Cambiar para bien

Cambiar para bien

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Cualquier reforma a la Constitución de la República debe tener el respaldo del voto universal de los dominicanos.

La Constitución ha sido descalificada de tal forma que el presidente Joaquín Balaguer la llamó «pedazo de papel». Algo peor: el presidente Pedro Santana  la violaba «constitucionalmente» ya que un artículo de la propia Ley de Leyes le permitía gobernar «a verdad sabida y buena fe guardada» con lo cual podía hacer lo que le venía en ganas.

De uno y otro modo, la Constitución  ha sido un freno inexistente porque los mandatarios actúan sin que nada los contenga.

De ahí los constantes cambios en el texto constitucional , introducidos para beneficiar al partido y al gobernante de turno, nunca para bien del país.

Ahora hay una de esas campañitas de tres o cuatro manipuladores de la opinión pública que han iniciado el camino hacia una posible reforma constitucional.

Quizá sea necesario reformar la Constitución, pero debe hacerse con el voto universal de los dominicanos.

Que se presenten todas las propuestas que todos los dominicanos deseemos presentar y todas deben ser examinadas, propuestas y votadas por todos los dominicanos.

No importa que a usted o a mi no nos guste alguna propuesta y no importa lo descabellada que pueda parecer.

La única oportunidad que tiene un ciudadano de enmendar la Constitución es si puede opinar para que se consigne una u otra propuesta que él haga, en las elecciones para la Constituyente que se precisa.

Ya está bueno de que quienes reformen la Constitución sean cuatro o cinco tutumpotes, dos o tres curas y  unos «sabios» que estudian en el extranjero y quieren calcar instituciones y situaciones de allá e imponerlas aquí.

Cambiar la Constitución implica cambiar las reglas de juego y el pueblo debe participar, no deber ser espectador..

El único modo de participar es que se recojan todas las propuestas y sean colocadas en blanco y negro, dadas a conocer a todos y  que todos puedan votar por ellas.

Una papeleta de votación debe contener todas, absolutamente todas las propuestas de reforma.

Otra papeleta debe contener los nombres de los candidatos a la Constituyente y las candidaturas deben ser las de todos los ciudadanos que se quieran inscribir por circunscripción electoral.

El catastro del último censo nacional de población facilita el establecimiento de las circunscripciones electorales.

Si actuamos con real transparencia, todas las ideas y todos los candidatos deben ser sometidos a la sanción de los electores.

La propuesta es clara y viable. Basta con que haya la intención de hacer las cosas bien.

Debe abrirse un debate nacional, pero no en diálogos cerrados que intentan imponer al país lo que quieren dos o tres.

Despojados los actores de las caretas, hay que actuar de cara al sol, porque este país ahora sí es verdad que no cree ni en la una y una.

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