Calles y avenidas
Siervas de María: llevar consuelo

<STRONG>Calles y avenidas<BR></STRONG>Siervas de María: llevar consuelo

Amorosamente, al ponerse el sol, salen a llevar consuelo, comprensión, fortaleza,  ternura, sus conocimientos de enfermeras especializadas y el poder de sus oraciones a enfermos que sienten especial alivio con su presencia amable que les infunde calma.

Porque esa es la misión fundamental de las “Siervas de María”, abnegadas religiosas que desde su presencia en República Dominicana el dos de julio de 1953, han tenido el cuidado a los enfermos, en hogares y centros de salud, como misión principal de sus obras, aunque también atienden niños y adultos en el dispensario que construyeron en su sede en 1970. Además catequizan y sirven de instructoras y orientadoras a novicias y aspirantes.

Esa labor gratuita que ejercen con paciencia, entrega y bondad inconmensurables, fue reconocida al designar con el nombre de la congregación,  la calle de Naco donde practican parte de su generoso ministerio.

Historia

Las “Ministras de los enfermos” llegaron a Santo Domingo después que la reverenda Madre Provincial, Soledad Sanjurjo, hoy en proceso de beatificación en Roma, se encargó de traer a la entonces “Ciudad Trujillo” a las hermanas Visitación Gainza, Maximina Gálvez, Abilia Ollo, Emérita Cenoz, Clementina Martínez y Auxilio Zabalega, procedentes de las Casas Provinciales de Puerto Rico y La Habana. Se establecieron en la calle “Progreso” del ensanche “Angelita” y en el hospital de San Isidro hasta 1957 cuando se edificó el Convento.

Al poco tiempo se les unirían las reverendas Victorina Redero, Amor Hermoso, Cándida Erroz, Cecilia Gutiérrez, Gloria Arroniz y Prudencia López, quienes figuran junto a las fundadoras luciendo el hábito negro que luego sustituyeron por el níveo blanco.

En la casa, las que no duermen reponiendo el sueño de las vigilias nocturnas, realizan tareas en la capilla, el dispensario, las oficinas y otras dependencias de la apacible casa. Unas han sido vencidas por los achaques propios de la edad y ya no salen. Otras, aunque en silla de ruedas, mantienen el espíritu alegre y la mente lúcida.

En el precioso patio donde resplandece la  escultura gigante de la Madre María, sor Anunciación García Mosquera, la decana, conversa con su hermana Virtudes que ha viajado desde Borinquen para acompañarla en su cumpleaños. La dulce monjita nació en León el 1 de abril de 1920, hija de Santiago García Ramos y Sabina Mosquera. Recuerda con precisión admirable los inicios de la orden, las pioneras, sus compañeras.

Por otro lado, en la capilla, sor Buen Consejo Acevedo prepara dos jóvenes para la Primera Comunión mientras otras sonrientes religiosas realizan otras labores.

Sor Mónica Collazo, puertorriqueña encargada del departamento de Vacunación del Dispensario, narra la historia de las “Siervas de María” en el país, muestra álbumes de fotos, recortes de prensa, relata el trabajo nocturno. Hoy, a las extranjeras se han sumado alrededor de 50 dominicanas entre las que ya se consagraron, pasan por postulantado, noviciado, juniorado intensivo o cursan estudios teológicos.

En su relación surgen los nombres de Guadalupe Veras, sor Rosario, Alicia Rivera Díaz, sor Alexandra, sor Auxilio… Las que están en condiciones no sólo acuden a casas, clínicas, hospitales, sino que atienden a pacientes pobres. El servicio se ha extendido a Santiago, La Vega, Puerto Plata.

Con el corazón dispuesto, unas 20 hermanas pasan la noche en las viviendas y si el enfermo es trasladado a un centro médico, le siguen hasta allí para atenderlo. No exigen pagos. Se mantienen de contribuciones anuales y espontáneas que pasan a recoger.

“No se mira la condición social de la persona, ni su religión. El servicio no se puede ofrecer sino al ser humano. Si quiere que recemos con él, lo hacemos, si no, oramos por él. Respetamos a las personas”, manifiesta la atenta sor Mónica, quien recita un Rosario, si el paciente es católico o lee pasajes de la Biblia si es de otra confesión. En ambos casos, sólo si lo solicita.

Vivió el caso de un no creyente al que puso un crucifijo en las manos consolándole: “Confía en Cristo, ten fe” y éste reaccionó: “¿Este Cristo?” , lanzándolo al piso. “Lo dejé tranquilo y oré por él, son reacciones de los enfermos, al principio no aceptan la enfermedad y se revelan, hay que comprenderlos y tratarlos con amor y paciencia”, comentó. Pero el hombre luego cambió, se arrepintió del hecho y pidió perdón. Sor Mónica le respondió que “esto estaba olvidado, que Papá Dios le había perdonado”.

La congregación fue fundada en España por Soledad Torres Acosta, el 15 de agosto de 1851. Sor Soledad fue canonizada por Pablo VI el 25 de enero de 1970.

“Somos religiosas consagradas a Dios y a la humanidad. Consagración y misión son dos vertientes de una misma realidad. el apostolado es con los enfermos. Vamos donde nos envían, que es lo que valora la congregación, en fe y amor”, expresó sor Mónica.

La calle

La Gustavo Mejía Ricart era prácticamente un trillo llamado “Calle 18” y lo que es hoy la “Fantino Falco” era monte virgen, en 1957. A partir de la instalación de las religiosas, se le llamó “Siervas de María” al tramo comprendido entre esas dos vías.

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