Cambiar  forma de hacer política

Cambiar  forma de hacer política

El dominicano promedio reconoce la importancia de los partidos políticos y por ello es alta su participación en elecciones; de las más altas en el continente. Pero las opiniones más resaltantes  que se escuchan  cuando se trata de medir la confianza en los partidos políticos suelen ser bastante negativas en círculos sociales  y en el resultado de las encuestas. En el imaginario, en el coloquio y en el sentido de humor de la gente, el político es conectado continuamente con el enriquecimiento fácil, con el oportunismo, el tráfico de influencia y la doble moral. Del  político criollo se  supone invariablemente que aspira al poder en busca de recompensas personales. Un perjuicio arraigado, ciertamente, pero construido porque  eso es lo que el país  ha visto por mucho tiempo y en muchos casos del  quehacer partidario, salvo honrosas excepciones.

Sin embargo en nuestro medio solo se habla de cambiar el “modelo económico”. De modificar objetivos, leyes  y prácticas en el acontecer productivo para lograr mejores resultados y satisfacer necesidades nacionales garantizando que la generación de riquezas sea consecuencia   de pulcras  y eficientes gestiones de los diversos sectores.  Harto difícil aparecerá  esta  meta  mientras los entes partidarios que están  atados al clientelismo, a la manipulación de conciencias y a la falta de ética continúen imponiendo sus métodos a la sociedad a través de una deplorable partidocracia.

Asumiendo responsabilidad

La provincia de Santo Domingo, densamente poblada y pobremente asistida en necesidades básicas  por insuficiencia de infraestrucutas judiciales y policiales, manifiesta unos índices de violencia y criminalidad que superan los de cualquier otra colectividad regional. Sus extensas zonas socialmente deprimidas, y  hasta sus lugares de condición urbana aceptable, resultan escenarios para el accionar  de mútiples delincuentes: asaltan,  asesinan, escalan, roban autos y cometen otras violaciones que escandalizan.

Las cosas han llegado al extremo de que representantes provinciales  de los organismos de seguridad y justicia y de  entidades de la comunidad se reunieron hace poco en la esperanza de que al coordinar  empeños se pondría  coto a la escalada delictiva, erradicando  previamente   algunas condiciones propicias al delito originadas en la falta de rigor de algunas  autoridades. El reforzamiento del patrullaje policial debería ser el primer paso.

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