenas costumbres, sociable, vestida de grises, negros, muy cubierta. “Era ferviente católica, siempre asistía a la iglesia Las Mercedes, donde bautizó a mi mamá”, expresa. Pertenecía al  club «Unión” que frecuentaba con la asiduidad con que recibía escritores en sus viviendas de las calles “Padre Billini”, “Mercedes”, “Julio Verne”, “Uruguay” y “La Lira”. En esta última falleció.

“Era muy vertical, de condiciones morales incuestionables”, agrega Otto, significando que estos rasgos y la pasión de la abuela por las letras fueron el legado que le quedó de la ilustre educadora que vivió sin ostentaciones ni riquezas.

 Entre los archivos de Otto figura el diploma de un tributo que le rindió la “Logia Masónica Trinidad Número 34”.

Biografía breve.  Beatriz Otilia nació en Santo Domingo el 29 de julio de 1877, hija de Santiago Peláez y Teresa Betances. A los cuatro años ingresó al colegio “La Altagracia” que dirigía Socorro Sánchez, a quien llamó reiteradamente su “madre espiritual” y a la que dedicó los homenajes recibidos en vida. Junto a ella tomó parte en tertulias literarias.

Fue profesora de las escuelas “Pestalozzi” y “General Número Cuatro”, nombrada por el secretario de la Superintendencia, Abraham Ortiz Marchena. Este centro “aunó las escuelas primarias y constituyó un grupo de directores”.

Ocupó la dirección de la “Escuela Número Tres”, de San Carlos. “Luego vivió días de angustia porque todos los planteles de enseñanza fueron cerrados”, dice una biógrafa sin especificar fecha.  El 7 de enero de 1919, Julio Ortega Frier, superintendente de Instrucción Pública, la nombró directora del “Colegio Brasil”.  Después dirigió la “Escuela Chile”.

 Otros maestros de Otilia fueron Luisa Ozema y Eva María Pellerano, Leonor Feltz, Teresa Rodríguez, Leah León, Patria Mella, Dilia Perdomo, María Nicolasa Billini.

Otilia estuvo casada con Pedro Julio Marchena Echenique. Murió el dos de noviembre de 1976, a los 99 años. 

Zoom

Calle

Muchas maestras son recordadas hoy por una calle gracias al constante afán de Beatriz Otilia porque se les reconociera. Tras su muerte, Aura Schecker solicitó igual reconocimiento para ella.

El 12 de septiembre de 1977 el Ayuntamiento y el Congreso Nacional acogieron la petición designando como “Profesora Otilia Peláez Viuda Marchena”

Las frases

Otto Montero Marchena

“Era muy vertical, de condiciones morales incuestionables”, agrega Otto, significando que estos rasgos y la pasión de la abuela por las letras fueron el legado que le quedó de la ilustre educadora que vivió sin ostentaciones ni riquezas.

“Esta inmaculada profesora, añade, sirvió el pan de la enseñaza con devoción sólo comparable al talento portentoso de los grandes maestros”.

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