Calles y avenidas
Rafael Damirón dejó su sello de escritor en periódicos y revistas

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Rafael Damirón dejó su sello de escritor en periódicos y revistas

POR ÁNGELA PEÑA
a.pena@hoy.com.do 
Los motivos que inquietaban su pensamiento eran tan diversos y su capacidad de coordinar las ideas tan magistral y prodigiosa, que caminaba de uno a otro extremo de la redacción de “La Nación” para dictar artículos y noticias a dos linotipistas a la vez.

Rafael Damirón Sánchez, uno de los más fértiles y polifacéticos escritores nacionales, dejó alrededor de 50 libros publicados pero fue en los prestigiosos periódicos y revistas de su época donde quedó el sello inconfundible de su estilo como crÍtico, político, costumbrista, analista, biógrafo, editorialista o redactor de planta. Tan esperados eran sus trabajos en la prensa que Virgilio Álvarez Pina y Paíno Pichardo se sentaban en su casa a esperarlos, deteniendo el cierre del periódico.

De este autor que agotó variedad de géneros literarios, que enfrentó con valientes escritos la ocupación yanqui de 1916 considerando a los gringos enemigos del pueblo dominicano hasta su muerte, del insurrecto de las guerras interminables de “Concho Primo”, del trujillista a veces en desgracia, leal, pero jamás cómplice, delator o arbitrario, hablan sus hijos que fueron casi nietos pues don “Fello” los tuvo pasando los 60, y también Altagracia Antonia Dickson (Tona), que casó con él a los 19 años, el mismo día que lo conoció en un viaje de inspección a La Romana, cuando él dirigía los Comedores Económicos.

En cada brazo de su mecedora grande, resistente, sentaba a Rafael Amable y a Clemencia de la Altagracia, los abrazaba contándole historias de “Espartaco” y de sus innumerables viajes por Cádiz, Barcelona, Alemania, Puerto Rico, México, Cuba, Curazao, donde había sido embajador o cónsul. 

Los muchachos saben más de su padre por su obra, pues el tiempo en familia fue breve. Clemencia apenas le conoció. Rafael es quien tiene los recuerdos más lúcidos, la biblioteca y la historia personal de este antepasado insigne del que conversa como si hubieran compartido la vida. “Después que murió nos dimos cuenta que trataba de transmitirnos lo que no iba a poder enseñarnos, quiso que nos quedara la imagen de un compañero, más que de un papá.

Por lo que escribió, siento que el mejor ejemplo que nos dejó fue su vocación de trabajo, la reciedumbre de su carácter, era recto y decía que lo peor en un hombre es la traición. Son principios que hemos heredado”, manifiesta Rafael, al que una vez impidió que le pegaran alegando: “Bastante tendrá que sufrir cuando crezca”

“Fello” sufrió por los ataques a dos hijos que se opusieron al régimen y se fueron al exilio, Rafael y Eduardo Matos Díaz, de su segunda esposa, a los que crió, y por las intrigas de funcionarios que más de una vez lo malquistaron con el tirano.  Le dolía, también, que malinterpretaran sus juicios mordaces a alguna obra mediocre. “Me achacan malevolencia para todo el mundo, pero yo te aseguro que nunca he lanzado una calumnia contra nadie. Ahora, digo la verdad, por áspera y dura que sea. Y esto no gusta”, confió a Pedro René Contín Aybar quien decía que “muchos le temían a causa de sus acerados juicios donde su brillante inteligencia brillaba como un agudo estilete”

Entre sus libros publicados están: Del Cesarismo, Nosotros, La sonrisa de Concho, Monólogo de la locura, Revolución, De soslayo, ¡Ay de los vencidos¡, La caída del cacique, Pimentones, Estampas, De nuestro Sur remoto, Al margen de una biografía del Benefactor, La Cacica, Hello Jimmy, Directorio Social, Cronicones de antaño, Quien es quien en Ciudad Trujillo, Huerto remoto (poemas), Resumen, Memorias y comentarios, Alma criolla, Mientras otros ríen, Como cae la balanza, Tres minutos de otro tiempo.

La Cacica ganó primer lugar como novela en 1944. Dio a la luz, con Arturo Logroño: Una fiesta en el Castine y Los yanquis en Santo Domingo. Dejó inédito: Pasó una garza morena.

Escribía desde la madrugada sentado en el comedor junto a un colador de café y ceniceros repletos de colillas. A medianoche despertaba a doña Tona para dictarle cuando le llegaba la inspiración. “Fello” vivió en las calles Moca (Jonas Salk), Benito Monción, 30 de Marzo y en la 16 de agosto 16 donde murió de un infarto el seis de enero de 1956.

El protagonista

Rafael Damiron

Escritor
De mediana estatura, corpulento, las páginas de revistas y periódicos están llenas de caricaturas y fotos de todas las épocas del escritor, con invariable traje blanco, corbatas anudadas con esmero y sombrero de pajilla.

Asiduo de “La Bombonera” y “La Cafetera”, el público disfrutaba sus discusiones políticas, de artes y letras con  Marrero Aristy, Díaz Niese, Contín Aybar, Yánez, Suncar, Peña Batlle, Arturo Logroño, Mieses Burgos, César y Rafael Herrera, Faustino Llaneza, Rodríguez Demorizi y otros amigos.

Nació en Barahona el 9 de junio de 1882, hijo de Rafael Damirón y Clemencia Sánchez Carvajal. Autodidacta, pues llegó hasta el octavo curso en el colegio San Luis Gonzaga. Fundó la revista “Osiris” y los periódicos “El Monitor”, “El Nacionalista”, “Gráfico”. Trabajó en Listín Diario, La Nación, El Tiempo y fue varias veces diputado.

De su primer matrimonio fue su hija Amalia, y del segundo, Rafael, Clemencia y Altagracia Damirón Díaz.

Info

La calle
Como reconocimiento a sus servicios públicos y gran labor literaria, Frank Álvarez Sánchez solicitó una calle para Rafael Damirón, “insigne nacionalista, impulsor de nuestras costumbres y nuestra identidad” y el 25 de agosto de 1983 se le comunicó que una vía del Centro de los Héroes llevaría “el nombre ilustre de Rafael Damirón”.

Nace en un diámetro de la avenida George Washington, detrás del edificio de la Suprema Corte de Justicia, y muere en la calle F.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas