Calles y avenidas
Santiago Guzmán Espaillat

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Santiago Guzmán Espaillat

Ha merecido los reconocimientos y exaltaciones de quienes siguieron su ejemplar trayectoria política y condenaron su asesinato, “decretado por un grupo de palaciegos desalmados”. Unos lo comparan con el Padre de la Patria y otros consideran que debió alcanzar la Primera Magistratura del Estado. Pero Santiago Guzmán Espaillat, “el civilista”, “la conciencia más pura de su generación”  ha recibido, sin embargo, el olvido.

Designaron una calle con su nombre y a pesar de que fue en un tiempo en que el Ayuntamiento  motivaba las resoluciones con un breve perfil del homenajeado, a él  lo incluyeron en un paquete con otros nominados sin ofrecer sus merecimientos, lo que lo hace más desconocido.  No es una gran avenida como ostentan otros,  indignos de ese honor.

El crimen más repudiado fue el de este patriota,  “el varón más recto de su época”. Joaquín Balaguer le dedicó varios artículos y un poema y expresa, con justicia, que no hay en su vida pública, “a pesar de haber sido tan turbulenta y tempestuosa, ni una sola actitud contradictoria, ni una sola caída incompatible con la moral absoluta, ni un solo acto de traición a las ideas heroicas que inflamaron su verbo tumultuario”.

El pecado de este apasionado de los libros y el estudio, de carácter austero y reconocido valor que “imponían ese respeto avasallador”, fue oponerse a la firma de la Convención Domínico-Americana de 1907 que mutilaba la soberanía de la República.

El 1 de enero de 1912 fue asesinado en Santiago de los Caballeros. J. Agustín Concepción, J. R. Cordero Infante, Federico Arturo Rojas, Andrés L. Mateo son quienes con más detalles han escrito sobre este crimen de la “Beller” esquina “Carlos Sully Bonnelly” aunque son muchos los autores de trabajos laudatorios en torno al “líder intelectual de la juventud de su época” que no contrajo matrimonio por vivir enamorado de la Patria, se afirma.

En 1972, Concepción publicó las diferentes versiones del crimen. Una, la oficial, que fue la de que la víctima se rebeló contra los oficiales encargados de su detención. Y otra que involucra al capitán José Eugenio Berrido, que encabezó el apresamiento. El reputado abogado J. R. Cordero Infante, estrechamente vinculado a la vida de Guzmán Espaillat, consignó que en el Gobierno Provisional de Eladio Victoria, el secretario de Interior y Policía, Miguel A. Román, ordenó al gobernador de Santiago reducir a prisión, vivo o muerto, a Santiago Guzmán Espaillat.

Agrega que el gobernador, Simón Díaz, “dio a la vez instrucciones al capitán de la Guardia Republicana José Eugenio Berrido de ejecutar la orden, haciéndole entrega del telegrama. Este (Berrido) se hizo acompañar del teniente Pedro Alfonseca y del alférez Juan Bautista Alfonseca”.

Cordero refiere todos los acontecimientos de esa tarde hasta concluir en que cuando Guzmán Espaillat intentó subir al coche en que fueron a apresarlo, “el teniente Pedro Alfonseca, que esperaba de pie sobre el vehículo, le hizo dos disparos a la cabeza…”.

Andrés L. Mateo apunta que la imagen de Guzmán “concitaba una corriente de simpatía que la mano dura del poder de entonces creyó peligrosa”.

Añade que el 1 de enero de 1912, “inicio de contiendas civiles que llevaron a la intervención norteamericana de 1916, soldados de la Guardia Republicana de Victoria daban muerte  atroz a Santiago Guzmán Espaillat” y significa que esta acción fue “organizada por el poder político que él despreció”.

Esta muerte, señala, “dejó sin espacio vital las posibilidades de un pensamiento alejado de la pragmática del poder”.

Pompilio Lugo destacó que “detrás de aquel muerto se fue la juventud a buscar el honor o la muerte. Con los veteranos de la manigua se vaciaron las aulas.

