Cambiando la guerra por la paz

Cambiando la guerra por la paz

Información es poder dicen los más adelantados y despiertos, otros refuerzan la idea argumentando que el que no sabe es como el que no ve, mientras que gente con mente de dinosaurio mantiene la tesis de que es bueno cerrar los ojos para que el corazón no sufra.

Convertida la humanidad en una aldea global estamos obligados a relacionarnos por lo que necesariamente vivimos a merced del poder mediático si es que queremos enterarnos de cuanto sucede alrededor. Recoger, seleccionar y organizar los datos acerca de acontecimientos, proyectos, opiniones, recuentos del pasado con relevancia presente o refuerzo para el porvenir es tarea de los medios informativos escritos, radiales, televisivos y de internet. Titulares en primera plana, emisiones repetidas y comentarios alrededor de un tema ponen al público en sintonía o ambiente equis. La denominada opinión general es fabricada en base a los insumos que las distintas agencias noticiosas despachan en letra impresa, sonido e imágenes.

La magnitud de los ataques a las torres gemelas de Nueva York permitió la difusión y permanencia prolongada del suceso con eco y repercusión en prácticamente todo el planeta, lo que casi silenció el conflicto de Afganistán. La ocupación de Iraq por Estados Unidos con la resultante situación de guerra sustituyó las ondas del efecto terremoto del 11 de septiembre.

El tema plataforma de la lucha contra el terrorismo internacional ha cedido momentáneamente su espacio al desbalance financiero de la banca norteamericana con su daño colateral al resto del mercado ligado a Washington. Anterior a este hecho se perfilaba la crisis mundial de los alimentos como favorita para eclipsar parcialmente los informes bélicos negativos del medio oriente.

El ciudadano globalizado promedio mantiene su educación geográfica universal continua a través de las noticias, digamos, conocen los países si estos se han visto recientemente envueltos en guerras o catástrofes naturales graves, de lo contrario, ignoran totalmente la existencia de los mismos. Una noticia negativa vendrá a ser sustituida por otra peor y así sucesivamente.

Un clavo pequeño y oxidado es cambiado por otro de mayor longitud y grosor sin que se tomen en consideración las grietas que se van haciendo en la tabla, hasta que llega el momento en que los  tantos martillazos para insertar cada vez clavos más gruesos y largos terminan por rajar y agrietar la madera. Si los hombres y mujeres que influyen poderosamente en el mundo abandonaran su vocación guerrerista, chantajista, prepotente y de engaño, revirtiéndola por otra de paz, trabajo honrado, confianza, solidaridad y concordia, tendríamos entonces unos titulares inspirados en el amor, la comprensión, tolerancia, confraternidad y anhelos de justicia social.

Reforzaríamos la salud mental si al levantarnos y revisar la prensa, ver la televisión u oír la radio nos encontráramos con un mundo nuevo cargado de noticias alentadoras y constructivas.

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