CALLES Y AVENIDAS
Protagonista de la Puerta del Conde

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Se le acusó de encabezar una revolución “negrófila” contra Pedro Santana, cuya camarilla advertía al mandatario que, andando el tiempo, aquella personalidad sería su competidor en la arena del poder y no tardaría en llegar a ser Presidente de la República.

 José Joaquín Puello, a quien desde hace más de medio siglo recuerda una calle de “Villa Consuelo”, “gozaba de universales simpatías, sobre todo en la gente de color” por “sus virtudes cívicas y por las bellísimas prendas que lo adornaban”.

Cuando calumnias y envidia recayeron sobre el nombre del entonces ministro de Hacienda y Comercio, ya se había convertido en héroe indiscutible de la Puerta del Conde al proclamar la Separación y había conquistado la gloria en la memorable batalla de “La Estrelleta”. Sin Puello, que había arrastrado a no pocos hombres al Baluarte, “el grito del 27 de Febrero hubiera figurado en la historia como un simple motín”, escribió Leopoldo Montolío  en la revista Clío de mayo-agosto 1953.

El poder y el prestigio de Santana, agrega, empezaban a debilitarse y disiparse y cercanos colaboradores le aconsejaron “dar un paso enérgico para matar en flor las esperanzas de aquellos que ya se agrupaban en derredor de Puello” y que “pusiese coto con tiempo a sus aspiraciones”.

En uso de las facultades extraordinarias que le concedía el artículo 210 de la Constitución, Santana nombró una Comisión Mixta para juzgarlo junto a su hermano Gabino “y otros cómplices de conspiración contra la seguridad del Estado y régimen legal”, para la conservación de la seguridad pública y para que se fijara, definitivamente, la suerte de los acusados, “a fin de conciliar la salvación de la República”, manifestaba el decreto santanista.

 Fueron condenados a la pena de muerte y ejecutados el 23 de diciembre a las cuatro de la tarde José Joaquín, Gabino, su tío Pedro de Castro, Manuel Trinidad Franco y otros.

Inocentes.   José Joaquín tuvo tiempo para hacer su testamento desde el “Cuarto de los Profetas” de la cárcel de Santo Domingo y para escribir una carta a su compadre José Puché, encargándole sus hijos y demás familia así como los de Gabino y su tío. “Tomo la pluma en las últimas horas de mi vida para recomendarle nuestros caros padres, hermanos, hijos” y pedirle que “los consuele, que nos vamos al patíbulo inocentes, pues todo lo que se nos acumula es incierto. Son intrigas, pero vamos conformes con la resignación de unos buenos cristianos”, afirmaban los Puello.

“A mi comadre Magdalena y señora Justa que rueguen a Dios por nuestras almas, que nos miren a nuestros hijos, que procuren que los hermanos y primos sean unidos y se los lleven a nuestros padres”, agregaron.

En su última voluntad, José Joaquín anotó las personas que le adeudaban dinero por la venta de sus charreteras y por préstamos, dejó dicho a quienes debía y cuánto, y mandaba negociar su caballo rucio, sus muebles y adornos militares para que el producto se repartiera entre sus hijos. La ropa personal la destinaba a los mayores, Hilarión y Esteban, y encomendaba “recoger una espada con su cinturón y un par de pistolas que dejé en casa del Presidente”. Entre sus papeles, añadía, encontrarían un vale por 74 pesos y medio, del gobernante, que abonó al tesoro público.

Santana, según Montolío, temía a la popularidad de Puello, afirmación que figura en un informe posterior de Interior y Policía: “Pedro Santana lo respetaba, pues no podía echarse de enemigo a un hombre de tanta talla”.

Víctor Garrido dice en “Los Puello” que “el matrimonio Martín Puello-Mercedes Castro dio a nuestras guerras de independencia en el general José Joaquín Puello el mejor estratega de esas guerras”.

Otros historiadores ponderan a los Puello como “servidores beneméritos de la República durante los primeros años de su creación”, “Ilustres próceres de la Independencia Nacional”, y Juan Nepomuceno Tejera dice en  Clío Número 96 que “fueron dotados de un valor a toda prueba. José Joaquín alcanzó el resonante triunfo de la sabana de La Estrelleta” y enfatiza: “vilipendiados, las intrigas los condujeron al destierro, al cadalso. José Joaquín y Gabino cayeron en su propio suelo, destrozado el corazón por balas fratricidas”.

La calle. La resolución del Ayuntamiento del 13 de noviembre de 1934 expresa: “La calle de Este a Oeste de Villa Consuelo, que se extiende desde la “Abreu” a la “Sánchez Valverde”, se llamará “José Joaquín Puello” en honor del valiente prócer de la Independencia, héroe de “La Estrelleta”.

“Precocidad de talentos”

José Joaquín nació en Santo Domingo en 1806, de padres de humilde condición. “Aunque carecía de instrucción, desde muy joven mostró la precocidad de sus talentos por lo cual los haitianos lo acogieron en su seno y llegó a capitán de uno de los regimientos, cosa muy difícil”, afirma Montolío.

Después de la Reforma de 1843 que derrotó a Boyer, José Joaquín tomó las armas en contra de los invasores haitianos. “Fue un adepto trinitario, convencido y valioso”.

Ocupó las posiciones de Comandante de Armas de la Capital, Gobernador Superior Político de la Provincia de Santo Domingo, General de División. “De regreso a su puesto en Santo Domingo, cargado de laureles, prestigioso y admirado por las masas populares, el presidente Santana lo nombra en 1846 ministro de Interior y Policía. En 1847 ocupa el ministerio de Hacienda y Comercio, el último en su vida”.

Hijo de Martín Joaquín Puello y María Merced de Castro, fue el padre de José Hilarión, fruto de su unión con María Rosa Vigard. Con Antonia Tranquil procreó a María Clemencia. En el testamento pone como hijos suyos, además, a Joaquín, Esteban, Inés y Félix. Cuando lo fusilaron tenía 39 años de edad.

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