 En el monte la juventud se hizo sangre. Y de patio en patio fue planeado un solo odio: el odio a Alfredo Victoria”.

Julio Jaime Julia recoge en un libro la cronología y prácticamente todo lo escrito sobre Santiago Guzmán Espaillat hasta el momento de la publicación del ejemplar.

Trabajos de Balaguer, Bernardo Pichardo, Federico Arturo Rojas, Germán Soriano, Pablo Pichardo, Ricardo Sánchez Lustrino así como editoriales de periódicos  aparecen en el volumen.

Rufino Martínez publicó en su Diccionario encomiásticas palabras. Ninguno refiere un acto deshonesto o defecto de esta personalidad que presentan llena de virtudes.

El civilista.  Fue periodista, educador, político, abogado, coleccionista de piezas arqueológicas, escritor, masón, tribuno, “gallardo abanderado de la juventud pensante dominicana de los comienzos” del pasado siglo.

Nació en Santiago el 27 de noviembre de 1877, hijo de Ramón Guzmán y de Ubaldina Espaillat Quiñones. Fue procurador fiscal de Monte Cristi y estando en esa posición, en octubre de 1902 lo arrestaron, poniéndole grilletes por orden del general Andrés Navarro, “quien arbitrariamente no respetó su calidad de magistrado de orden judicial”.

Lo nombraron regidor del ayuntamiento de Santiago, pero renunció antes de tomar posesión.

También se desempeñó como procurador fiscal de Santiago y  fue diputado al Congreso Nacional por esa provincia, posición a la que renunció el 1 de mayo de 1905.

Muchos aseguran que presentía su muerte. El 6 de mayo de ese año donó su colección de objetos indígenas y otras antigüedades al Museo de Santiago y días después renunció del Partido Horacista en carta al presidente Cáceres. También renunció a su curul en el Congreso Nacional. En abril de 1906 se retiró a su hogar en Santiago.

Presentó examen ante la Suprema Corte de Justicia para optar al notariado y fue aprobado en todas las materias. Perteneció a las directivas del Centro de Recreo, el club Santiago, la Sociedad Amantes de la Luz.

Actuó como Notario del Tribunal de Primera Instancia, con su oficina en la calle Del Sol 59, en Santiago. En 1907 fungió como redactor de La Nación, en Santiago, y director de la revista “La Escuela”, órgano de la sociedad “El Nacionalismo”. Se inició en la masonería como miembro de la Logia Nuevo Mundo Número 5.

En el año 1908 visitó Argentina, Brasil, Francia, Portugal, Estados Unidos, Cuba, Saint Thomas.

En el año 1910, al regresar de un viaje a Nueva York fue arrestado por la Guardia Republicana y trasladado a la Torre del Homenaje, donde permaneció más de tres meses. Varios periódicos pidieron al Gobierno su libertad, que le fue concedida el 15 de noviembre de 1910. Llegó a Santiago el 2 de diciembre.

El 1 de julio de 1911 dirigió una conmovedora carta a Rafael Estrella Ureña, su amigo, considerada una síntesis de su ideario patriótico y tenida por premonitoria.

El historiador J. Agustín Concepción apunta que “lo doloroso es que Estrella Ureña, al asimilar la lección del bienintencionado maestro, no alcanzara a ser ni un aprendiz de sicólogo que advirtiera a tiempo al infame déspota que había de ser Trujillo”.

La calle. El 17 de julio de 1974 se designó con el nombre de “Santiago Guzmán Espaillat”, la antigua calle Santiago  del barrio Vietnam, en San Lorenzo de Los Mina.

Desempeño

Nació en Santiago el 27 de noviembre de 1877, hijo de Ramón Guzmán y de Ubaldina Espaillat Quiñones. Fue periodista, educador, político, abogado, coleccionista de piezas arqueológicas, escritor, tribuno. Fue procurador fiscal de Monte Cristi; nombrado regidor del ayuntamiento de Santiago,  renunció antes de tomar posesión. También se desempeñó como procurador fiscal  de Santiago y   diputado, posición a la que renunció en mayo  1905.

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