Cambiemos la mentalidad

Cambiemos la mentalidad

El tema de la reforma constitucional ha vuelto a la agenda, impulsado por la proximidad del día en que será sometido al Congreso el proyecto que para tales fines ha concebido el Gobierno. Hay quienes tienen, inclusive sin antes conocer el contenido de la propuesta del Gobierno, sus propios proyectos para enmendarle la plana al oficialismo. Y nuevamente se baraja si se acometen estos cambios por el vigente procedimiento de Asamblea Revisora o a través de una Asamblea Constituyente que el Poder Ejecutivo objeta ahora.

Sin detenernos en el contenido de las propuestas de reforma constitucional, consideramos que la prioridad a atender es la de producir cambios profundos en la mentalidad de los políticos y en las motivaciones que les impulsan a producir cambios en reglas institucionales que frecuentemente sometemos a interpretación acomodada a nuestros particulares intereses. Desde la tiranía de Rafael Trujillo hasta nuestros días, el respeto por el mandato de las leyes  ha dado mucho que desear, a pesar de que las mismas son instrumentos de ordenamiento que deberíamos respetar.

Por eso, cuando entremos al debate de las reformas debemos actuar movidos por el interés de que las normas a establecer o cambiar estén dirigidas a fortalecer la sustentación institucional del Estado. Debe ser compromiso de todos aplaudir o rechazar, o proponer en su debido momento, los cambios que le garanticen al país un estado de derecho sólido, que no esté a merced de las voluntades de los grupos políticos, económicos o de cultos. En nuestra vida institucional se han producido demasiado cambios de Constitución, pero en ningún caso hemos sido capaces de establecer prohibiciones para lo que nos daña. Un ejemplo del clientelismo que caracteriza a veces nuestros actos es la forma en que hemos fraccionado el territorio nacional, creando demarcaciones insostenibles. Reformemos la mentalidad para luego reformar la Constitución.

Un indicador  preocupante
El hecho de que durante los primeros seis meses del 2008 se hayan producido más homicidios que en igual período del 2007 permite apreciar que al término del presente año esta estadística de violencia volverá a quebrar sus propias marcas. Estas cifras se corresponden con el alto índice de violencia que nos preocupa. Hay que  hacer algo por desacelerar esta tendencia.

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